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miércoles, 27 de abril de 2016

Los problemas de los colosos.


El Olympiacós y el Panathinaikós han quedado fuera de la Euroliga. El primero quedó eliminado en el Top 16 y el segundo ha sido barrido recientemente por el Baskonia (3-0). Tratemos de analizar las causas de sendos fracasos.

Olympiacós: entre lesiones y terribles decisiones.

Los problemas de lesiones han sido constantes en el equipo de El Pireo. Sin Patric Young, lesionado de gravedad al principio de la temporada, el Olympiacós perdía a uno de sus pilares interiores básicos. En la liga Sfairópoulos podía tirar de Agravannis y de Milutinov, pero en Europa no daban la talla. Tsairelis tampoco aportaba nada y sólo Hunter y el incombustible Printezis llenaban la pintura. Sobre los cinco partidos que jugó Shawn James, mejor ni hablar. El mayor pinchazo del año.

Young estaba llamado a ser el sustituto de Dunston, que a su vez había llegado en lugar de Hines. Se ha echado en falta a un jugador rocoso capaz de bloquear a Spanoulis en el poste alto. Guerrero llama a guerrero.  

Warrick y Planinic.

Hablemos claro: el sustituto de Young, Hakim Warrick, llegó demasiado tarde. Pedirle a un veterano como Warrick, cuya carrera va cayendo en picado, llevar a los griegos a la Final Four, era una tarea imposible. Se empeñaron en aguantar hasta final de temporada sin otro pívot, pero en el último momento tuvieron que rectificar. Tarde y mal. El recambio debería haber llegado el día después de la marcha de Shawn James. ¿Qué hubiera pasado si, como se especuló, el Olympiacós hubiera fichado a Joey Dorsey otra vez?


A la importantísima baja de Young, se han sumado, en momentos puntuales, las de Printezis, Hunter y Lojeski. Sin duda, la del belga ha sido la que más ha afectado al grupo. Sin la amenaza exterior del alero, el perímetro quedaba en manos de Spanoulis, el irregular Mantzaris, Athinaiou y Hackett. Ningún alero puro. En lugar de fichar uno, llegó Johnson-Odom como temporero y ya no está en la plantilla.

El fichaje estrella de mitad de temporada fue Kostas Papanikolaou, que regresaba a los rojiblancos en loor de multitud. El Barça no quiso llevárselo y acertó. Papanikolaou lleva un par de años estancado. Ni en el Barça, ni en Houston, ni con la Selección, ni con el Olympiacós ha dado ese paso adelante que todos esperábamos. Estaba llamado a ser uno de los líderes de la generación posterior a la de Diamantidis-Zisis-Bourousis-Spanoulis, pero de momento sigue en la sombra. Dj Strawberry ha alternado buenas actuaciones con otras no tan buenas. Un jugador de equipo que no marca las diferencias. En otras palabras, Brent Petway le daba cien vueltas y encima era un tío carismático. Estaba mucho más implicado en la causa y conocía perfectamente su papel en el equipo.

El fichaje más rentable ha sido el de Hackett, el único que ha justificado lo que se pagó por él. El joven serbio Milutinov es todavía un proyecto y no sé si el Olympiacós está para proyectos. Necesita leña. Quizás si durante el verano viaja a los USA y lo endereza la gente de los Spurs...

El Olympiacós apuntaba alto cuando terminó la primera fase de la Euroliga con 8 victorias y 2 derrotas. Sin embargo, quedar eliminado de la Copa ante el eterno rival marcó el inicio del curso y generó dudas –por entonces, James ya era sólo un infausto recuerdo-. En el grupo de la muerte, los griegos acabaron con un fatídico balance de 6 victorias y 8 derrotas. Los dos tropiezos contra el sorprendente Brose y la humillante derrota en Kaunas (75-55) apuntillaron al equipo. La única victoria fuera de casa la consiguió en Vitoria.

Shawn James.

La fuerza de los marineros se ha basado en el trabajo de los espartanos. Los fichajes no han dado ese plus que sí habían dado en años anteriores. Spanoulis no ha sido el de los tres últimos años y sólo Hackett ha encajado bien en el grupo. Sloukas era el complemento perfecto del líder y el equipo ha notado su ausencia, si bien es cierto que el tesalonicense no ha hecho una gran temporada en Turquía. Contra el Real Madrid ha jugado sus mejores partidos del curso. Es decir, los rojiblancos han vuelto a fomentar su juego en Leonidas y sus fieles escuderos. La aportación de Mantzaris, Papapetrou y Printezis, más las ayuditas puntuales de Athinaiou, Papanikolaou y Agravannis han sido insuficientes para llegar a los cruces.

Con ventaja de campo en los play off y con menos partidos en la piernas, el Olympiacós es favorito para ganar la liga. No hacerlo probablemente le costaría el cargo a Sfairópoulos. Los marineros no pueden permitirse un año en blanco.

Por lo tanto, si sumamos la mala política de fichajes, las lesiones –ayer cayó Papapetrou- y el bajón en el rendimiento de Spanoulis, tenemos el cuadro de lo que ha sido el Olympiacós en la Euroliga este año. Un último apunte sobre las lesiones: las graves pueden ser achacadas a la mala suerte, las leves, que han sido infinitas, creo que no. Algo falla cuando cada dos por tres hay ligeras elongaciones, sobrecargas y demás.

Darius Johnson-Odom.

De cara al futuro, no hay que cortar el árbol de raíz. El tronco que forman los espartanos es sólido y el talento está ahí. Dos Euroligas y una final perdida en pista contraria son crédito suficiente. El Olympiacós seguro que volverá, pero tiene que acertar en los fichajes y no mostrarse tan débil fuera de Grecia. El comportamiento en Barcelona, en Khimki, en Kaunas o en Brose ha sido impropio de un equipo campeón.

Giorgos Bartzokas, que ganó la Euroliga y que ahora ha metido al Lokomotiv Kuban en la Final Four, fue menospreciado por la gente y por los hermanos Angelópoulos. Los aficionados decían que Bartzokas había ganado con el equipo de Ivkovic, al que le otorgaban gran parte del mérito. Ahora resulta que es la sombra de Bartzokas la alargada y que puede hacer “descabalgar” a Sfairópoulos del banquillo marinero.

Panathinaikós: poder absoluto, fracaso absoluto.


En Grecia se valora poco al coach nacional. Es una triste realidad. No entiendo muy bien el motivo, aunque supongo que los éxitos conseguidos por los entrenadores serbios llegados en los 80 y en los 90 tienen algo que ver. Algunos presidentes no se han dado cuenta hasta ahora de que el nivel de los entrenadores griegos es muy alto, precisamente porque aprendieron de los grandes maestros. Sólo a Giannakis, heredero directo de Politis y Ioannidis, se le valoró como merecía. Y aun así, Panagiotis tuvo también a otro gran maestro, Bozidar Maljkovic, como entrenador.

Sfairópoulos fue ayudante de Ivkovic en el PAOK hace la tira de años, Itoudis –licenciado en Educación Física por la Universidad de Belgrado- de muchos otros antes de convertirse en la sombra de Obradovic en el PAO, Katsikaris dio sus primeros pasos al lado de Kresimir Cosic y Dragan Sakota, nada menos, etcétera, etcétera. Hay muchos entrenadores griegos que han bebido de fuentes eslavas.

De la rama griega de entrenadores quedan como máximos representantes el mítico Soulis Markópoulos y Giorgos Bartzokas, que pertenece a una generación posterior y que había sido ayudante de Giannakis en el Marousi antes de despegar en solitario. Pero hay muchos otros, la mayoría en equipos de primera, que están pisando fuerte: Dimitris Priftis, Kostas Mexas, Ilías Papatheodorou, Aris Lykogiannis, Charis Markopoulos –hijo de Soulis-, Kostas Flevarakis, etc... Con el cese de Djordjevic, sólo queda Jure Zdovc como representante extranjero en los banquillos griegos. Sin duda, los problemas económicos también han influido en este hecho, pero creo que es positivo que el entrenador griego trabaje.

Dimitris Giannakopoulos fichó a Aleksandr Djordjevic pensando en que en unos años sería el nuevo Zeljko Obradovic. ¿Quién mejor que uno de sus alumnos aventajados? Le dio plenos poderes y se equivocó. Llegó con toda su cuadrilla y no dejó a nadie del cuerpo técnico anterior. No había nadie que conectase con la grada.

Todos sabíamos que la sombra de Obradovic perseguiría constantemente al coach del PAO que le sustituyese, pero no tanto –Zeljko se fue en 2012-. Pedoulakis hizo el doblete el primer año y ganó la Copa el segundo, pocos meses antes de que Giannakópoulos le cortase la cabeza y pusiese a Alvertis, que acabó ganando la liga. La victoria en la Copa no le sirvió a Dusko Ivanovic para continuar hasta el final de la temporada siguiente, y fue sustituido por Sotiris Manolópoulos, que no logró ganar la liga.

Kuzmic y Pavlovic.

Es decir, Argyris Pedoulakis ha sido el mejor entrenador del PAO después de Zeljko. El presidente opta de nuevo por un hombre de la casa que conecta con la grada pese a que quizás no tenga el caché o el glamour de otros y que fracasó en el UNICS. La cuestión es si seguirá o no el año que viene, que lo dudo.

La pregunta que me hago yo siempre es: ¿por qué diablos el Panathinaikós no se quedó con Dimitris Itoudis a la marcha de Obradovic? ¿Qué pasó ahí? ¿Acaso Itoudis sospechaba lo difícil que sería sustituir a Zeljko en el banquillo?

Djordjevic se rodeó de su gente de confianza y se trajo a sus pretorianos. Así, llegaron Raduljica, Kuzmic y Pavlovic. El equipo se balcanizó. Sólo James Feldeine ponía el toque exótico a la plantilla, que empezaba la temporada sin americanos. No sé si Djordjevic pensaba que con lo que tenía podría aguantar todo el año, pero suena muy extraño todo. Nikos Pappás, uno de los jugadores más queridos por la afición, salió del equipo mientras los jóvenes Charalampópoulos y Bochoridis apenas aparecían en choques ligueros contra equipos débiles. Como Dimitris Giannakópoulos le había dado plenos poderes al serbio, le dejó actuar con libertad, aunque estaba claro que la afición cada vez se identificaba menos con el equipo. Los verdes no jugaban a nada pero seguían ganando.

Eliott Williams.

La planificación fue, cuanto menos, extraña. Cuesta entender que una plantilla que debe aspirar a todo empiece el curso sin americanos y los fiche de manera tan precipitada. En enero llegaron Eliott Williams y MarQuez Haynes, y en febrero Vince Hunter. Algo no cuadraba. De buenas a primeras, los recién llegados pasaban a ser las piezas clave del proyecto. ¿Cómo es posible?

La Copa camufló las carencias de una plantilla irregular que lo apostaba todo a la Euroliga. Con los pretorianos y con los guardaespaldas recién llegados podía ser suficiente. El equipo no jugaba a nada, pero seguía aspirando a todo, así que a poco que mejorasen las cosas...


El Baskonia de Perasovic dejó con el culo al aire a Djordjevic y ridiculizó al Panathinaikós de manera inmisericorde. El árbol verde estaba tan podrido por dentro que se derrumbó en tres tardes. Pavlovic y Kuzmic fueron señalados ya después del primer partido por la prensa y por los aficionados, pero todos decidieron hacer piña para intentar sacar adelante los dos partidos del OAKA. Con la tercera derrota, estalló la bomba. Suerte tuvieron algunos que el público decidiera homenajear a Diamantidis en lugar de sacar la mala baba.

El PAO hizo el ridículo, Djordjevic fue cesado ipso facto y fue sustituido por Argyris Pedoulakis. A los pocos días, Kuzmic y Pavlovic fueron dados de baja y Pappás regresó a la plantilla. Kostas Tsartsarís, que estaba entrenando a los chavales de la cantera, pasaba a formar parte del cuerpo técnico. Sin duda, movimientos que intentan hacer de nuevo reconocible al Panathinaikós, que trata de acercarse a su gente tras un año de mal baloncesto.

Lo que más me ha molestado de Djordjevic ha sido la soberbia. No puedes chulearle a la gente cuando te han metido dos meneos –la prórroga del segundo partido no la merecía el PAO- y asegurar que habrá quinto partido, porque baloncestísticamente hablando no tienes argumentos. El baño que le ha dado Peras en la serie ha sido colosal. Desgastando a Raduljica con Planinic, tras un gran primer partido del leñador serbio, alternando a Bertans en la posición de tres y de cuatro, sorprendiendo con Corbacho en momentos puntuales, y castigando en defensa a Haynes, Calathes y Diamantidis con esas carreras de los pequeños Adams y James. Perasovic ha desnudado a Sasha sin Hanga, Causeur ni Shengeila.

El PAO lo hipotecó todo por un coach muy particular y éste se lo jugó todo a una carta, la Euroliga, y le salió mal.

Pedoulakis cayó 3-2 con el Barça, Alvertis 3-2 con el CSKA y Dusko 3-1 con el CSKA. Djordjevic, repito, ha hecho el ridículo.

En la primera fase, el PAO acabó con un flojo balance de 6 victorias y 4 derrotas, ganando los últimos cuatro encuentros de forma consecutiva. Mejoró en la segunda fase y terminó con 9-5, pero el grupo era mucho más débil que el del Olympiacós. La última derrota en Estambul contra el Anadolu Efes fue sospechosa. Al parecer, el PAO prefería el Baskonia al Barcelona. El que elige, suele acabar como ha acabado el PAO.


Todavía queda la liga, pero las sensaciones no son buenas. Algunas piezas no encajan y estamos casi en mayo. Para colmo, se ha lesionado Vladimiros Giankovits y no volverá a jugar este curso. Tengo la sensación de que el PAO ha perdido un año. Tanto Pedoulakis como Dusko Ivanovic habían empezado a poner a los jóvenes, que poco a poco iban ganando confianza. Djordjevic los ha borrado del mapa. Diamantidis se va y Fotsis posiblemente se marche a Turquía. ¿Qué nos queda? Pappás y Giankovits no han tenido continuidad y el resto apenas ha participado. El optimismo por el futuro de hace un par de años (“quiero ganar la Euroliga con Charalampópoulos de capitán”, dijo Giannakópoulos) ahora son oscuros nubarrones.

Claro que cargar sólo contra el entrenador, como ha hecho casi toda la prensa, es vivir de espaldas a la realidad. El único jugador que ha estado a la altura ha sido Dimitris Diamantidis. Ni Raduljica, que fue de más a menos, ni Calathes, despistadísimo, ni Feldeine, fallón, han respondido a las expectativas. Tampoco los tres americanos temporeros ni James Gist, convertido en jugador de highlights y poco más. El PAO no ha jugado como un equipo en ataque y ha defendido muy mal. Sasha se rodeó de un grupo de jugadores físicos para luego no pegar. Bourousis ha dominado desde el poste bajo como ha querido y tanto James como Adams han machacado a triples a unos verdes incapaces de contrarrestar la rápida circulación de balón baskonista.

Pedoulakis tratará de recuperar moralmente al equipo e intentar rescatar a algunos jugadores marginados de la etapa anterior. Todo para intentar ganar la liga con el factor cancha en contra. Argyris, que como Bartzokas fue menospreciado por su gente pese a conseguir el doblete, ha acudido a la llamada cuando podría haber dicho que no, en un gesto que le honra. Sólo espero que si no gana la liga no se le echen encima como hace un par de años.


Un último apunte antes de terminar. Todos los periodistas griegos de baloncesto están de acuerdo con el cese de Sasha Djordjevic. La imagen de equipo deshecho y sin alma, impropia de un club como el verde, dejó a todo el mundo sorprendido y desolado. No entiendo como la prensa entendida ha menospreciado tanto al Baskonia, casi dando por segura la clasificación para Berlín antes de empezar la serie. ¿No habían visto jugar a los vitorianos en toda la temporada?



Posdata: Dimitris Giannakópoulos tiene sus prontos y a veces se comporta como energúmeno. Sin embargo, esta vez debo felicitarle por su comportamiento al terminar el tercer partido, bajando a proteger a Bourousis por lo que pudiera pasar y entrando en el vestuario baskonista para dar la enhorabuena. “Este año habéis practicado el mejor baloncesto de Europa”. Parece ser que Dimitris era el único que había visto al Baskonia a lo largo del curso.     

martes, 12 de abril de 2016

El PAO de Sasha: de pretorianos a guardaespaldas.


Aleksandar Djordjevic reunió en el Panathinaikós a su guardia pretoriana. Con Raduljica, Kuzmic y Pavlovic más la pléyade de jóvenes griegos creía que sería suficiente para afrontar los retos de la temporada, pero se equivocó. Ni Pavlovic ni Kuzmic han dado el rendimiento esperado, más allá de días puntuales, y los griegos están todavía verdes. Ni Papagiannis, ni Lountzis, ni Korniaris, ni Bochoridis son recambios de garantías. Es decir, ni pretorianos ni espartanos.

Hasta enero el bloque del Panathinaikós lo formaban Calathes, Diamantidis, Giankovits, Feldeine, Gist, Raduljica, Charalampopoulos y Fotsis. Teniendo en cuenta que ni Pappás, mucho tiempo lesionado, ni Charalampopoulos, ni Fotsis, ni Giankovits andaban bien, había poco donde rascar. Sin embargo, fue suficiente para ganar la Copa de Grecia, superar con dudas la primera fase de la Euroliga (6-4) y acabar segundo en la fase regular de la liga.

Los verdes tuvieron que ir al mercado para mejorar la plantilla. Con lo que había no era suficiente para llegar lejos en Europa y se ficharon a tres jugadores: Marquez Haynes, Elliot Williams y Vince Hunter.

Haynes, el anti-Adams.

Haynes, base con papsaporte georgiano, llegó procedente del del Dinamo de Sassari. Jugador explosivo y de calidad, recambio de garantías de Diamantidis y Calathes. Williams, escolta con experiencia en la NBDL, firmó prodecente de los Memphis Grizzlies, donde había firmado un contrato de 10 días. Buen refuerzo exterior que ha aportado velocidad y lanzamiento. Por último, Vince Hunter, pivot de 2.03 procedente de los Reno Boghorns, una especie de James Gist que añade más dureza en la pintura.

Elliot Williams, más madera.

El elemento que caracteriza a los tres es el mismo: físico. A Djordjevic no le estaba gustando el nivel defensivo mostrado por el equipo y fichó músculo. Ciertamente, el equipo ha mejorado sus prestaciones defensivas y apunta a lo más alto, porque cada vez juega mejor.

Laboral Kutxa – Panathinaikós.

Al PAO le ha quedado una plantilla muy amplia y tiene que hacer descartes. Salvo lesiones, los 12 deberían ser los siguientes:

Nick Calathes, Dimitris Diamantidis, Marquez Haynes, Elliot Williams, James Feldeine, Vladimiros Giankovits, Antonis Fotsis, Vasilis Charalampopoulos, James Gist, Vince Hunter, Miroslav Raduljica, Ognjen Kuzmic.

Podían entrar Nikos Pappás y Aleksandar Pavlovic si hubiera que dar más cera. Lefteris Bochoridis, Georgios Papagiannis y otros no creo que tengan minutos.

Da miedo comparar posición por posición, porque el PAO parece superior en casi todas las líneas. Pensemos que por el Laboral Kutxa, de los 11 jugadores disponibles, hay dos que apenas juegan (Corbacho-Mamadou Diop), así que...

Bases: Calathes-Diamantidis-Haynes vs Adams-James.

Calathes ha sido el máximo asistente y el que más balones ha recuperado de la liga, con lo que apunta a ser un digno sucesor de Diamantidis en los verdes. En Europa se ha mostrado más irregular, pero para eso llegó Haynes, que no permite bajones en el juego. Djordjevic ha reservado a Diamantidis todo el año para lo que viene. Es su último año y llega físicamente bien a la recta final. Ya no anota como antaño, pero lee, pasa y defiende como siempre. ¿Serán capaces Adams y James de no mostrar debilidad? Los altibajos de Adams me preocupan, porque hacen enloquecer al equipo baskonista, que pierde el norte por momentos. ¿Tendrá el Baskonia suficiente con jugar a chispazos?

Escoltas-Aleros : Williams-Feldeine vs Bertrans-Blazic-Corbacho.

Feldeine ha sido el mejor triplista de la liga griega a pesar de que generó dudas al principio. Para que no se durmiera en los laureles, Djordjevic trajo a Williams, otro guardaespaldas que ha reforzado la posición. Bertrans y BlazicCorbacho no cuenta- deberían aprovechar su ventaja de altura.

Treses: Giankovits-Charalampopoulos vs Hanga.


Ni Giankovits ni Charalampopoulos pueden con Adam Hanga, que está a un nivel extraordinario. ¿Habrá preparado algo Djordjevic con Pavlovic o Hunter? Hanga puede ser un factor desequilibrante, pero la profundidad de banquillo verde se me antoja fundamental. Los jugadores verdes más físicos están en la posición de 4. La zona será un coto privado de caza. ¿Se atreverá el húngaro a jugar cerca del aro? Adam, que sepas van a ir directos al brazo.

Cuatros: Gist-Hunter-Fotsis vs Tillie.

La batería de hombres interiores del PAO asusta. Pueden repartir cera que ya saldrá otro. Tillie no tiene físico para pelear con Gist y sufrirá con el juego alejado del aro de Fotsis. Será interesante ver cómo trata de compensar Perasovic la desventaja.

Centers: Bourousis-Planinic-Diop vs Raduljica-Kuzmic.


¿Planinic para desgastar a Raduljica y luego Bourousis contra Kuzmic? ¿Dejará Djordjevic a Raduljica en el banquillo de inicio para enfrentarlo luego a Bou? Interesante partida la que se nos viene encima. Dos pesos pesados más la intendencia. Baskonia haría bien en sacarle faltas pronto a Raduljica, porque Kuzmic es claramente inferior. Por supuesto, todo el odio de los aficionados verdes en el OAKA lo canalizará Ioannis, que necesitará protección policial.

Mamadou Diop no creo que tenga minutos.

Otros factores.

Ojalá decida el factor campo, pero creo que el PAO ganará uno en Vitoria y sentenciará en Atenas. Los griegos ganarán en el OAKA por lo civil o por lo criminal. Ya no hay entradas para el tercer choque. La experiencia de los verdes en cruces de este tipo creo que primará sobre otras cosas.


Es el último año de Diamantidis. Sus compañeros se van a dejar la piel. Los aficionados griegos lo van a dar todo. Dimitris no ha dicho su última palabra todavía.

Berlín trae grandes recuerdos a los verdes, que ganaron la Euroleague en 2009. Quieren repetir. Alemania es ya una colonia griega. Hay muchísimos helenos allí y van a llenar el O2 o lo que sea.
¿Alguien se imagina una Final Four con 3 equipos españoles? Yo no. Ojalá me equivoque.

Por último, el PAO quiere conmemorar los 20 años de su primera Euroleague volviéndola a ganar. 

Conclusiones.

La plantilla verde es mucho más amplia que la del Baskonia, que además tiene lesionados a Fabian Causeur y a Tornike Shengelia. Es posible que el francés regrese en medio de la serie y sería una gran noticia, pero ¿estará físicamente preparado para semejante empresa? No hace falta decir que los griegos van a plantear partidos duros, feos, lentos. Van a repartir y a desgastar, porque tienen más artillería. A los de Peras les espera una encerrona importante en Atenas y tienen menos experiencia. Preveo partidos angustiosos, largos, difíciles, donde habrá que sudar cada canasta.


El corazón me dice Baskonia, pero la cabeza no. Si tuviera que apostar, mi pronóstico sería: Laboral Kutxa 1 – Panathinaikós 3.

jueves, 30 de abril de 2015

Decepción absoluta.

A 20 minutos del comienzo, este era el aspecto de las gradas.

 
Buscando ayer un enlace pirata me salió esto: “Barcelona-Olympiacós, si fuera necesario”. Fue entonces cuando me di cuenta de que la herida continuaba sangrando. Dejar pasar los días para no plasmar ciertas reflexiones en caliente no ha hecho que baje fiebre. Sigo decepcionado y cabreado. Decepcionado por el primer partido y cabreado por la derrota.
Con Johnny Rogers.

Decepción.

Decidí ir al Palau a ver el primer partido de la serie, aprovechando que no curraba ese día. Para mí, pocos partidos había en Europa más atractivos que ese. ¡Cuál fue mi sorpresa al ver que a menos de media hora del inicio el pabellón estaba vacío! ¡En Grecia eso es impensable! Nadie en el metro con camisetas, taquillas vacías, colas en las afueras… ¡para hacerse una foto virtual con Iniesta!, turistas que seguro que no sabían quién era Spanoulis, etc… Si ese es el ambiente que hay en los alrededores del Palau cuando el Barça juega en Euroleague contra el Olympiacós, ¿cómo será en partidos ACB? Quizás el problema sea yo, lo reconozco, acostumbrado a ir a ver al Aris, no sé. ¿No fue la gente al Palau porque prefirió ir al bar a ver el PSG-Barça que se jugaba dos horas después? ¿No hay en Barcelona 7000 aficionados que prefieran el baloncesto al fútbol? Iluso de mí, creía que el Palau se llenaría. Siendo día laborable, confiaba en que la gente llegaría tarde, pero no fallaría. Me equivoqué. El aspecto de las gradas era desolador. En la esquina superior había un grupo de unos 30 griegos, callados, rodeados de policías. No sé si callaban por timidez o por contagio. Se esperaban una boda y se metieron en un entierro. Los únicos irreductibles, los Dracs, no dejaron de animar a pesar de que por momentos parecían peleados con Sang Culé. Los cantos de unos y de otros se confundían. En Grecia sólo hay un grupo que canta y todo el pabellón le sigue.

El Palau era todo lo contrario a una olla a presión. Todo lo contrario a lo que debería ser. Y eso de que en pleno Siglo XXI vayas a reservar entrada y haya “una zona de visibilidad reducida”… ¡Qué cutre!   

El hecho de que el Olympiacós no se presentase al primer partido, no ayudó a mejorar las cosas. Yo esperaba que ganase el Barça sudando sangre, no dándose un paseo militar. Spanoulis estuvo casi toda la segunda parte sentado en el banquillo pensando en el segundo encuentro, Printezis tuvo un pequeño susto y pidió el cambio, Hunter fue reservado, Lojeski estuvo errático… Incluso Sfairópoulos parecía tomarse el partido como una prueba para lo que vendría. Cambios y más cambios hasta que perdió la cuenta de tiempos muertos. Ni una queja, ni un grito, ni una mala palabra. Al contrario, susurró algo al oído de Hunter, chocó su mano e hizo jugar a Agravanis y Papapetrou, los mejores del equipo esa noche.

Los triples estratosféricos de Navarro y los mates de Hezonja hicieron las delicias de los asistentes, que vieron, en líneas generales, un buen Barça. La lesión de Oleson cuando ya estaba todo decidido y la baja forma de Doellman, las peores noticias para los azulgranas.

Cabreo.

Todos sabíamos que el Olympiacós no había dicho la última palabra. Quiero pensar que Xavi Pascual y los jugadores culés también. El play off del año pasado contra el Madrid y la manera de ganar sus dos últimas Euroligas nos daban la pista. Estaba claro que los rojiblancos iban a morir con las botas puestas.

A partir del segundo choque, Sfairópoulos se disfrazó de Obradovic y convirtió la serie en el play off Barça-Panathinaikós de la temporada 2010-2011. La telaraña, la lucha cuerpo a cuerpo y el barro. Los culés se atascaron, no supieron aprovechar la enorme superioridad interior y empezaron a mirar a los árbitros. El Olympiacós pasó a dominarlo absolutamente todo, desde la iniciativa en la faltas tácticas hasta el rebote. Un bloque sin fisuras contra el que se estrellaba una y otra vez el ataque catalán. Seguí el partido por la radio de camino al trabajo (RAC1 y Catradio) y todos coincidían en lo mismo: el Barça era un “querer y no poder”. Sensación total de impotencia.

La euforia se desató en Grecia, con portadas que hablaban de épica, de victoria histórica y de eliminatoria sentenciada. Pero fueron los jugadores griegos, empezando por Spanoulis y siguiendo por Printezis, los primeros en frenar dicha euforia. Y Sfairópoulos, claro, un entrenador modesto y trabajador donde los haya que no se deja llevar por las olas.

El Barça pudo ganar los dos partidos de El Pireo. ¿Por qué no lo hizo?

- Porque el Olympiacós jugó con una mentalidad de hierro y el Barça no.

- Porque el Olympiacós jugó con más dureza. En momentos clave, el Barça se mostró blando. La pésima defensa de Justin Doellman en el poste bajo nos sirve de ejemplo práctico.

- Porque el Olympiacós sigue teniendo tíos, no muchachos. Profesionales que nunca se rinden y a los que no les tiembla el pulso en estos partidos. No importa si se llaman Pero Antic, Kyle Hines, Vasilis Spanoulis o Giorgos Printezis. El Barça sólo tiene un jugador así y todos sabemos quien es y cómo está físicamente.

- Porque el público empujó como tiene que hacerlo. La comunión entre la afición y el equipo rojiblanco fue perfecta. El pabellón lleno hasta la bandera desde una hora antes de los partidos, como debe ser.

No hablo de táctica porque en estos partidos hay ciertas cosas que pesan más. Que si Pascual sentó a Lampe en el tercer encuentro, que si marginó a Hezonja y a Abrines… Al Barça le flaquearon las fuerzas en el peor momento y el Olympiacós mentalmente se lo comió. Esa bola que pierde Tomic acaba convertida en una liebre perseguida por cinco galgos.

No hablo de los árbitros, que pitaron claramente a favor del Olympiacós en el cuarto partido, porque a pesar de ese factor, los griegos ganaron merecidamente. Vencer tres partidos seguidos en poco más de una semana al Barcelona no es fruto de la casualidad ni de los robos arbitrales. Si como todos dicen, “en Grecia siempre pasa igual”, la plantilla debería estar preparada mentalmente para eso. Demasiadas miradas y muchos aspavientos.

Para impresionar al rival e “intimidar” a los árbitros, lo primero es llenar el campo. No puedes pretender llegar lejos si no sacas ventaja del factor cancha. Me niego a pensar que haya tan pocos aficionados al baloncesto en Barcelona. Quizás las respuestas al desarraigo haya que buscarlas en una plantilla llena de jugadores de quita y pon, que hoy están en el Barça y mañana en otro club.

Hay mucha calidad en ese vestuario, pero pocos jugadores de la casa que se identifiquen con el club, con la ciudad y la historia de la camiseta. Tampoco hay extranjeros en la plantilla con la personalidad y el carisma de Bodiroga o Jasikevicius, y si me apuras de Lakovic, Basile o Fucka. Todo lo contrario de lo que sucede en el Olympiacós, que mezcla canteranos, nacionales implicados con la causa y extranjeros luchadores.

viernes, 23 de enero de 2015

El ippon de Campazzo a Diamantidis.




Al partido le faltó chicha y le sobraron más de 10 minutos, pero cuando languidecía se produjo esta acción.

Se juntó el hambre con las ganas de comer: el griego había hecho un mal partido y el argentino salía en los minutos de la basura.

Diamantidis, que había jugado los primeros 20 minutos sin descanso, salió a falta de unos 8 minutos cuando el choque estaba decidido. Llevaba 0 puntos y 0/6 en triples.

Campazzo, cuyo rendimiento en el Madrid no está siendo bueno, pisó el parqué por primera vez a falta de escasos 3 minutos para el final.

Hubo un rifirrafe anterior entre Slaughter y Batista que no fue a mayores, pero no sucedería lo mismo con los bases. Diamantidis anotó su primera canasta y buscó ganar la posición cerca del aro poco después, aprovechando su ventaja de altura. Campazzo debió pensar: “una me la haces, dos ya no”. Campazzo se revolvió y Diamantidis cayó de espaldas espectacularmente. Un ippon en toda regla.

Una pelea estéril que no iba a servir para nada, pero que ha dado pie al Prasini para abrir así: 


Lo llaman Campazzo y es un canalla (αλήτης).

Vergüenza máxima para la historia del Real que un canalla (τσογλάνι) de algún pueblo de Argentina, le haga una llave asesina (δολοφονική λάβη) al ENORME DIMITRIS DIAMANTIDIS! En lugar de expulsarle con descalificante, los árbitros le sancionaron con una simple antideportiva… acabando su obra en Madrid (83-65)… El atleta al que todo el planeta respeta, faltó poco para que se lesionase gravemente por la miserable, y criminal acción, fuera de toda lógica, de un insignificante “luchador” que en su tiempo libre declara ser jugador de baloncesto. Parece que “le duelen” -les tiene manía- los griegos, porque es el mismo que provocó el conato de pelea con Zisis en el partido Grecia-Argentina del Mundobasket 2014. Es obligación de la Euroleague que lo sancionen de manera ejemplar.

Notas:

Αλήτης y Τσογλάνι vienen a significar los mismo: canalla, miserable, pillo, granuja, vil, sinvergüenza…

Δολοφονική λάβη lo he traducido como llave asesina… Podríamos dejarlo en “movimiento violento”, vaya.

Αλητική, εγκληματική ενέργεια sería “canallesca, miserable o vil acción”.

El partido en el OAKA se presenta calentito. Supongo que el periódico se encargará de recordarnos la acción cuando se acerque “la revancha”.

"See you in Athens, Facu..."

miércoles, 9 de abril de 2014

Hablemos de la final de la Liga Europea de 1994: Joventut-Olympiacós.


Con motivo del próximo vigésimo aniversario de la Liga Europea verdinegra de Tel Aviv, veamos un poco cómo fue aquella final desde la perspectiva griega.

La expedición del Olympiacós llegó a Israel cinco o seis días antes. Fue deseo de Ioannidis que el grupo visitase los Santos Lugares para recibir la bendición del Patriarca ortodoxo. Quedará para la historia la anécdota del Patriarca Diódoros cuando en el sermón habló de derrotar a los “bárbaros” sin saber que en la semifinal el Olympiacós se iba a enfrentar a sus compatriotas del Panathinaikós de Atenas. Es posible que Pavlos Giannakópoulos desconociera el hecho porque hizo una generosa aportación al lugar (30 millones de dracmas nada menos). Conociendo un poco al personaje, estoy convencido de que Ioannidis confiaba en la ayuda divina para ganar. Las cámaras enfocan al Patriarca unos segundos durante la final.

Tanto el Olympiacós como el Panathinaikós habían formado dos plantillas muy potentes con el fin de conseguir la Copa de Europa. Recordemos que nos encontramos en la primera época de los hermanos Thanassis y Pavlos Giannakópoulos en el Panathinaikós, y de Sokratis Kókkalis en el Olympiacós. Los potentados construyen equipos a golpe de talonario.


En los verdes se juntaron Nikos Galis, Frangiskos Alvertis, Nikos Oikonomou, Stojan Vrankovic y Alexander Volkov a las órdenes de Kostas Politis. Los rojillos, dirigidos por el malcarado Giannis Ioannidis, contaban con Panagiotis Fasoulas, Zarko Paspalj, Giorgos Sigalas, Roy Tarpley y los tres yugoslavos nacionalizados: Dragan Tarlac, Milan Tomic y Franko Nakic.

La primera semifinal la disputaban el Barcelona y el Joventut de Badalona en lo que suponía un duelo fratricida de clubes catalanes. Los primeros dirigidos por Aíto García Reneses y los segundos por Zeljko Obradovic. Un equipo que volvía a la Final Four tras dos años de ausencia contra una de las fuerzas emergentes. El Joventut había llegado a la final dos años antes, cayendo in extremis por culpa de aquel triple desequilibrado de Alexander Djordjevic.

A los griegos les daba más miedo el Barcelona. ¿Menospreciaron los helenos a los badaloneses?


La mayoría de aficionados viajó en barco a Tel Aviv, partiendo de El Pireo y del puerto de Rafinha. Los caprichosos horarios hicieron que algunos de los ferrys coincidieran en su hora de llegada a Israel, con lo que las primeras peleas entre rojos y verdes ya se produjeron en el mismo puerto de Tel Aviv. También hubo roces en la mismísima Jerusalén los días posteriores. En la rueda de prensa previa hubo algún que otro puyazo entre los dos entrenadores.

El Olympiacós perdió la final el día en que ganó la semifinal.

El Olympiacós se impuso en la semifinal al Panathinaikós por 77-72 (OLY: Paspalj 22, Tarpley 21, Sigalas 15, Fasoulas 13, Tomic 6, Bakatsiás, Stamatis, Nakic, Tarlac, Kambouris. PAO: Volkov 32, Vrankovic 11, Galis 8, Patavoukas 7, Myriounis 6, Georgikopoulos 3, Oikonomou 3, Alvertis).

Zarko Paspalj (22) y Roy Tarpley (21) fueron los protagonistas del partido. La defensa de Giorgos Sigalas sobre Nikos Galis, que acabó en 8 puntos, fue otra de las claves del choque. Volkov anotó 32 puntos pero recibió poca ayuda en ataque. La enorme rivalidad existente y la tensión vivida desgastaron enormemente al equipo marinero. Había que ganar al eterno rival si se pretendía volver vivo a casa. Por momentos parecía que vencer la semifinal fuera el objetivo, no conseguir la Copa.




En la otra semifinal el Joventut de Badalona se impuso al Barcelona por 79-65. Los culés llegaron al descanso con ventaja (31-36), pero la salida de Tomás Jofresa en el segundo tiempo cambió el signo del partido. Con un parcial de 17-2 la Penya se puso por delante 51-42 y el Barça no pudo reaccionar. Tomás acabó con 21 puntos y Villacampa 20, mientras que por los azulgranas Epi metió 23. El día después de la semi, la Penya se fue al zoo, como explica Villacampa en la web de la Euroleague.


En el partido por el tercer puesto el Panathinaikós ganó al Barça por 100-83 en lo que sería el último partido de Galis en una Final Four (anotó 30 puntos).

Analicemos la final. Propongo el ejercicio de ponernos en lugar de un aficionado del Olympiacós. Dífícil no acabar desquiciado y con ganas de matar a alguien.

El partido es malo de solemnidad, siguiendo un poco la tónica de la Final Four de la temporada anterior, aquella en la que el Limoges se proclamó campeón. El choque transcurre lento, trabado, zarrapastroso, feo. ¡Pero pobre de ti que te levantes del sofá! Se masca la tensión, el miedo y la angustia. Entre el humo de los cigarros que los griegos se fuman en la grada reconocemos a la figura del cura.


Ioannidis empareja a Sigalas con Villacampa. Rambo puede con el capitán durante el primer tiempo. Efthimis Bakatsiás sale de titular y es el que anota la primera canasta griega en el minuto 2:30. Hay poquísima fluidez desde el inicio por parte de los dos equipos y Fasoulas lo falla absolutamente todo. El Olympiacós empieza con 1/9 en el tiro.

Zeljko quería dos partidos a pocos puntos. Al Barça lo dejó en 65 puntos y desde los primeros minutos se ve que a los helenos les va a pasar lo mismo. Las pantallas de los hombres bajos como Rafa Jofresa sobre los defensores de los pívots verdinegros permite lanzamientos cómodos de los hombres altos. La Penya toma ventaja explotando las muñecas de Ferran y Thompson (9-4). Es decir, lo que en el fondo va a definir la final ya se da en los primeros minutos y Ioannidis no pone remedio.

Los pívots verdes incomodan muchísimo jugando por fuera. Fasoulas y Tarpley sufren y por momentos dudan: no saben si salir y dejar desierta la zona o si quedarse en el cambio de hombre.

A pesar de que el ataque catalán es más fluido, no se escapa y permite el empate (10-10) con la primera canasta de Tarpley en el minuto 10. Con Tomic y Tarlac, que se había perdido 42 partidos por lesión, el Olympiacós mejora. El americano conecta con el partido, pero Tarlac se carga rápidamente de personales (comete 3, 2 en ataque) y vuelve al banquillo.

 

La Penya tiene problemas en el poste bajo con Zarko Paspalj. Los griegos encuentran ahí una vía de agua por donde entrar. Físicamente Smith no puede con el alero.

Obradovic realiza su primer cambio en el minuto 12. Entra Tomás Jofresa por un desacertado Villacampa, que se ha visto superado por Sigalas. El base entra revolucionado y el Olympiacós lo aprovecha para abrir hueco (24-16). Paspalj sale liberado de los bloqueos y se vuelve peligrosísimo en los 3 metros. Casi es preferible hacer faltas y mandarlo al tiro libre.

Los árbitros pitan muchas faltas personales, pero muy repartidas. El montenegrino toma la responsabilidad. Pide la bola y el equipo lo busca. La salida de Juan Antonio Morales consigue frenar a Tarpley, que llevaba varios minutos a buen nivel. La rotación verdinegra se reduce a 7 hombres, aunque Morales jugará poquito. Aunque el Olympiacós tiene más banquillo, la rotación es casi tan corta como la del Joventut. Los griegos no consiguen cargar a los interiores rivales con faltas.

Por el Joventut anotan todos. Villacampa mete su primera canasta en juego a falta de 3 minutos para el descanso. Contrariamente, el Olympiacós depende demasiado de Paspalj y del intermitente Roy, empeñado en jugar por fuera en ataque.


El ritmo sigue siendo lento y el choque es roñoso, huraño, difícil. En medio del atasco, las canastas de Ferran Martínez son agua bendita. Al descanso, Ferran 14 - Fasoulas 0. Un triple de Mike Smith sobre la bocina empata el partido a 39.

La primera canasta de Panagiotis Fasoulas llega en el minuto 22. A esas alturas, Tarpley ya llega andando al ataque.

Al principio de la segunda parte la igualdad es máxima. La angustia crece a medida que avanzan los minutos. Continúa el concierto de pito y los ataques se alargan. Cuesta anotar una barbaridad y los errores se multiplican fruto de los nervios y de la precipitación. La buena noticia para la Penya es que Villacampa se ha destapado.

 

El Olympiacós debería correr, pero Obradovic no lo permite. La riqueza táctica defensiva evita las transiciones rápidas de los griegos. Ioannidis parece incapaz de cambiar el signo de los acontecimientos desde la pizarra y lo único que hace es quitarse y ponerse la chaqueta.

Zarko ya no es una de las opciones, es la única opción, pero su selección de tiro es pésima. El cansancio de los dos jugadores clave es evidente; sólo hay que verles la cara y seguir sus movimientos. Brazos caídos, resoplidos, cabeza gacha, sudor... La primera canasta de Tarpley en la segunda parte llega en el minuto 9.

Más que pérdidas de balón, lo que hay son muchos errores en el tiro, posesiones al límite y tiros libres espantosos. Tarlac regresa pero comete dos faltas seguidas y acaba expulsado.


Paspalj se mantiene en pista a pesar de que lleva 12 minutos sin anotar y está absolutamente ahogado. Ya está en 6/16 y subiendo. Con un triple de Sigalas el Olympiacós se pone 4 puntos por delante (56-52), ampliados a 5 con un tiro libre de Tomic, que será el último punto de su equipo.

A falta de 6:40 para el final y coincidiendo con el regreso de Rafa Jofresa al quinteto badalonés, se produce el black out griego, el apagón, el cortocircuito, el hundimiento.

Los últimos ataques y tiros de Olympiacós son absolutamente inexplicables.

1. Tomic falla el segundo de sus tiros libres.

2. En el siguiente ataque el Olympiacós pierde la posesión. Roba Mike Smith. A Sigalas se le ve hecho polvo, como a Tarpley y a Paspalj.

3. Falla Bakatsiás.

A pesar del cortocircuito, la Penya tampoco anota, con lo que la final sigue abierta. Los catalanes no ganarán por aplastamiento, más bien por asfixia.

4. Milan Tomic yerra el tiro.

5. Giorgos Sigalas falla un contraataque claro. Intenta asegurar tirando a tabla que acaba en pedrada. Zarko Paspalj coge el rebote y fuerza una falta personal. El montenegrino falla los dos tiros libres.

6. Tomic da un mal pase a Tarpley, que acaba en el suelo perdiendo la bola. Las caras de los jugadores son un poema y Ioannidis sigue más pendiente de las cámaras y de la chaqueta que de poner soluciones. Villacampa pide la bola y con decisión anota de tres (57-56 a 1:30). Ese triple, tal como están las cosas, vale 5 o 6 puntos. La Penya sabe que ha llegado su oportunidad y el Olympiacós huele a muerto. Los griegos ven venir la ola que los va a arrollar pero no les responden las piernas. Jordi pide la bola convencido de que la va a meter. Se ve desde el primer pase. En el momento en el que los brazos griegos están agarrotadísimos aparece la muñeca de Villacampa. Él no lo sabe, pero gracias a ese triple el Joventut ganará la final. El Olympiacós defiende condicionado por el triple anterior y se vuelve loco cuando el balón le llega al capi. Le cierran dos hombres y libera en busca del lado débil. 

7. Panagiotis Fasoulas acribilla el aro después de una especie de reverso. A estas alturas, la gente se empieza a preguntar si no lo estarán haciendo a propósito. Thompson anota el triple definitivo tras un ataque eterno. La Penya circula el balón por fuera sin que parezca que nadie quiera tomar la responsabilidad, captura dos rebotes ofensivos cruciales (uno de Ferran y otro de Mike Smith) y Cornelius anota un tiro lejano que sentencia el choque.

8. La Penya comete falta sobre Zarko Paspalj.


Empiezan las chapuzas en la mesa de anotación. Tras la falta a Paspalj han corrido unas décimas. Por suerte, el montenegrino falla por enésima vez en el 1+1. Sorprendentemente, ahora el reloj no se mueve. En el tiro libre la zona verdinegra parece las Ramblas.

9. Tomic no se ha percatado de que el reloj ha muerto, porque de lo contrario podría incluso haber penetrado. Se juega un lanzamiento de 10 metros.


10. El rebote le llega a Paspalj, que falla otra vez desde la esquina con gente del banquillo verdinegro dentro del campo. Todo culmina con un palmeo infructuoso de Tarpley, que no se sabe muy bien si era dentro o fuera de tiempo.

El partido estaba destinado a terminar con un tiro lejano de un pívot verde. Sin quitar méritos al Joventut, en la victoria catalana también hay mucho demérito del Olympiacós. Todavía hoy nadie se explica lo que pasó. Ferran volvió a ser el verdugo de un equipo griego en la Final Four, porque ya lo había sido contra el Aris de Ioannidis en Zaragoza.


He leído en algún sitio que el público rojiblanco la tomó con Oikonomou y Alvertis, a los que al parecer se les vio celebrando el triunfo catalán. Otra fuentes no confirman este hecho.


La tensión pudo con Babis Papadakis, que se desmayó camino de los vestuarios. Dantesco final. Volvió en sí gracias a la ayuda del médico del Panathinaikós, Christos Skordís.


Después del partido, Ioannidis fue sorprendido tomándose una botella de wiskhy junto a los vestuarios y fumándose una caja de cigarrillos. Cuando Sigalas quiso reunir a los compañeros para el grito de rigor, el entrenador un poco más y lo manda a freír espárrafos. “¿Acaso no ves que todo está perdido?”, le espetó.


Como siempre pasa en Grecia cuando ocurren estas catástrofes, se habló de apuestas, de haberse dejado perder a cambio de dinero, e incluso de que dentro del golpe estaban metidos Tarpley, Paspalj y Kókkalis, el presidente.

A Ioannidis le llovieron las críticas. Siempre asfixiando a sus jugadores, creando un clima pesado nada positivo que no hacía bien al grupo, como pasó con el Aris. Tarpley y Paspalj se arrastraban por la pista en la segunda mitad y no los cambió. Lo nunca visto. El equipo se convirtió en el Titanic. Se iba hunidiendo irremediablemente a los ojos de Europa y el mandamás se veía superado e impotente ante lo que se le venía encima.

Psicológicamente el equipo estaba preparado para afrontar el partido contra el PAO, pero no contra un rival en teoría menos potente como el Joventut. Llegó a los últimos minutos de la final completamente vacío. No respondían ni las piernas ni la cabeza.

La Penya no permitió que el Olympiacós se escapase de muchos puntos y luego jugó con su nerviosismo. Paspalj llegó con 15 puntos al descanso y Ferran con 14. A pesar de ir por delante durante muchos minutos, a los griegos no se les veía cómodos. Erráticos. Los verdes jugaban con cuatro por fuera y eso volvió loco al Olympiacós. Paspalj no metió en toda la segunda parte.


Tarpley huía del contacto como de la peste y Fasoulas veía el aro cuadrado. El bajón físico del americano fue muy comentado y luego se dijo que la noche anterior había salido de juerga por Tel Aviv.

Al parecer, Tarpley había tenido sus más y sus menos con Stamatis porque “Roy cobra mucho” había dicho al principio de temporada. Se produjo un conato de pelea en el hotel el día antes de la final y quizás por ello el americano acabó marchándose por ahí. Mientras, no lo olvidemos, el Joventut pasaba la mañana en el zoo.


El Olympiacós no corrió en casi ningún momento. No explotó una de sus virtudes.

Lo único que hacía Ioannidis era quitarse y ponerse la chaqueta. Por momentos parecía más pendiente de las cámaras que de otra cosa. Mucho mover los brazos y tal, pero tácticamente estuvo muy mal.

Algunos datos:

- En los últimos 6:40, el Olympiacós: 0/2, 0/1, 0/4 y 2 pérdidas. Parcial de 0-7. Del 57-52 al 57-59 final.

- Me pregunto qué pensarán los “estadísticos” si les digo que el Olympiacós tuvo 6 posesiones más y un error menos en la final. En total, los griegos tuvieron 8 opciones más de anotar que el Joventut.

- Tarpley + Fasoulas + Paspalj: 12/37, 32%. Ferran + Villacampa: 55% de los puntos verdinegros.

- Tiros libres de Paspalj: 3/10. Sumando los dos días: Zarko 5/15 en tiros libres y Roy Tarpley 11/28 en tiros (39%).

- Cornelius Thompson, el héroe, hizo un mal partido: 2/7 en tiro y 5 pérdidas. Salía de una lesión pero aguantó como un toro.

- Apenas hubo asistencias.

La ficha: Jueves 21 de abril de 1994. Yad Eliyahu, Tel Aviv.

JoventutOlympiacós: 59-57.

Joventut: Rafa Jofresa 4, Villacampa 16 (5/10, ½, 3/5, 4 rebs.), Smith 6, Ferran Martínez 17 (5/15, 1/3, 4/7, 10 rebs.), Thompson 9 (2/8, ½, 2/2, 4 rebs.), Tomás Jofresa 5, Morales 2.

Olympiacós: Tomic 10 (2/6, 1/3, ¾), Bakatsiás 2, Paspalj 15 (6/16, 3/10, 6 rebs.), Fasoulas 2, Tarpley 15 (5/16, 0/3, 2/2, 14 rebs., 5 pérdidas), Sigalas 14 (2/6, 2/2, 4/5, 3 rebs.), Stamatis, Tarlac 2.

El MVP se lo dieron a Zarko Paspalj, para mí injustamente. Debería haber sido Ferran Martínez, que a lo tonto acabó con 17 puntos y 10 rebotes, aunque con malos porcentajes. Por el conjunto de los dos partidos, también Jordi Villacampa estuvo mejor que Paspalj. Quizás el buen partido de Ferran le abría las puertas del Panathinaikós, equipo por el que ficharía al cabo de dos temporadas, también con Obradovic en el banquillo.

Una peña del PAOK hizo miembro honorífico a Corney Thompson.

Las explicaciones de Ioannidis en rueda de prensa fueron de lo más absurdas: “Estas cosas no pasan ni en el cine, pero cuando Dios es el director, no puedes cambiar el escenario”. Autocrítica cero, como siempre. El Rubio sigue diciendo todavía hoy que Thompson no tenía buena mano.

Zarko Paspalj, la estrella del equipo, llegó a decir: “Estaba seguro que fallaría con la presión que tenía encima”. ¿Cómo es posible?


Se dijo después que poco antes de la Final Four había cambiado su forma de tirar. Contra el Peristeri, unas semanas antes, llegó a anotar 23/23. El rumor forma ya parte, como tantos otros, de las habladurías que corríeron por entonces después del batacazo.



El Olympiacós se repuso de aquello y logró hacer el doblete. La sensación de haber perdido una oportunidad histórica sigue todavía hoy en la mente de los aficionados, que no se explican cómo se pudo perder aquello.