Con motivo del próximo vigésimo aniversario de la Liga Europea verdinegra de Tel Aviv, veamos
un poco cómo fue aquella final desde la perspectiva griega.
La expedición del Olympiacós llegó a Israel cinco o seis días antes. Fue deseo de Ioannidis que el grupo visitase los Santos Lugares para recibir la
bendición del Patriarca ortodoxo. Quedará para la historia la anécdota del
Patriarca Diódoros cuando en el
sermón habló de derrotar a los “bárbaros”
sin saber que en la semifinal el Olympiacós
se iba a enfrentar a sus compatriotas del Panathinaikós
de Atenas. Es posible que Pavlos
Giannakópoulos desconociera el hecho porque hizo una generosa aportación al
lugar (30 millones de dracmas nada menos). Conociendo un poco al personaje,
estoy convencido de que Ioannidis
confiaba en la ayuda divina para ganar. Las cámaras enfocan al Patriarca unos
segundos durante la final.
Tanto el Olympiacós
como el Panathinaikós habían formado
dos plantillas muy potentes con el fin de conseguir la Copa de Europa. Recordemos que nos encontramos en la primera época
de los hermanos Thanassis y Pavlos Giannakópoulos en el Panathinaikós, y de Sokratis Kókkalis en el Olympiacós. Los potentados construyen
equipos a golpe de talonario.
En los verdes se juntaron Nikos Galis, Frangiskos
Alvertis, Nikos Oikonomou, Stojan Vrankovic y Alexander Volkov
a las órdenes de Kostas Politis. Los
rojillos, dirigidos por el malcarado Giannis
Ioannidis, contaban con Panagiotis
Fasoulas, Zarko Paspalj, Giorgos Sigalas, Roy Tarpley y
los tres yugoslavos nacionalizados: Dragan
Tarlac, Milan Tomic y Franko Nakic.
La primera semifinal la disputaban el Barcelona y el Joventut de Badalona en lo que suponía un duelo fratricida de clubes
catalanes. Los primeros dirigidos por Aíto
García Reneses y los segundos por Zeljko
Obradovic. Un equipo que volvía a la Final
Four tras dos años de ausencia contra una de las fuerzas emergentes. El Joventut
había llegado a la final dos años antes, cayendo in extremis por culpa de
aquel triple desequilibrado de Alexander
Djordjevic.
A los griegos les daba más miedo el Barcelona. ¿Menospreciaron los helenos
a los badaloneses?
La mayoría de aficionados viajó en barco a Tel
Aviv, partiendo de El Pireo y del puerto de Rafinha. Los caprichosos horarios
hicieron que algunos de los ferrys coincidieran en su hora de llegada a Israel,
con lo que las primeras peleas entre rojos y verdes ya se produjeron en el
mismo puerto de Tel Aviv. También hubo roces en la mismísima Jerusalén los días
posteriores. En la rueda de prensa previa hubo algún que otro puyazo entre los
dos entrenadores.
El Olympiacós perdió la final el día en que ganó la semifinal.
El Olympiacós
se impuso en la semifinal al Panathinaikós
por 77-72 (OLY: Paspalj 22, Tarpley 21, Sigalas 15, Fasoulas 13,
Tomic 6, Bakatsiás, Stamatis, Nakic, Tarlac, Kambouris. PAO: Volkov 32, Vrankovic 11,
Galis 8, Patavoukas 7, Myriounis
6, Georgikopoulos 3, Oikonomou 3, Alvertis).
Zarko Paspalj (22) y Roy Tarpley (21) fueron los
protagonistas del partido. La defensa de Giorgos
Sigalas sobre Nikos Galis, que
acabó en 8 puntos, fue otra de las claves del choque. Volkov anotó 32 puntos pero recibió poca ayuda en ataque. La enorme
rivalidad existente y la tensión vivida desgastaron enormemente al equipo
marinero. Había que ganar al eterno rival si se pretendía volver vivo a casa. Por
momentos parecía que vencer la semifinal fuera el objetivo, no conseguir la Copa.
En la otra semifinal el Joventut de Badalona se impuso al Barcelona por 79-65. Los culés llegaron al descanso con ventaja
(31-36), pero la salida de Tomás Jofresa
en el segundo tiempo cambió el signo del partido. Con un parcial de 17-2 la Penya se puso por delante 51-42 y el Barça no pudo reaccionar. Tomás acabó con 21 puntos y Villacampa 20, mientras que por los
azulgranas Epi metió 23. El día después
de la semi, la Penya se fue al zoo, como explica Villacampa en la web de la Euroleague.
En el partido por el tercer puesto el Panathinaikós ganó al Barça por 100-83 en lo que sería el
último partido de Galis en una Final Four (anotó 30 puntos).
Analicemos la final. Propongo el ejercicio de ponernos
en lugar de un aficionado del Olympiacós.
Dífícil no acabar desquiciado y con ganas de matar a alguien.
El partido es malo de solemnidad, siguiendo un
poco la tónica de la Final Four de la temporada anterior,
aquella en la que el Limoges se
proclamó campeón. El choque transcurre lento, trabado, zarrapastroso, feo. ¡Pero
pobre de ti que te levantes del sofá! Se masca la tensión, el miedo y la
angustia. Entre el humo de los cigarros que los griegos se fuman en la grada
reconocemos a la figura del cura.
Ioannidis empareja a Sigalas con Villacampa. Rambo puede
con el capitán durante el primer tiempo. Efthimis
Bakatsiás sale de titular y es el que anota la primera canasta griega en el
minuto 2:30. Hay poquísima fluidez desde el inicio por parte de los dos equipos
y Fasoulas lo falla absolutamente
todo. El Olympiacós empieza con 1/9
en el tiro.
Zeljko quería dos partidos a pocos puntos. Al Barça lo dejó en 65 puntos y desde los
primeros minutos se ve que a los helenos les va a pasar lo mismo. Las pantallas de los hombres bajos como Rafa Jofresa sobre los defensores de
los pívots verdinegros permite lanzamientos cómodos de los hombres altos. La Penya toma ventaja explotando las
muñecas de Ferran y Thompson (9-4). Es decir, lo que en el
fondo va a definir la final ya se da en los primeros minutos y Ioannidis no pone remedio.
Los pívots verdes incomodan muchísimo jugando por
fuera. Fasoulas y Tarpley sufren y por momentos dudan: no
saben si salir y dejar desierta la zona o si quedarse en el cambio de hombre.
A pesar de que el ataque catalán es más fluido, no
se escapa y permite el empate (10-10) con la primera canasta de Tarpley en el minuto 10. Con Tomic y Tarlac, que se había perdido 42 partidos por lesión, el Olympiacós mejora. El americano conecta
con el partido, pero Tarlac se carga
rápidamente de personales (comete 3, 2 en ataque) y vuelve al banquillo.
La Penya
tiene problemas en el poste bajo con Zarko
Paspalj. Los griegos encuentran ahí una vía de agua por donde entrar. Físicamente
Smith no puede con el alero.
Obradovic realiza su
primer cambio en el minuto 12. Entra Tomás
Jofresa por un desacertado Villacampa,
que se ha visto superado por Sigalas.
El base entra revolucionado y el Olympiacós
lo aprovecha para abrir hueco (24-16). Paspalj
sale liberado de los bloqueos y se vuelve peligrosísimo en los 3 metros. Casi
es preferible hacer faltas y mandarlo al tiro libre.
Los árbitros pitan muchas faltas personales, pero
muy repartidas. El montenegrino toma la responsabilidad. Pide la bola y el
equipo lo busca. La salida de Juan
Antonio Morales consigue frenar a Tarpley,
que llevaba varios minutos a buen nivel. La rotación verdinegra se reduce a 7
hombres, aunque Morales jugará
poquito. Aunque el Olympiacós tiene
más banquillo, la rotación es casi tan corta como la del Joventut. Los griegos no consiguen cargar a los interiores rivales
con faltas.
Por el Joventut
anotan todos. Villacampa mete su
primera canasta en juego a falta de 3 minutos para el descanso. Contrariamente,
el Olympiacós depende demasiado de Paspalj y del intermitente Roy, empeñado en jugar por fuera en
ataque.
El ritmo sigue siendo lento y el choque es roñoso,
huraño, difícil. En medio del atasco, las canastas de Ferran Martínez son agua bendita. Al descanso, Ferran 14 - Fasoulas 0. Un
triple de Mike Smith sobre la bocina
empata el partido a 39.
La primera canasta de Panagiotis Fasoulas
llega en el minuto 22. A esas alturas, Tarpley
ya llega andando al ataque.
Al principio de la segunda parte la igualdad es
máxima. La angustia crece a medida que avanzan los minutos. Continúa el
concierto de pito y los ataques se alargan. Cuesta anotar una barbaridad y los
errores se multiplican fruto de los nervios y de la precipitación. La buena
noticia para la Penya es que Villacampa se ha destapado.
El Olympiacós
debería correr, pero Obradovic no lo
permite. La riqueza táctica defensiva evita las transiciones rápidas de los
griegos. Ioannidis parece incapaz de
cambiar el signo de los acontecimientos desde la pizarra y lo único que hace es
quitarse y ponerse la chaqueta.
Zarko ya no es una de
las opciones, es la única opción,
pero su selección de tiro es pésima. El cansancio de los dos jugadores clave es
evidente; sólo hay que verles la cara y seguir sus movimientos. Brazos caídos,
resoplidos, cabeza gacha, sudor... La primera canasta de Tarpley en la segunda parte llega en el minuto 9.
Más que pérdidas de balón, lo que hay son muchos
errores en el tiro, posesiones al límite y tiros libres espantosos. Tarlac regresa pero comete dos faltas
seguidas y acaba expulsado.
Paspalj se mantiene
en pista a pesar de que lleva 12 minutos sin anotar y está absolutamente
ahogado. Ya está en 6/16 y subiendo. Con un triple de Sigalas el Olympiacós se
pone 4 puntos por delante (56-52), ampliados a 5 con un tiro libre de Tomic, que será el último punto de su
equipo.
A falta de 6:40 para el final y coincidiendo con el
regreso de Rafa Jofresa al quinteto
badalonés, se produce el black out griego, el apagón, el cortocircuito, el
hundimiento.
Los últimos ataques y tiros de Olympiacós son absolutamente
inexplicables.
1. Tomic falla el
segundo de sus tiros libres.
2. En el siguiente ataque el Olympiacós pierde la posesión. Roba Mike Smith. A Sigalas se
le ve hecho polvo, como a Tarpley y
a Paspalj.
3. Falla Bakatsiás.
A pesar del cortocircuito, la Penya tampoco anota, con lo que la final sigue abierta. Los
catalanes no ganarán por aplastamiento, más bien por asfixia.
4. Milan Tomic yerra el
tiro.
5. Giorgos Sigalas falla
un contraataque claro. Intenta asegurar tirando a tabla que acaba en pedrada. Zarko Paspalj coge el rebote y fuerza
una falta personal. El montenegrino falla los dos tiros libres.
6. Tomic da un mal pase
a Tarpley, que acaba en el suelo
perdiendo la bola. Las caras de los jugadores son un poema y Ioannidis sigue más pendiente de las
cámaras y de la chaqueta que de poner soluciones. Villacampa pide la bola y con decisión anota de tres (57-56 a
1:30). Ese triple, tal como están las cosas, vale 5 o 6 puntos. La Penya sabe que ha llegado su
oportunidad y el Olympiacós huele a
muerto. Los griegos ven venir la ola que los va a arrollar pero no les
responden las piernas. Jordi pide la bola convencido de que la va a meter. Se ve desde el primer pase. En el momento en el que los brazos griegos están agarrotadísimos aparece la muñeca de Villacampa. Él no lo sabe, pero gracias a ese triple el Joventut ganará la final. El Olympiacós defiende condicionado por el triple anterior y se vuelve loco cuando el balón le llega al capi. Le cierran dos hombres y libera en busca del lado débil.
7. Panagiotis Fasoulas
acribilla el aro después de una especie de reverso. A estas alturas, la gente
se empieza a preguntar si no lo estarán haciendo a propósito. Thompson anota el triple definitivo
tras un ataque eterno. La Penya circula
el balón por fuera sin que parezca que nadie quiera tomar la responsabilidad, captura
dos rebotes ofensivos cruciales (uno de Ferran
y otro de Mike Smith) y Cornelius anota un tiro lejano que
sentencia el choque.
8. La Penya
comete falta sobre Zarko Paspalj.
Empiezan las chapuzas en la mesa de anotación.
Tras la falta a Paspalj han corrido
unas décimas. Por suerte, el montenegrino falla por enésima vez en el 1+1.
Sorprendentemente, ahora el reloj no se mueve. En el tiro libre la zona
verdinegra parece las Ramblas.
9. Tomic no se ha
percatado de que el reloj ha muerto,
porque de lo contrario podría incluso haber penetrado. Se juega un lanzamiento
de 10 metros.
10. El rebote le llega a Paspalj, que falla otra vez desde la esquina con gente del
banquillo verdinegro dentro del campo. Todo culmina con un palmeo infructuoso
de Tarpley, que no se sabe muy bien
si era dentro o fuera de tiempo.
El partido estaba destinado a terminar con un tiro
lejano de un pívot verde. Sin quitar méritos al Joventut, en la victoria catalana también hay mucho demérito del Olympiacós. Todavía hoy nadie se
explica lo que pasó. Ferran volvió a ser el verdugo
de un equipo griego en la Final Four, porque ya lo había sido
contra el Aris de Ioannidis en Zaragoza.
He leído en algún sitio que el público rojiblanco
la tomó con Oikonomou y Alvertis, a los que al parecer se les
vio celebrando el triunfo catalán. Otra fuentes no confirman este hecho.
La tensión pudo con Babis Papadakis, que se desmayó camino de los vestuarios. Dantesco
final. Volvió en sí gracias a la ayuda del médico del Panathinaikós, Christos
Skordís.
Después del partido, Ioannidis fue sorprendido tomándose una
botella de wiskhy junto a los vestuarios y fumándose una caja de cigarrillos. Cuando Sigalas quiso reunir a los compañeros para el grito de rigor, el
entrenador un poco más y lo manda a freír espárrafos. “¿Acaso no ves que todo está perdido?”, le espetó.
Como siempre pasa en Grecia cuando
ocurren estas catástrofes, se habló de apuestas, de haberse dejado perder a
cambio de dinero, e incluso de que dentro del golpe estaban metidos Tarpley, Paspalj y Kókkalis, el
presidente.
A Ioannidis le llovieron las críticas. Siempre asfixiando a sus
jugadores, creando un clima pesado nada positivo que no hacía bien al grupo,
como pasó con el Aris. Tarpley y Paspalj se arrastraban por la pista en la segunda mitad y no los
cambió. Lo nunca visto. El equipo se convirtió en el Titanic. Se iba hunidiendo irremediablemente a los ojos de Europa y
el mandamás se veía superado e impotente ante lo que se le venía encima.
Psicológicamente el equipo estaba
preparado para afrontar el partido contra el PAO, pero no contra un rival en teoría menos potente como el Joventut. Llegó a los últimos minutos
de la final completamente vacío. No respondían ni las piernas ni la cabeza.
La Penya no permitió que el Olympiacós
se escapase de muchos puntos y luego jugó con su nerviosismo. Paspalj llegó con 15 puntos al descanso
y Ferran con 14. A pesar de ir por
delante durante muchos minutos, a los griegos no se les veía cómodos.
Erráticos. Los verdes jugaban con cuatro por fuera y eso volvió loco al Olympiacós. Paspalj no metió en toda la segunda parte.
Tarpley huía del contacto como de la peste y Fasoulas veía el aro cuadrado. El bajón
físico del americano fue muy comentado y luego se dijo que la noche anterior
había salido de juerga por Tel Aviv.
Al parecer, Tarpley había tenido sus más y sus menos con Stamatis porque “Roy cobra
mucho” había dicho al principio de temporada. Se produjo un conato de pelea
en el hotel el día antes de la final y quizás por ello el americano acabó
marchándose por ahí. Mientras, no lo olvidemos, el Joventut pasaba la mañana en el zoo.
El Olympiacós no corrió en casi ningún momento. No explotó una de sus
virtudes.
Lo único que hacía Ioannidis era quitarse y ponerse la chaqueta. Por momentos parecía
más pendiente de las cámaras que de otra cosa. Mucho mover los brazos y tal, pero
tácticamente estuvo muy mal.
Algunos datos:
- En los últimos 6:40, el Olympiacós: 0/2, 0/1, 0/4 y 2 pérdidas. Parcial de 0-7. Del 57-52
al 57-59 final.
- Me pregunto qué pensarán los “estadísticos” si les digo que el Olympiacós tuvo 6 posesiones más y un error menos en la final. En
total, los griegos tuvieron 8 opciones más de anotar que el Joventut.
- Tarpley + Fasoulas + Paspalj: 12/37, 32%. Ferran
+ Villacampa: 55% de los puntos
verdinegros.
- Tiros libres de Paspalj: 3/10. Sumando los dos días: Zarko 5/15 en tiros libres y Roy
Tarpley 11/28 en tiros (39%).
- Cornelius Thompson,
el héroe, hizo un mal partido: 2/7 en tiro y 5 pérdidas. Salía de una lesión
pero aguantó como un toro.
- Apenas hubo asistencias.
La ficha: Jueves 21 de abril de 1994. Yad Eliyahu, Tel Aviv.
Joventut – Olympiacós:
59-57.
Joventut: Rafa Jofresa 4, Villacampa 16 (5/10, ½,
3/5, 4 rebs.), Smith 6, Ferran Martínez 17 (5/15, 1/3, 4/7, 10
rebs.), Thompson 9 (2/8, ½, 2/2, 4
rebs.), Tomás Jofresa 5, Morales 2.
Olympiacós: Tomic 10 (2/6, 1/3, ¾), Bakatsiás
2, Paspalj 15 (6/16, 3/10, 6 rebs.),
Fasoulas 2, Tarpley 15 (5/16, 0/3, 2/2, 14 rebs., 5 pérdidas), Sigalas 14 (2/6, 2/2, 4/5, 3 rebs.), Stamatis, Tarlac 2.
El MVP se lo dieron a Zarko Paspalj, para mí injustamente. Debería haber sido Ferran Martínez, que a lo tonto acabó
con 17 puntos y 10 rebotes, aunque con malos porcentajes. Por el conjunto de
los dos partidos, también Jordi
Villacampa estuvo mejor que Paspalj.
Quizás el buen partido de Ferran le
abría las puertas del Panathinaikós,
equipo por el que ficharía al cabo de dos temporadas, también con Obradovic en el banquillo.
Una peña del PAOK hizo miembro honorífico a Corney Thompson.
Las explicaciones de Ioannidis en rueda de prensa fueron de
lo más absurdas: “Estas cosas no pasan ni
en el cine, pero cuando Dios es el director, no puedes cambiar el escenario”.
Autocrítica cero, como siempre. El Rubio
sigue diciendo todavía hoy que Thompson
no tenía buena mano.
Zarko Paspalj, la estrella del equipo, llegó a
decir: “Estaba seguro que fallaría con la
presión que tenía encima”. ¿Cómo es posible?
Se dijo después que poco antes de
la Final
Four había cambiado su forma de tirar. Contra el Peristeri, unas semanas antes, llegó a anotar 23/23. El rumor forma
ya parte, como tantos otros, de las habladurías que corríeron por entonces
después del batacazo.
El Olympiacós se repuso de aquello y logró hacer el doblete. La
sensación de haber perdido una oportunidad histórica sigue todavía hoy en la
mente de los aficionados, que no se explican cómo se pudo perder aquello.
No te lo tomes a mal; pero a Ferrán no lo entrenó Obradovic en el Panathinaikos. Ferrán estuvo desde el 96 hasta el 98; Obradovic llegó en el 99. Por lo demás, fenomenal tu blog. Lo descubrí hace poco y voy leyendo algo cada día. Gracias por compartir todo esto.
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