martes, 31 de diciembre de 2013

El periplo griego de Walter Berry.

Dominique Wilkins y Walter Berry cara a cara en la temporada 1995-1996. The Truth no necesitaba su mano derecha.


Quizás el adjetivo con el que más veces se haya calificado a Walter Berry sea el de “imparable”. Ciertamente, había ocasiones en las que el americano parecía que podría meterlas hasta con el trasero. Nadie podía con él.

Walter Berry llegó a Grecia en 1991 procedente del Atlético de Madrid Villalba, donde había hecho un año fantástico (temporada 1990-1991). Su buena primera temporada en Italia (Basket Napoli 1989-1990) le permitió volver tras 10 partidos en Salónica.

Berry en su debut contra el Real Madrid anotó 52 puntos.

En España Berry dejó huella pese a jugar solamente una temporada. Prueba de ello son algunos de los posts que sobre él se han escrito. Su manera de jugar y su comportamiento fuera de la pista dieron bastante que hablar.

Sobre quién era The Truth y por qué se le recuerda en España, podéis visitar algunas entradas.

Walter Berry era un cuatro ágil capaz de enchufarlas desde fuera de la zona a pesar de su mecánica de tiro estrambótica. Desde el 6,25 se prodigaba muy poco. No lo necesitaba. ¿Para qué alejarse del aro si uno puede meterse hasta la cocina?

En el draft de 1986, Walter Berry fue elegido por Portland en el número 14.

The Truth era capaz de correr contraataques, hacer de palomero o jugar en el poste sin problemas. Era un zurdo nato que apenas utilizaba la mano derecha -como yo-. Los defensores sabían que Berry se iría siempre hacia el mismo lado, pero ni por esas. Encontraba hueco con un quiebro o con un cambio de mano y la dejaba suave en el cesto. Otro de sus movimientos característicos era el que hacía para ganar espacio, aprovechando un bote agresivo y una potente parada en un tiempo, siempre buscando el aro. Si arrancaba desde la derecha, su querencia a irse hacia la izquierda le empujaba a buscar el centro, y si lo hacía desde la izquierda, se alejaba del aro o buscaba la línea de fondo.

En el poste bajo, separaba la zurda del cuerpo y botaba acompañando el balón, como a cámara lenta. Un árbitro riguroso no dudaría en pitarle dobles de vez en cuando. Era casi imposible quitarle el balón. Si el defensor trataba de dar el manotazo para llevárselo, Berry le sorprendía con un reverso letal que lo dejaba clavado.

Sus cambios de ritmo, sus finitas y sus reversos para irse hacia barraca eran absolutamente maravillosos. Ya podían los rivales emparejarlo con el leñador de turno o con el especialista defensivo, que no había manera.

Debajo de los aros, The Truth era un coloso a pesar de sus 2,03 centímetros. Su espectacular capacidad de salto le permitía coger muchos rebotes y poner bastantes tapones. A pesar de sus problemas en la rodilla, nunca dejó de capturar.

Peleando en la zona con Rony Seikaly.

No le importaba recibir debajo y encarar a torres enemigas, generalmente más lentas que el americano. Ese quiebro tan suyo, amagando hacia la derecha para ganar por la izquierda, lo realizaba de frente al defensor con una naturalidad extraordinaria y casi siempre con éxito.

Si se encontraba con el camino cerrado, pivotaba hasta la saciedad, volviendo locos a los pesados centers. De espaldas al aro nadie le birlaba el balón y solía hacerse espacio con el culo. Medía bien las distancias y sabía siempre donde estaba la canasta. Su bote bajo y ese giro veloz que hacía, destrozaba defensas.

Evidentemente, no podemos obviar que Berry en Europa se convirtió en un jugador individualista 100%. Un auténtico chupón-caramelo-menta. Cuando recibía debajo, sus compañeros se abrían para que jugase aclarados. No tenía problemas en forzar contra dos o tres rivales. No es casual que el pívot se hinchase a meter puntos en equipos de peor nivel, donde a veces era la única baza ofensiva. Además, jugaba minutos y más minutos que ayudaban a engrosar unas estadísticas excelentes.

Sobre Walter Berry se han contado anécdotas de tipo diverso, a cual más curiosa. Si no fuera porque hay compañeros del jugador que las corroboran, serían poco creíbles. La más conocida en España quizás sea la del BMW que cuenta Quique Ruiz Paz. En Grecia también dejó unas cuantas, como la del Mercedes. Esta vez no fue tema de marchas, sino de gasolina. Le puso la más barata que encontró y… ¡catapum!

Muchas de las historietas que se cuentan tienen que ver con su carácter cerrado y su tacañería. Dicen que Walter Berry ha sido uno de los jugadores más tacaños que ha dado el baloncesto. Ni siquiera James Donaldson, otro reconocido rácano que jugó en el Iraklís, se le acercaba. Los que más cobraban y los que menos gastaban.

Walter Berry jugó varios partidos en el Aris, repartidos en dos temporadas.

Desde luego, el hecho de que en el Aris, su primera experiencia en Grecia, tuviera problemas, acrecentó su desconfianza. La cosa acabó mal por temas de retrasos en los pagos. Durante su estancia en Grecia, Walter Berry iba con un bolso negro colgado al hombro a todos lados. Nunca nadie supo qué había allí dentro, pero el caso es que no se desprendía de él ni para ir al baño. ¿Llevaría dinero? En su primera etapa amarilla, que duró unos dos meses, jugó 10 partidos, 4 de liga y 6 en Europa.

Quizás su poca implicación y su limitada capacidad de sacrificio le privaron de jugar a un buen nivel en la NBA. Posiblemente no era lo suficientemente disciplinado para seguir el ritmo de la liga americana, sin embargo encajó perfectamente con la manera de hacer de los clubes en Grecia, pese a tener sus más y sus menos con algunos presidentes.

Walter Berry llegó al Olympiacós en lugar de Rod Higgins.

En su primer partido en el SEF con el Olympiacós (temporada 1992-1993) -fichó en lugar de Rod Higgins- no jugó de titular pero acabó metiendo 22 puntos, algo que no sé como sentaría a Ioannidis, poco partidario de fichar americanos a mitad de curso.

Ayudó al Olympiacós a ganar la primera liga después de 1978. Él y Zarko Paspalj formaron la mejor pareja de extranjeros de la competición. Absorbían prácticamente todos los ataques, claro.

En la Euroleague jugó una media de 37,5 minutos, anotando 20,9 puntos y cogiendo 9,9 rebotes. Volviendo de Pau, donde Walter había anotado la canasta del triunfo y el Olympiacós se había clasificado matemáticamente para los cuartos de final, preguntó que si en caso de ganar al Patras, equipo con el que jugaban el fin de semana, se clasificarían para la Final Four. ¡Cómo sería Berry de despistado!

El Olympiacós se quedó a un paso de la Final Four, siendo derrotado por el Limoges en el cruce de cuartos.

Desde que llegó, Walter se ganó la fama de dormilón. Una de dos, o jugaba o dormía. Podía pasarse horas y más horas durmiendo, incluso en los lugares más insospechados. Aunque reconocía que le gustaba dormir, negaba hacerlo más horas que los demás. Sin embargo, Ioannidis encargó a uno de los jóvenes de la plantilla la misión de despertar a Berry para que no llegara tarde a los entrenamientos, e incluso para que bajase a comer con el grupo en los partidos fuera de casa.

Ken Barlow y Walter Berry, dos jugadores salidos del "draft maldito" intentando ganar la posición.

Es conocida la anécdota-broma que le gastaron sus compañeros una vez. Sabiendo de su pasión por el dinero, Stavros Elliniadis y George Papadakos le escondieron su carísimo reloj del que el americano no se separaba.

Una vez estuvo persiguiendo por los pasillos del Pabellón de la Paz y de la Amistad -otra versión dice que por los pasillos de un hotel- al presidente Sokratis Kókkalis para pedirle perdón, vistiendo únicamente una toalla que le tapaba la flauta. Al parecer, esa misma mañana, Berry había amenazado al club con no jugar el partido que acababa de terminar por no haber cobrado. La cuestión es que no había recibido el dinero porque los bancos estaban en huelga, un problema totalmente ajeno al club. Los directivos se lo dieron en la mano sin más, ¡pero el tío se quejó porque faltaban de 10 dólares! Entró en razón y, en señal de arrepentimiento, quiso pedirle disculpas al presidente en persona, aunque estuviese medio desnudo.
 
Berry, Tsekos y Paspalj "enlazados" por un rebote.

Su gran temporada no le sirvió para renovar el contrato. El Olympiacós prefirió reforzarse dentro con la adquisición de Roy Tarpley y desechó a The Truth, que fichó por el PAOK.

Fue en el PAOK y en el Iraklís donde rindió mejor Walter Berry en Grecia. Con los primeros ganó la Korac en su primera etapa y la copa en la segunda.

Berry contra tres a una mano (Papadopoulos, Buck Johnson y Byron Dickins) en un derby PAOK-Iraklís.

Al bloque que quedaba del gran PAOK campeón de liga y tercero en la Euroleague se sumaron Zoran Savic y Walter Berry, que sustituyeron a Ken Barlow y Cliff Levingston. No era fácil la tarea de hacer olvidar a la pareja que se marchaba, muy querida por la afición, pero los nuevos fichajes lo consiguieron. 

Fuera del pabellón apenas se mezclaba con el resto y era muy parco en palabras. Se dejaba ver poco por la ciudad y su vida prácticamente transcurría entre su casa y el campo de juego. Walter Berry hablaba en la cancha, aunque tampoco dentro de la misma mostraba sus emociones, siempre con el mismo rictus imperturbable.

Gregor Fucka defendiendo -o intentándolo- a Walter en la final de la Copa Korac de 1994.

Con el PAOK (1993-1994) ganó la Copa Korac, anotando de media 23,1 puntos y cogiendo 12,2 rebotes. En la ida de la final contra el Stefanel de Trieste metió 23 puntos y sumó 18 capturas, mientras en la vuelta colaboró con 26 puntos y 13 rebotes.

Durante la Pascua del 94, el presidente Oikonomidis lo invitó a celebrarla en su chalé. Berry le comentó que únicamente comía pollo. Evidentemente, compraron pollo en gran cantidad para satisfacer la petición del muchacho que, finalmente, ni lo tocó porque se puso de kokoretsi hasta las orejas. El joven devoraba como si no hubiera mañana. Imposible resistirse al kokoretsi, doy fe.

Sin saber de qué iba la cosa, se presentó con su mujer y dos amigos americanos que habían venido a verle en una manifestación con una bandera griega. Se trataba de una protesta contra la usurpación del nombre de Macedonia por parte del país vecino. Acaparó portadas, claro.

Berry, Dragan Tarlac, Roy Tarpley y Franco Nakic.

El PAOK llegó a la final de la liga contra el ex equipo de Berry. Los blanquinegros consiguieron forzar el quinto partido, aquel que acabó con 5 jugadores suplentes del PAOK saliendo a jugar sin calcetines en señal de protesta los últimos segundos.

Así como en el Olympiacós no había tenido demasiados problemas con la dirección, en el PAOK no pasó lo mismo. Tras perder la liga en el susodicho partido, en el que Berry anotó 24 puntos y cogió 10 rebotes, ¡celebró el título con los rojiblancos! Su relación con el presidente Oikonomidis era pésima y no tuvo problemas en brindar con champagne con sus antiguos compañeros.

Cuando terminó la temporada y no fue renovado, aseguró que volvería ya que tenía algunos “asuntos pendientes” que arreglar.

Dos clásicas estampas del pívot en la temporada 1994-1995, con su aparatosa rodillera y con las manos en las rodillas. 


Tras su marcha de Salónica, nadie podía imaginar que volvería la temporada siguiente para jugar en el tercer equipo de la ciudad. Se enroló en las filas del Iraklís (1994-1995), un equipo de la zona media-alta. El club no podía pagarle tanto como los otros, pero aceptó. The Truth hizo su mejor temporada, anotando 29,7 puntos de media y cogiendo 13,2 rebotes, siendo el líder de la liga en ambos apartados. En Europa (Recopa), el Iraklís terminó primero en su grupo empatado con el Antibes con un balance de 9 victorias y una derrota. Se enfrentó en semifinales al Taugrés, donde perdió en una ajustada eliminatoria.

Las “cuentas pendientes” a las que Berry se refería el año anterior quedaron saldadas en la pelea por el tercer puesto liguero. En un cuarto partido trepidante que necesitó de una prórroga para decidirse (90-81), el Iraklís dejaba fuera de la Euroleague al PAOK. El pívot dedicó el triunfo a su ex presidente, diciendo que él había metido en Europa al PAOK la temporada anterior y ahora lo dejaba fuera. Justicia poética, que diría alguno, porque según aseguró Berry algunas personas del club no se portaron bien con él. El MVP de la liga se vengaba así de su anterior club. El Iraklís, además, aquel año llegó a la final de la Copa de Grecia.

Durante su año en el Iraklís, vinieron a hacerle una entrevista desde Italia. Comentó que era el máximo anotador y reboteador de la liga, cosa que era cierta, pero se excedió con los números, ya que sin inmutarse declaró que llevaba 35 puntos y 25 rebotes por partido.

Berry con la camiseta del Iraklís disponiéndose a lanzar un tiro libre.

A pesar de meter puntos y rebotes por un tubo, el pívot repasaba siempre la hoja de las estadísticas cuando terminaba el partido. Quedó para la historia un día en el que se puso a perseguir, papeles en mano, a los encargados de anotarlas. “¿Dónde está mi rebote?”, gritaba el tacaño. El bueno de Walter recibía bonus por rebotes conseguidos y claro, según él, el tablilla le había escatimado uno, lo que suponía dejar de ganar unos cuantos dólares más.

Su gran año en el Iraklís le valió para recibir ofertas importantes del Efes Pilsen y de la Kinder de Bologna. Pese a haber llegado a un acuerdo con el equipo italiano, finalmente el Olympiacós logró convencerlo para volver al Pireo. El acuerdo llegó tarde y Berry se saltó la pretemporada. No era la primera vez que lo hacía.

Walter Berry recibido en el aeropuerto por los aficionados del Olympiacós.

Ioannidis pidió al presidente que lo echasen por ese motivo. Sin embargo, pudo más la amistad del jugador con el presidente y la presión de los medios que el deseo del entrenador, y Berry se quedó. Evidentemente, la grieta abierta entre Walter y Ioannidis no se cerró nunca. Tras caer contra el Real Madrid en los cruces de la Euroleague, Berry fue el blanco de todas las críticas. Se necesitaba un chivo expiatorio y le tocó a él. En la liga, el americano no era el del Iraklís ni el de la primera temporada con el Olympiacós.

Cuando parecía que empezaba a remontar el vuelo, se le diagnosticó hepatitis B y, literalmente, despareció del mapa. Se perdió muchos partidos y cuando volvió estaba sin ritmo de competición. Aun así, puso su granito de arena en la consecución del título de liga, con un gran último partido en los play off. “Si no hubiera tenido el problema de salud, la temporada hubiera acabado de otra manera”, aseguró. Desde luego, no dudo que con un Berry no mermado y en un estado de forma parecido al de la temporada anterior, hubieran cambiado las cosas.

Ioannidis no quería a The Truth en 1995. 

El Aris de la temporada 96-97 posando con la Copa Korac. Berry no participó en la competición.

El Aris cortó a Charles Schakleford la temporada siguiente (1996-1997) y pensó en Walter Berry como sustituto para los últimos diez partidos de la liga. No participó en la Copa Korac que ganó esa temporada el Aris. Su rendimiento había bajado, aunque seguía teniendo cartel en Italia, donde fue la temporada siguiente. Jugó 10 partidos, anotando 11,8 puntos y cogiendo 5,2 rebotes por partido. De ahí volvió a Italia, concretamente al Cantú. En el Polti Cantú, The Truth resucitó de nuevo, promediando 20,4 puntos y 10,1 rebotes por partido.

Walter Berry regresó al PAOK en 1998.

El PAOK, ya sin Oikonomidis en la presidencia, volvió a ficharlo para hacer pareja con Frankie King en la temporada 98-99. Berry volvió a demostrar lo buen jugador que era, aportando 18,7 puntos y 9,2 rebotes por partido. El PAOK acabó tercero en la liga, clasificándose para la Euroleague después de dos años sin hacerlo.


El colofón a otra gran temporada lo puso Walter Berry en la Final Four de la Copa de Grecia. El PAOK destrozó al Aris en la semifinal (83-50) y derrotó cómodamente al AEK en la final (71-54). El americano fue el MVP de la Copa, tras anotar 24 puntos y capturar 14 rebotes en el primer partido, y meter 19 puntos y coger 10 rebotes en el segundo. Los que habían criticado su fichaje al principio de la temporada, se quedaron con un palmo de narices. Más aun cuando el PAOK derrotó al Aris en la lucha por el tercer puesto de la liga.

Con 35 años el pívot fichó por el Olimpia de Ljubiana, donde no cuajó y fue cortado tras 10 partidos. Sorprendentemente, volvió a Salónica, esta vez al Makedonikós (2000), cuarto equipo de la ciudad por entonces. Un final de lo más extraño, ya que solo disputó dos partidos con la camiseta verde. Todavía estuvo dando guerra un par de años, el primero en la A2 italiana metiendo 19,2 puntos por partido y 7,7 rebotes, y el segundo en Venezuela, con los Panteras de Miranda.

Con el Aris de Salónica.

Con el Iraklís de Salónica.                                  Con el PAOK de Salónica.


A lo tonto, Walter Berry jugó en 4 equipos de la ciudad y, con idas y venidas, unas 6 temporadas (en Grecia 8 en total).

The Truth, un jugador irrepetible, con sus manías, sus extravagancias, su timidez, su tiro salido desde atrás o desde la oreja, su zurda, sus finitas y sus rebotes. Un momento, ¿timidez? ¡Si al parecer cuando jugaba en el Atlético se ganó el sobrenombre de “El Rey de la pista”! Un crack absoluto. Uno de los ídolos de Shaquille O’Neal, con quien solía jugar cuando el gordo salía del colegio en San Antonio.




sábado, 28 de diciembre de 2013

Otra visión del “draft maldito” de 1986.

North Carolina State 1985-1986. A la derecha de Fasoulas (2a ronda, número 37), Chris Washburn (número 2), y junto a él, Charles Shackleford (elegido en el draft del 88), otro "chico malo" que jugó en el Aris y en el PAOK. Nate McMillan (elegido en 2a ronda con el número 30) y Vinny Del Negro (draft del 88) debían ser los "chicos buenos" del equipo.

El draft de 1986 ha pasado a la historia como el “draft maldito”. En el inocente colectivo ha quedado la imagen de que pocos de los elegidos cumplieron con las expectativas depositadas en ellos.  ¿Fue así realmente? Visto aquel draft con “ojos NBA”, por supuesto, pero ¿por qué no lo analizamos con “ojos europeos”?

All American Team de la temporada 1985-1986. Todos acabarían elegidos en el "draft maldito".

Entre lesiones inoportunas, problemas con las drogas y sucesos trágicos, tendemos a olvidar que hubo muchos jugadores de aquel draft que triunfaron en Europa o que cuajaron en la liga.

Está claro que entonces la distancia entre el baloncesto de la NBA y el de Europa era mucho mayor de la que hay ahora, tanto a nivel de calidad como de organización y preparación física. Jugadores de segunda o tercera ronda podían hacer carrera en Europa tranquilamente, pero no olvidemos que Sabonis y Petrovic acabaron haciéndose un sitio en la NBA pocos años después, recorriendo el camino a la inversa.

Lucio y Gus (2a ronda, número 40), menuda pareja.


El draft de 1986, visto desde el otro lado del Atlántico, merece el calificativo de bueno o muy bueno. En él fueron elegidos Drazen Petrovic y Arvydas Sabonis, para muchos los dos mejores jugadores europeos de la historia. Además, en la lista podríamos incluir a otros inolvidables europeos como Valery Tikhonenko, Panagiotis Fasoulas, Alexander Volkov o Augusto Binelli. Alguno intentaría jugar en la NBA más tarde, pero la mayoría acabó quedándose y ganando títulos en Europa. Cierto que ni Sabonis -rotura del tendón de Aquiles- ni Petrovic -muerte prematura en accidente de tráfico- escaparon al maleficio, pero justo es recordarlo todo.

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Brad Daugherty y Len Bias.


Brad Daugherty fue el número 1 de aquel draft y jugó 8 temporadas en Cleveland a muy buen nivel. Sin embargo, un problema grave en la espalda forzó su retirada a los 28 años.

Len Bias y David Stern.


El número 2, Len Bias, apareció muerto dos días después de la elección por sobredosis de cocaína. Las circunstancias en las que se produjo el fallecimiento causaron un gran impacto en la sociedad estadounidense. La pérdida de Bias marcó el inicio de la “maldición” del draft del 86.

Del 3, Washburn, hablaremos después.

El 4, Chuck Person, sí que hizo carrera en la liga.

Kenny de Kentucky.


De Kenny Walker, el número 5, nos acordamos porque ganó un concurso de mates del All Star de la NBA y otro de la ACB, vistiendo las camisetas de los Knicks y del Granollers respectivamente, pero nada más. Sus constantes problemas con las lesiones hicieron que su carrera fuera claramente hacia abajo, hasta que se retiró en la liga de Japón en 1997.

William Bedford
, el siguiente de la lista, se quedó en América pero pasó por el campeonato con más pena que gloria, anotando 4,1 puntos de media en varias temporadas. Aunque ganó un anillo con los Pistons en 1990, era el último bad boy de la plantilla. Estuvo metido en líos desde muy joven. En 2006 lo pillaron traficando con marihuana y fue condenado a 10 años de cárcel.

Así podría seguir casi hasta el infinito, pero como no acabaría nunca, me centraré en “lo mío”.

Trío de elegidos-conocidos en el draft del 86: Harold Presley, Andre Turner y William Bedford (el del fondo, de Memphis).

El draft del 86 fue muy productivo para España, donde jugadores como Wendell Alexis, Andre Turner, Johny Rogers, Arvydas Sabonis, Drazen Petrovic, Valery Tikhonenko o Dan Bingenheimer dejaron su impronta. También en países como Italia o Israel acabaron haciendo carrera algunos de los elegidos en el “draft maldito”, aunque aquí lo que me interesa es hablar de los jugadores de aquel draft que acabaron en Grecia.

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Hasta 1988 no podían jugar extranjeros en la liga griega de baloncesto, y los que fichaban lo hacían solamente para participar en competiciones europeas. Hasta entonces, los clubes que habían logrado fichar americanos o yugoslavos con pasado griego dominaban la liga. Venir a Grecia para jugar, como mucho, una vez por semana, no atraía ni siquiera a elecciones bajas del draft.


La posibilidad de fichar un extranjero por equipo, sin embargo, abría las puertas a muchos jugadores de la NBA. No era lo mismo un partido por semana o cada quince días, que 8 al mes y entrar en la dinámica del grupo. La mayoría buscaba en Europa ganarse el derecho a volver.

¿Por qué tantos “chicos malos” acabaron triunfando en Grecia? Coincidieron varias causas, sin duda, que podríamos resumir en:

- Nuevos inversores en el baloncesto y apertura del mercado. En Grecia, sobretodo a partir del Eurobasket de 1987, el baloncesto “sube”.
- Deporte poco profesionalizado y necesidad de estrellas para potenciar la liga.
- Poco control a los deportistas. Los clubes, al principio, dejaban hacer. Rendimiento en la pista por delante de cualquier otra cosa.
- El fenómeno de los “fans”. Los incorregibles eran tratados como verdaderos dioses, incluso sabiendo de sus tropelías. En Estados Unidos hubieran acabado en la cárcel. En Grecia se les daba un par de collejas y un cariñoso abrazo.

Aunque se podría profundizar mucho más, creo que lo fundamental está dicho. Tampoco ha cambiado tanto la cosa desde entonces, seamos sinceros.

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Len Bias y Chris Washburn.


Chris Washburn, el número 3 del draft del 86, casi no jugó en la NBA, primero por una tendinitis, después por una infección en el riñón y, finalmente, por su adicción a la cocaína. Intentó rehabilitarse, pero tras de dar positivo por tercera vez, la NBA le cerró las puertas definitivamente. Un elemento de cuidado, Washburn, quien reconoció haber bebido alcohol antes de los partidos. Incluso pasó una temporada en la cárcel por tráfico de sustancias, años después de su retirada.

North Carolina State: McMillan, Washburn y Shackleford.


A principios de los 90 vino a Grecia y probó con el Dafni. Chris se presentó en el aeropuerto vistiendo una camiseta con un mensaje contra las drogas. Parecía dispuesto a cambiar y estaba limpio, pero no convenció al entrenador y regresó a los Estados Unidos, donde volvería a las andadas. También se habló de un posible interés del Peristeri que tampoco fructificó.

Roy Tarpley con el número 42 y Richard Rellford con el 40.


De entre estos incorregibles del “draft maldito“, Roy Tarpley, número 7 elegido por Dallas, es el que se lleva la palma. Uno de los mejores americanos que ha pisado Grecia y que llegó cuando todavía le quedaba carrera por delante, con 28 años. Expulsado por drogas de la NBA tras haber sido el mejor sexto hombre de la liga, llegó al Aris y ganó la Recopa. Después pasó al Olympiacós, con el que jugó la final del 94 contra la Penya (la víspera desapareció del hotel y se fue de juerga por Tel Aviv). Intentó volver a la NBA, pero dio positivo por tercera vez. Regresó a Grecia y se enroló en las filas del Iraklís de Salónica, pero Tarpley ya no era el mismo.

Harold Pressley con Vilanova y Roy Tarpley con Michigan.


Se le sigue recordando, sobretodo en el norte. Tres temporadas completas en tres equipos diferentes y dos intentos fallidos de regreso, en el Aris (1998) y en el Íkaros Kalitheas (1999), fueron el balance de Roy Tarpley en Grecia. Ganó una liga con el Olympiacós y una Recopa con el Aris, además de llegar a la final de Tel Aviv. Le dediqué este post. Acabó mendigando.



Aunque Brad Sellers, elegido por Chicago en el número 9, jugó varios años en Chicago y luego en Seattle, no lo hizo con los números esperados y acabó fichando por el Aris de Galis y Giannakis (temporada 1990-1991). El flacucho pívot no pudo hacer olvidar a Stojko Vrankovic, pero ayudó a revalidar el título de liga. Es más, anotó el 2+1 definitivo del último partido de las finales. Lo volvió a intentar en la NBA (Pistons y Timberwolves), pero dos temporadas después regresó a Europa, donde acabaría convirtiéndose en un temporero.

Kevin Duckworth fue descartado por el PAO.


John Salley, número 11 del draft, fue uno de los caprichos de los hermanos Giannakópoulos. La Araña de los Pistons de Chuck Daly llegó a Grecia en 1997, con 33 años de edad. Dos anillos con Detroit y uno con los Bulls hacían del pívot un bocado apetitoso. El PAO necesitaba otro fichaje mediático para hacer olvidar a Dominique Wilkins, por lo que barajaba varias posibilidades.

Maljkovic necesitaba un sustituto de Vrankovic. Descartado el amigo Tarpley por sus problemas con el alcohol y las drogas, la opción deseada era Kevin Duckworth, el Pato, otro de los del draft maldito que hizo carrera en Portland y que murió relativamente joven. El pívot se presentó en el aeropuerto con 9 maletas y algo fondón. Si el jugador ya era un peso pesado cuando estaba en activo, imaginaos cuando se dejó ir… Yo diría que no llegó a deshacer las maletas. El pobre fue empaquetado y devuelto a su lugar de origen.

A Salley no le gustó que Maljkovic no le dejara fumar puros delante de los compañeros.


La última opción era la de un hombre que había anunciado su retirada la temporada anterior, John Salley. Una elección arriesgada, sin duda, y que acabó saliendo mal.

Firmó por 1 millón de dólares (más 300.000 en primas por títulos, si los había), pero una vez iniciada la liga, todavía no había aparecido por la capital. El mánager del jugador ponía burdas excusas que nadie entendía (“tiene deberes que atender con asociaciones benéficas…”). El PAO había optado por un pensionista que ni siquiera iba a hacer pretemporada.

Nikos Ekonomou y John Salley discutiendo la jugada en el banquillo.


Finalmente, apareció por primera vez en Barcelona, donde llegó en vuelo directo desde Estados Unidos para jugar un partido de la Euroleague. Tras un entreno previo en el mismo Palau, disputó unos minutos pese a no conocer ni a sus propios compañeros (12 minutos, 5 faltas). La Araña duró un mes en el club, pero ¡menudo mes!

Salley llegó a Grecia con la cabeza puesta en Hollywood, donde ya había hecho sus primeros pinitos. Tras el partido en Barcelona, comentó que quería alquilar un barco en el Pireo durante su estancia y un helicóptero para dar vueltas por Atenas, entre otras cosas.

Los primeros roces con Maljkovic no tardaron en llegar, claro. Cierto día, el jugador cogió un permiso para irse a Estados Unidos sin que el entrenador lo supiera. Según dijeron los dirigentes, por contrato Salley tenía derecho a tomar tres permisos de tres días por asuntos propios a mitad de temporada. Mientras en Grecia Bozidar estaba que se subía por las paredes, la Araña negociaba un contrato con Disney y otro con un canal de televisión para hacer un show.

Bozidar Maljkovic y John Salley.


La paciencia de Maljkovic con él acabó en 22 de octubre de 1996. El PAO tenía partido de copa contra el PAOK y Salley seguía en Estados Unidos. Sin embargo, el pívot se comprometió a llegar a la hora del choque para jugar. Como se retrasó el vuelo desde Miami, no había manera de coger el enlace previsto. Ni corto ni perezoso, Salley solicitó negociar con la torre de control un vuelo privado para después del aterrizaje, desde el propio avión. Sorprendentemente, el bad boy consiguió un jet privado con el que viajó desde Orly al Aeropuerto Eleftherios Benizelos. La broma le salió por 20.000 dólares (6 millones de dracmas).

Para desplazarse desde el Benizelos al pabellón, Salley subió a una furgoneta oscura que le llevó a un helicóptero cercano que le estaba esperando. Llegó con el tiempo justo al partido, pero Maljkovic lo dejó fuera de la convocatoria. Increíblemente, Pablos Giannakópoulos habló de la profesionalidad del jugador por querer llegar al partido en lugar de defender la lógica decisión del entrenador. Además, le devolvió el dinero que se había gastado.


John Salley bajando a la carrera del helicóptero para llegar a tiempo al partido.


Salley no tardó mucho en volver a Estados Unidos con los bolsillos llenos... o no tanto, puesto que solo duró un mes. Byron Scott sería el siguiente de la lista. Imposible olvidar la llegada del jugador al pabellón de Glyfada en helicóptero. Nadie sabe todavía a estas alturas por qué diablos se fichó a un jugador que estaba más pendiente de hacer carrera en Hollywood que otra cosa. Guarda un gran recuerdo del país, no así de Maljkovic, al que le acusa de haberle tratado como a un chiquillo. El pívot todavía tuvo tiempo de ganar otro anillo, esta vez con los Lakers, acudiendo a la llamada de Mr Zen.

Walter Berry en St. John's.


A Walter Berry, elegido el número 14 por Portland, le dedicaré un post de manera exclusiva en breve, porque gran parte de su carrera en Grecia la pasó en Salónica (PAOK, Aris, Iraklís, Makedonikós). Un superclase zurdo campeón de la NCAA que firmó, entre otros, por el Atlético de Madrid, donde se hartó de meter puntos. Fichó por el Olympiacós y ganó la liga. Su falta de sacrificio y sus problemas en las rodillas hicieron que su carrera fuera poco a poco en declive, aunque en Grecia se le sigue recordando. Un jugador peculiar con cara de dormido y extraña mecánica de lanzamiento. James Donaldson y Walter Berry, dos de los jugadores más tacaños de la historia del baloncesto. Tengo varias anécdotas acontecidas en Grecia de lo más curiosas, que explicaré en otra entrada. De momento, conformaos con algunas que sucedieron en España pinchando aquí.

Buck Johnson, un número 20 del draft jugando en Patras.


Buck Johnson, elegido por Houston en el número 20, hizo carrera en los Rockets hasta 1992, año en que fichó por Washington. Tras un leve paso por la CBA, decidió probar en Europa, enrolándose en las filas del Tofas Bursa turco. En Grecia jugó en el Apolonas de Patras (1995-1996), en el Iraklís (1998-2000), en el Dafni (2000-2002) y en el Peristeri (2002-2003).

Buck Johnson cumplió con creces también en el Iraklís de Salónica.


Sorprende bastante que todo un número 20 del draft, de los mejores “pistoleros” de Alabama (4o máximo anotador de la Universidad), acabase jugando en equipos menores de Grecia, salvo el Iraklís. Un alero veloz con buena mano que cumplió con nota en el país, siendo uno de los máximos anotadores en las temporadas que jugó. A Johnson el Patras le pagó 260.000 dólares del ala por un año. Un pastizal teniendo en cuenta que entonces ya tenía 31 años. 



El curioso paso de Scott Skiles por el PAOK en tres imágenes: jugando, jugando-entrenando y entrenando.


La historia de Scott Skiles, elegido número 22 por los Bucks, es muy curiosa, porque fichó por el PAOK como jugador y acabó como entrenador-jugador. A media temporada y poco después de que Scott se lesionase, el entrenador del PAOK se marchó y decidieron ponerle a él, por el simple hecho de ser americano y saber más que los demás. Fue el primer entrenador-jugador de la liga, ¡y el último! Al año siguiente empezó su carrera en los banquillos de la NBA como ayudante en los Boston Celtics. Me gustaría saber qué grado de importancia le da Skiles a su primera experiencia como entrenador en un club como el PAOK y en unas circunstancias tan extrañas. El paradigma de playmaker que dirige con inteligencia al equipo. Con la ayuda inestimable de Stojakovic, Rentzias, Boudouris y Bonner, el conjunto de Skiles logró conseguir una meritoria tercera plaza, tras cargarse al Panathinaikós contra todo pronóstico.

El número 23 y el 37 del draft de 1986 acabaron jugando juntos en el PAOK.

  
El caso de Ken Barlow, elegido por los Lakers en el número 23, es sorprendente porque a pesar de haber sido escogido en primera ronda, no jugó nunca en la NBA. Desde el High School se marchó a Italia, cuando el Pallacanestro era el mejor campeonato del continente. Con el Tracer de Milán ganó la liga, la Copa Intercontinental y la Copa de Europa. Después fichó por el Maccabi de la gran época con el que consiguió 3 ligas. Firmó por el PAOK, donde jugó tres temporadas. Fue uno de los pocos americanos que se adaptó perfectamente a la vida familiar griega, y una de las piezas claves del PAOK campeón de la Recopa del 91 y de la liga del 92. Un cuatro ágil con facilidad para anotar desde cuatro metros. Junto con Tarpley y Berry, de lo mejorcito que ha pasado por Grecia.

El hispanoamericano Johnny Rogers, elegido en segunda ronda en el número 34 por Sacramento, llegó a Grecia con 34 años después de haber jugado en Estados Unidos, España e Italia.

Johny Rogers, un seguro de vida para el primer Panathinaikós de Obradovic.


Tras un año en los Kings y otro en los Cavaliers, fichó por el Real Madrid, en lo que sería su primera experiencia europea. Ganó la Recopa en el Palacio de la Paz y de la Amistad en aquel espectacular partido de Petrovic contra el Caserta de Óscar Schmidt. Tras jugar en otros clubs españoles y varios italianos, aterrizó en Grecia. Jugó dos temporadas con el Olympiacós entre el 97 y el 99, año en el que decidió cambiar el Pireo por Atenas. Con el PAO consiguió sus mayores éxitos, ganando 2 Euroligas y 2 ligas griegas en solo 3 temporadas.

Panagiotis Fasoulas y Richard Rellford.


Aunque Panagiotis Fasoulas, elegido el número 37 por Portland, llegó a pisar suelo americano y a jugar algunos partidos con la Universidad de North Carolina State antes del draft, decidió quedarse en Grecia. En el PAOK de Salónica y en Olympiacós del Pireo se convirtió en uno de los mejores pívots de la competición, formando junto a Galis, Giannakis y Christodoulou una selección griega que haría historia. Le dediqué un post no hace mucho que resumía su carrera. Seguro que si hubiera ido a la NBA, no le habría ido todo tan bien. Como nota curiosa, en el mismo draft fueron elegidas las dos arañas, John Salley y Panagiotis Fasoulas.

Lampley en su paso visto y no visto por Grecia.

Lemone Lampley, elegido en la posición 38, apenas estuvo 6 meses en el PAOK, donde no cuajó. Había jugado en España -Zaragoza, Tenerife y Badalona, donde ganó títulos- y luego en Italia. Fichó procedente del Stefanel de Trieste, donde había hecho una buena temporada. Fue cortado irremediablemente porque sus 4,8 puntos por partido resultaron insuficientes.

Como Lampley, Tod Murphy y el americano-irlandés Ron Rowan pasaron bastante desapercibidos por el país. El primero, elegido el número 54, jugó algunos partidos con el Lárissa en 1995, y el segundo, elegido el número 67, estuvo un año jugando en el PAOK de Salónica (temporada 1997-1998).

Rellford y el maestro John Wooden.


Richard Rellford, elegido en la quinta ronda (número 95 por Indiana), acabó en los San Antonio Spurs, donde solo jugó 4 partidos -antes lo había hecho en la CBA-. Tenía problemas serios de peso. Entrenaba poco y comía mucho. En el 88 llegó a Europa para jugar dos temporadas en el Maccabi Rison de Israel. A continuación fichó por el AEK de Cosic, donde jugó 8 partidos a un gran nivel, hecho que le valió fichar por el Valvi Girona desde diciembre -del 90-. Volvió a los USA para intentar jugar en la NBA, pero solo pudo encontrar equipo en la CBA, con lo que volvió a Europa -al Canarias-.

Rellford con la camiseta del Pagrati.


Regresó a Grecia para jugar con el Dafni en la temporada 1992-93. Quedará en la historia como el primer americano en conseguir el título de máximo anotador de la liga, con un promedio de 27,8 puntos y 9 rebotes. Tras otra temporada en Israel, fichó por el Pagrati y al año siguiente por el Irakleio. Todas sus temporadas en Grecia fueron excelentes a pesar de que con el Irakleio no consiguiera salvar la categoría. En total en Grecia Rellford anotó un promedio de 25,6 puntos y cogió 8,6 rebotes. Otro de los grandes americanos que ha pasado por el país, sin duda. Un anotador infatigable que sabía aprovechar muy bien el cuerpo que tenía. De los que se hacía respetar en la zona empujando con el trasero, como tiene que ser, a pesar de sus dos metros raspados.

Sasha Volkov y Cornelius Thompson.

Alexander Volkov, elegido en sexta ronda y que probaría en los Hawks años después, estuvo dos temporadas en Grecia. La primera la jugó en el PAO y la segunda en el Olympiacós, con quien ganó una liga y llegó a la final de la Euroleague. Sus números fueron buenos y su paso por Grecia es recordado a pesar del escaso tiempo que jugó. Grandísimo talento. Un fijo de la gran selección de la URSS de Gomelski, Sabonis y compañía.

Johny Newman, elegido por Cleveland en el número 29, tuvo una larguísima carrera en la NBA antes de recalar en el Panionios griego (temporada 2002-2003), único equipo europeo en el que jugó. Tras su paso por Nea Smirni, con 39 años cumplidos, se retiró.

Anthony Bowie en la final de la Copa Saporta.


Anthony Bowie, seleccionado por Houston en el número 66, fichó por el AEK de Atenas en la temporada 1999-2000, procedente del Zalgiris, equipo con el que había conquistado la Euroleague el año anterior. Un auténtico trotamundos que, pese a sus 36 años, siguió dando guerra en Grecia. Con el equipo de la capital logró la Copa Saporta y la Copa de Grecia. Una temporada incompleta en el Aris (2000-2001) y algunos partidos en el Near East (2001) completaron su periplo en el país.

El paso de Anthony Frederick por el Aris, elegido en sexta ronda por Denver, fue testimonial. Llegó en una situación en la que el club se tambaleaba tras la marcha de Giannakis. No podían pagarle lo que habían firmado y el jugador se marchó a los 2 meses de la temporada 1993-1994. Falleció de un ataque al corazón a los 39 años.

John Paul Shasky, elegido por Utah el número 61, empezó su carrera en Francia. Jugó en tres equipos de la NBA en tres temporadas distintas, y regresó a Europa para jugar el Pallacanestro Trapani de Italia. Fichó por el Iraklís, donde no completó la temporada 92-93. Ese mismo año, disputó algunos partidos con la camiseta del Papagou. Tras un leve paso por el Fórum Filatélico de la ACB, volvió a Grecia para ayudar al Apollonas Patras. Su última temporada en activo la disputó en Badalona, con el Joventut. En Grecia quedó como un pívot resultón útil de la segunda unidad y poco más. 

Conner Henry, elegido con el número 89 por Houston, no consiguió hacerse hueco en ningún equipo de la NBA. Una temporada entera en los Bucks y poco más. Fue carne de CBA varios años y luego jugó con el Brescia italiano, el Mulhouse francés, el Pamesa Valencia y el Andorra. A pesar de haber caído lesionado durante su segunda temporada en Valencia, Henry cumplió como alero tirador en la ACB. Recaló en las filas del Sporting en la temporada 1996-1997, y en las del Peristeri la 1997-1998. Hizo dos buenos años y jugó competición europea con el Peristeri.

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Otro de los del “draft maldito” que podría haber acabado en Grecia fue Drazen Petrovic, que tenía un ofertón del Panathinaikós sobre la mesa aquel fatídico verano de 93. Ver a Petrovic y a Galis en el mismo equipo hubiera puesto el colofón a un draft "maldito" que, para Grecia, no lo fue tanto.

Petrovic (3a ronda, número 60), Sabonis (1a ronda, número 24) y Tikhonenko (7a ronda, número 157), tres europeos del draft del 86.