sábado, 29 de marzo de 2014

Un centenario agridulce.


El pasado 25 de marzo el Aris de Salónica celebró su centenario.

Aunque la situación por la que atraviesa el club no es la mejor  y los aficionados están que trinan, el acto que tuvo lugar en el Nick Galis Hall sirvió para recordar los buenos momentos.

En lugar de celebrar los cien años del club con un partido de fútbol o de baloncesto, se hizo con una reunión de viejos amigos.

Fueron las secciones grandes del club, el baloncesto y el fútbol, las que protagonizaron el encuentro. Fueron homenajeados los campeones de Copa de 1970 (fútbol), algunos miembros del Imperio Amarillo (baloncesto) y los ganadores de la liga de voleibol de 1997.


A pesar de que se trataba de un acto puramente festivo y de reconocimiento a viejas glorias del club, no faltaron la polémica y los reproches.

Evidentemente, yo fui al cumpleaños a ver a Nikos Galis y a Panagiotis Giannakis, que habían confirmado su asistencia. Aunque "Dios" vive entre nosotros, no se deja ver.

Para hacernos una idea de lo que significa Galis en el Aris, el acto no empezó hasta que llegó él. Cámaras y fotógrafos precedieron su entrada al tiempo que la gente se ponía en pie. A la ovación de gala le siguieron abrazos con viejos compañeros y saludos protocolarios a las autoridades. Se sentó en el centro del palco junto a Giannakis, desplazando al presidente y al alcalde a uno de los lados.


Me hice la misma reflexión de otras veces: si la sola presencia de Galis es capaz de llenar el pabellón 20 años después de su retirada, todavía hay esperanza.

El maestro de ceremonías leía su discurso desde un atril al tiempo que iban pasando imágenes en una pantalla. No me gustó demasiado el tono del mismo, a veces excesivamente agresivo, cuando no era el caso.

Al poco de empezar, entró el señor Tsitsikostas, que es el periferiarca, y se puso a la cola de los oradores. También estaba allí el alcalde, seguidor del Aris de toda la vida que incluso había pertenecido a la directiva años atrás.


En el momento en el que iban a empezar los discursos políticos, asomaron por la puerta los dos directivos de la sección de fútbol enviados por el presidente Lambros Skordas.

El público la tomó con ellos y empezó a caer de todo. Lo cánticos festivos se volvieron insultos contra los enviados. Por los micros se pedía calma, pero los pitos y los gritos iban en aumento. Hasta tal punto peligraba la integridad física de los volutarios y de los VIP que estaban sentados en el parqué, que los directivos tuvieron que irse.

A continuación, el público la tomó con los políticos, que se disponían a soltar su particular parrafada. Tsitsikostas, el último en llegar, se dispuso a coger el micro y la gente la tomó con él. No pudo decir nada, como tampoco el alcalde, Giannis Boutaris, que estuvo más de un minuto quieto con los micrófonos delante esperando inútilmente a que acabaran los pitos.


Lo vivido en el Nick Galis Hall no era otra cosa que la prolongación de lo que se había visto por la mañana en Atenas y Salónica: los políticos en el desfile y el pueblo a 500 metros protestando detrás de una valla.

Recuerdo que el día 25 de marzo es Fiesta Nacional y se celebra con desfiles militares por todo el país. Desde hace ya un par de años el público que asiste a los mismos lo hace previa invitación.

El más listo de todos fue Giannis Ioannidis, que no apareció porque supongo que sospechaba algo.

- “El mensaje ha sido recibido”, comentó el maestro de ceremonías, y así nos evitamos los pesados discursos.


Reaccionó bien el orador, porque dio paso a la grada, donde se encontraba el periodista Giannis Daskalou con otro micro. Lo primero que hizo fue bajar al parqué y llamar a Galis y a Giannakis para que dijeran unas palabras. Se rompía el protocolo, pero se recuperaba lo bonito de la fiesta. Gracias a Daskalou la ceremonia remontó el vuelo.

Tras los momentos de caos, las palabras de la pareja sonaron a música conciliadora. Ambos hablaron de mantenerse unidos en los momentos difíciles y de mirar al futuro con optimismo. La gente desde la grada le suplicaba a Giannakis que volviera mientras bajaban algunos futbolistas de los años 70.


Se entregaron unas medallas conmemorativas a los equipos citados anteriormente, aunque los más conocidos eran los jugadores de baloncesto: Giannakis, Kokkolakis, Sigalas, Galis, Misunov, Iliadis, Angelidis, Alexandrís, Papageorgiou...

Fue una tarde entrañable en la que se habló mucho del pasado, poco del presente y casi nada del futuro. Sin duda, en el ambiente pesaba la mala situación económica y deportiva de la entidad: la sección de fútbol intervenida y la de baloncesto ahogada por las deudas y el artículo 99.

El día siguiente del centenario se confirmó el descenso matemático del equipo de fútbol a segunda división. Nadie sabe qué pasará mañana.


Una vez concluido el acto, los aficionados se dirigieron en procesión hasta la Torre Blanca. Allí se lanzaron bengalas y hubo algo de pirotecnia, llenando el paseo de antorchas hasta una punta.


De la tarde en el pabellón, saqué un par de conclusiones:

- El Aris es una gran familia que vive anclada en recuerdos del pasado. Si Galis se implicase un poquito, el baloncesto volvería a estar arriba, pero no quiere. Por algo será.

- El divorcio entre la afición y los dirigentes es absoluto. Costará salir del agujero, sobre todo en el fútbol. 



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