(parte I: trayectoria profesional)
Sobre Giannis Ioannidis se podrían llenar páginas y más páginas acerca de su personalidad, sus fobias, sus manías, su carácter y sus problemas. No dejaba indiferente a nadie. En él no había tibiezas ni término medio. O conmigo o contra mí.
Hombre de mirada desafiante y ceño fruncido, a veces parecía cabreado con el mundo. No son pocos los jugadores que hablan mal de él y de su comportamiento. Exagerado en todo, se enfrentó a presidentes, jugadores, prensa y afición. Sus constantes salidas de tono y sus protestas a pie de pista lo hicieron conocido en toda Europa. Un cascarrabias del parquet que incomodaba y tenía acojonados a todos los árbitros de la liga.
De profundas creencias religiosas a pesar de maldecir en arameo cada dos por tres, su carácter era en sí mismo un choque de personalidades. Nervioso, protestón, sucio y malcarado, llegó a convertirse en el enemigo número uno de alguno de sus propios jugadores. Pero incluso sus neuras eran entrañables.
Los que lo conocen dicen que pasaba de estados de euforia incontrolada a momentos de extraña y sorprendente tranquilidad.
Sus métodos y actitudes casi paramilitares no ayudaban a mejorar su imagen. Sin embargo, Ioannidis era un hombre de raza, pasional, profesional, serio, trabajador y único.
Su padre murió en la Guerra Civil y tuvo que criarse sin él, lo que marcó su carácter para siempre. Le hizo más duro. Maduró más deprisa. Se convirtió en el hombre de la casa y tuvo que asumir responsabilidades que por edad no le correspondían.
Cuando eligió el baloncesto en lugar del fútbol, ni siquiera tenía zapatillas para jugar y por ello se las tuvieron que prestar. En aquella época “sólo” existía el fútbol, pero él no tardó mucho en darse cuenta que lo suyo era el baloncesto.
Pasó por las categorías inferiores del Aris hasta llegar al primer equipo ¡con 15 años! Consiguió ganarse la confianza del entrenador y se convirtió en el base titular del equipo.
Como jugador, vistió la camiseta del Aris 19 años, desde 1959 hasta 1977, no consiguiendo ningún título. La fiebre amarilla la llevaba dentro y la llevará toda su vida. Fue internacional con la selección helena desde 1965 hasta 1970 aunque en aquella época no se jugaban demasiados partidos. Participó en 17 anotando ¡sólo 8 puntos en total! Desde luego, era de todo menos un base anotador.
Sus compañeros fueron los primeros en sufrir su agrio carácter. Su fuerte personalidad le hacía ser ya, pese a su corta edad, la prolongación del entrenador Anestis Petalidis en la pista.
Cuentan que un día uno de los veteranos le dijo lo que debía hacer en una jugada pero Ioannidis respondió de mala manera: “yo no hago lo que no me gusta”. Algo veía Petalidis en aquel jugador, porque no lo castigaba pese a sus desplantes.
En el año 76, Petalidis aconsejó a Ioannidis que se hiciera entrenador. Dos temporadas después tomó la decisión de hacerse entrenador. El primer equipo que dirigió, aunque durante muy poco tiempo, fue el Ergotelis.
El Rubio con el Ergotelis en 1977.
En la temporada 1978-1979 se sentó en el banquillo del Aris por primera vez.
El equipo de Salónica había quedado octavo la temporada 77-78 con Irakleos Klaglas en el banco. El Rubio ganó la liga siendo entrenador ¡con 23 años! Algo insólito e inaudito.
Temporada 1978-1979. Campeón de liga.
Dejó el equipo para trabajar para la federación durante un tiempo como técnico asistente. De 1979 a 1981 entrenó al Lárisa.
En la temporada 1980-1981 compaginó el cargo de entrenador en Lárisa con el de seleccionador nacional. Su primer partido fue contra Hungría el 18 de octubre y acabó con victoria por 82-74.
Con Dusan Ivkovic, predecesor en el cargo.
En 1982 vuelve al Aris, donde entrenará hasta 1990. Sustituye a Ivkovic, que había declarado que con Nikos Galis el Aris no ganaría nunca nada. Ioannidis construirá un equipo ganador que marcará una época. Ganará ligas y copas. Hará conocido al Aris en Europa. Conseguirá ganar tres ligas seguidas sin perder un solo partido. ¡80 victorias seguidas!
Temporada 82-83.
Sólo cuando Nikos Galis dijo: “o él o yo”, lo echaron. Durante el verano de 1990, Ioannidis deja el Aris. Recibe una oferta del PAOK, pero la rechaza.
Está un año sin entrenar hasta que recibe la llamada de Sokratis Kókkalis, futuro presidente del Olimpiacós, que lo convence para dirigir el timón de los del Pireo. El Rubio firma en 1991.
Su vuelta al Alexandrio con el Olimpiacós:
Volverá a saborear las mieles del triunfo. Consigue hacerse querer por los aficionados del Olimpiacós. Durante un partido de la temporada 91-92, regala su chaqueta a uno de los árbitros en señal de protesta por el arbitraje recibido contra el PAOK. También son conocidos sus problemas con el Panathinaikós. Por un lado, era un provocador nato, pero por otro, fue de los primeros en coger el micro y pedir a los aficionados que dejasen de tirar objetos a los jugadores. Dualidad.
Siguió ganado títulos y llevó al Olimpiacós a dos finales de la Copa de Europa.
Con Sokratis Kókkalis.
Dimitió del cargo durante el verano de 1996 por discrepancias con el presidente Kókkalis. Al parecer, hubo una pelea muy fuerte entre ambos después de una derrota contra el Madrid en la capital de España, que precipitó los acontecimientos. Poco antes de empezar la liga y para sorpresa de todos, Ioannidis presentó su dimisión. La rueda de prensa fue emitida por televisión..
Al año siguiente, el Olimpiacós ganó la Copa de Europa sin él. Estaba gafado.
Fichó por el AEK de Atenas, al que dirigió desde 1996 hasta 1999.
No dejó de tener problemas tampoco en el AEK, aunque consiguió llevarlo a la final de la Copa de Europa. Un milagro.
Perdió la Copa de Grecia en el Alexandrio contra el Aris después de un montón de problemas. Se quejó de los árbitros diciendo que “hasta los ciegos han visto lo que ha pasado”. Haciendo amigos.
Siguen los problemas derivados de su fuerte carácter, que le hacen enfrentarse de nuevo a los aficionados del PAO. Llegó a las manos con Fanis Christodoulou.
Poco después, dejó el AEK y volvió al Pireo la temporada siguiente, la 1999-2000.
La segunda experiencia con el Olimpiacós fue poco duradera. En el 2000, Kókkalis fichó a Ilías Zouros. Ioannidis denunció al club porque no quería pagarle el dinero que le debía.
Finalmente, recibió 1,2 millones de euros que donó a la comunidad de Agios Oros.
En 2001 vuelve a la selección, primero como técnico y luego como entrenador. En el Europeo de Suecia consigue la quinta plaza. En 2002 dirige nuevamente a la selección griega hasta el Eurobasket de 2003. Su último partido fue el 14/09/2003 contra Serbia y Montenegro, que acabó con victoria por 72-64.
Desde 2003, sus esfuerzos se centran en preparar su carrera política. ¿Por qué lo hiciste, bribón? Totalmente innecesario. Parte del prestigio conseguido, directamente tirado a la basura.
Durante el período de preparación para los JJOO de Atenas, decide presentarse candidato a las elecciones por Nueva Democracia. Fue elegido diputado La incompatibilidad de cargos le impediría volver a los banquillos. Muchos le acusaron de aprovechar su carrera deportiva para salir elegido.
Más tarde fue nombrado vicepresidente del Ministerio de Deportes.
El Ioannidis político.
Menudo personaje ¿porqué no existen tipos así en nuestro deporte?
ResponderEliminar80 victorias seguidas, un "no" a los "turcos" del PAO, fumando en el banquillo... genio y figura...
Con 15 años titular en el Aris. Casi como Ricky Rubio. Tengo material de este hombre para 2 post más.
ResponderEliminar¡PAO es Panatnikaikós! De todos modos, no lo pueden ver ni los del PAO ni los del PAOK.
Lapsus con lo del PAOK, pero creo que nos da igual lo que opinen...
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