Aunque la situación por la que atraviesa el club no es la
mejor y los aficionados están que
trinan, el acto que tuvo lugar en el Nick Galis Hall sirvió para recordar los
buenos momentos.
En lugar de celebrar los cien años del club con un
partido de fútbol o de baloncesto, se hizo con una reunión de viejos amigos.
Fueron las secciones grandes del club, el baloncesto y el
fútbol, las que protagonizaron el encuentro. Fueron homenajeados los campeones
de Copa de 1970 (fútbol), algunos miembros del Imperio Amarillo (baloncesto) y
los ganadores de la liga de voleibol de 1997.
A pesar de que se trataba de un acto puramente festivo y
de reconocimiento a viejas glorias del club, no faltaron la polémica y los
reproches.
Evidentemente, yo fui al cumpleaños a ver a Nikos Galis y
a Panagiotis Giannakis, que habían confirmado su asistencia. Aunque "Dios" vive
entre nosotros, no se deja ver.
Para hacernos una idea de lo que significa Galis en el
Aris, el acto no empezó hasta que llegó él. Cámaras y fotógrafos precedieron su
entrada al tiempo que la gente se ponía en pie. A la ovación de gala le
siguieron abrazos con viejos compañeros y saludos protocolarios a las
autoridades. Se sentó en el centro del palco junto a Giannakis, desplazando al
presidente y al alcalde a uno de los lados.
Me hice la misma reflexión de otras veces: si la sola
presencia de Galis es capaz de llenar el pabellón 20 años después de su
retirada, todavía hay esperanza.
El maestro de ceremonías leía su discurso desde un atril
al tiempo que iban pasando imágenes en una pantalla. No me gustó demasiado el
tono del mismo, a veces excesivamente agresivo, cuando no era el caso.
Al poco de empezar, entró el señor Tsitsikostas, que es
el periferiarca, y se puso a la cola de los oradores. También estaba allí el
alcalde, seguidor del Aris de toda la vida que incluso había pertenecido a la
directiva años atrás.
En el momento en el que iban a empezar los discursos políticos,
asomaron por la puerta los dos directivos de la sección de fútbol enviados por
el presidente Lambros Skordas.
El público la tomó con ellos y empezó a caer de todo. Lo cánticos
festivos se volvieron insultos contra los enviados. Por los micros se pedía
calma, pero los pitos y los gritos iban en aumento. Hasta tal punto peligraba
la integridad física de los volutarios y de los VIP que estaban sentados en el
parqué, que los directivos tuvieron que irse.
A continuación, el público la tomó con los políticos, que
se disponían a soltar su particular parrafada. Tsitsikostas, el último en
llegar, se dispuso a coger el micro y la gente la tomó con él. No pudo decir
nada, como tampoco el alcalde, Giannis Boutaris, que estuvo más de un minuto quieto
con los micrófonos delante esperando inútilmente a que acabaran los pitos.
Lo vivido en el Nick Galis Hall no era otra cosa que la
prolongación de lo que se había visto por la mañana en Atenas y Salónica: los
políticos en el desfile y el pueblo a 500 metros protestando detrás de una
valla.
Recuerdo que el día 25 de marzo es Fiesta Nacional y se
celebra con desfiles militares por todo el país. Desde hace ya un par de años
el público que asiste a los mismos lo hace previa invitación.
El más listo de todos fue Giannis Ioannidis, que no
apareció porque supongo que sospechaba algo.
- “El mensaje ha sido recibido”, comentó el maestro de
ceremonías, y así nos evitamos los pesados discursos.
Reaccionó bien el orador, porque dio paso a la grada,
donde se encontraba el periodista Giannis Daskalou con otro micro. Lo primero
que hizo fue bajar al parqué y llamar a Galis y a Giannakis para que dijeran
unas palabras. Se rompía el protocolo, pero se recuperaba lo bonito de la
fiesta. Gracias a Daskalou la ceremonia remontó el vuelo.
Tras los momentos de caos, las palabras de la pareja
sonaron a música conciliadora. Ambos hablaron de mantenerse unidos en los
momentos difíciles y de mirar al futuro con optimismo. La gente desde la grada
le suplicaba a Giannakis que volviera mientras bajaban algunos futbolistas de
los años 70.
Se entregaron unas medallas conmemorativas a los equipos
citados anteriormente, aunque los más conocidos eran los jugadores de
baloncesto: Giannakis, Kokkolakis, Sigalas, Galis, Misunov, Iliadis, Angelidis,
Alexandrís, Papageorgiou...
Fue una tarde entrañable en la que se habló mucho del
pasado, poco del presente y casi nada del futuro. Sin duda, en el ambiente
pesaba la mala situación económica y deportiva de la entidad: la sección de
fútbol intervenida y la de baloncesto ahogada por las deudas y el artículo 99.
El día siguiente del centenario se confirmó el descenso matemático
del equipo de fútbol a segunda división. Nadie sabe qué pasará mañana.
Una vez concluido el acto, los aficionados se dirigieron
en procesión hasta la Torre Blanca. Allí se lanzaron bengalas y hubo algo de
pirotecnia, llenando el paseo de antorchas hasta una punta.
De la tarde en el pabellón, saqué un par de conclusiones:
- El Aris es una gran familia que vive anclada en recuerdos
del pasado. Si Galis se implicase un poquito, el baloncesto volvería a estar
arriba, pero no quiere. Por algo será.
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