domingo, 19 de febrero de 2017

SEGUIMOS EN LOS 80.


Ayer se disputó la final de la Copa de Grecia en la que el Panathinaikós se impuso al Aris por 68-59 en un partido con poca historia. Los verdes conquistaron su sexta Copa seguida y fue la primera de Xavi Pascual en el banquillo. El título conseguido es más meritorio que los anteriores porque el PAO tuvo que ganar al Olympiakós en el Palacio de la paz y de la amistad en la semifinal y a Aris en el Alexandrio en la final. No hay demasiado que comentar del partido, puesto que los visitantes tomaron ventaja desde el principio y, a pesar de los arreones amarillos, nunca vio peligrar la victoria.


Por supuesto, la final estuvo rodeada de polémica y acabó a palo limpio. El comportamiento ejemplar tanto de jugadores como de entrenadores no se trasladó ni a la grada ni al palco, donde la situación se salió de madre.


En teoría, la organización repartía 1.100 entradas a cada entidad, que tenía sus localidades reservadas dentro del pabellón. Como era de esperar, por cada aficionado del PAO había tres o cuatro del Aris, que ocuparon zonas del campo que no les correspondían.

Aunque los árbitros y los jugadores estaban dispuestos a jugar, Dimitris Giannakopoulos bajó al parqué y se negó en redondo hasta que no se garantizase la seguridad de sus hombres y que se vaciase la zona de detrás del banquillo. El presidente montó el numerito de costumbre, pero decidió jugar después de estar una hora discutiendo con los árbitros. Declaró que jugaría para evitar males mayores. Lo único que consiguió fue encrespar todavía más el ambiente.


El partido fue un truño y sólo Feldeine (MVP) y Calathes brillaron un poquito. Se entregó la Copa justo cuando los aficionados del PAO empezaban a encender sus bengalas. Un ultra lanzó una contra los radicales del Aris y se montó la gorda. Se organizó una batalla campal que podría haber acabado con algún muerto. Los equipos tuvieron que retirarse a los vestuarios, donde se entregaron las medallas a los subcampeones. La policía no pudo evitar la guerra, que se prolongó durante muchos minutos. Las imágenes hablan por sí solas.


En definitiva, lo de cada año hasta que decidieron jugar en campo neutral –Creta- y meter a niños en lugar de adultos. En Grecia es imposible que dos aficiones compartan graderío. Que se preparen en Europa si Olympiacós y PAO se cruzan en la Euroleague. Seguimos en los 80, con bengalas, sin controles, con lanzamiento de sillas, con policías desbordados y presidentes parlanchines. Lamentable.