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lunes, 10 de agosto de 2015

Vezenkov pide paso.


Aleksandar Vezenkov sigue mis pasos. Tras varios años magníficos en Salónica, el búlgaro decidió fichar por el Barcelona. Desde hace un par de temporadas corría por Salónica y por Atenas el rumor de que tenía un acuerdo con el Panathinaikós. Los contactos parecían avanzados y todo apuntaba a que Sasha seguiría los pasos de su amigo Lefteris Bochoridis, que abandonó la disciplina del Aris para vestirse de verde hace un año. Sin embargo, el Barça hizo mejor su trabajo y se llevó el gato al agua. Reconozco que no me lo esperaba, puesto que tanto el Panathinaikós como el Olympiacós están fichando a todo bicho viviente. Incluso están atando –o intentándolo- a chavales que están jugando en Estados Unidos. Sin duda, no quieren que se repita otro caso Giannis Antetokounmpo.

¿Quién es Aleksandar Vezenkov?

Vezenkov es de padres búlgaros aunque nació en Chipre, donde dio sus primeros pasos en esto de la canasta en el Apoel. Cuando tenía 14 años, sus padres se trasladaron a vivir a Salónica y empezó a jugar en el Aris. Destacó desde muy pronto y coincidió con una generación amarilla de notable talento - Stelios Poulianitis, Lefteris Bochoridis...- que en 2013 ganó el Campeonato Nacional Junior.


En 2011, con poco más de 16 años, debutó con el primer equipo. En la temporada 2012-2013 ya es un fijo de las concentraciones y juega 20 partidos con el primer equipo. Anota 4 puntos por partido y es elegido mejor joven de la competición por delante de su compañero Bochoridis.

Cuando parecía que Sasha se marcharía a estudiar a la Universidad de Xavier el año siguiente, el Aris anunció su renovación por tres años. La temporada 2013-2014 fue la de su explosión definitiva a pesar de que el equipo no estaba entre los mejores. 11 puntos de media y casi 6 rebotes fueron los números del búlgaro, que repitió como mejor joven del campeonato. Disputó la final de Copa contra el PAO en Creta.


Su última temporada en Grecia ha sido la mejor. Vezenkov ha sido el máximo anotador de la liga griega (469 puntos) y el segundo máximo reboteador (201 capturas), además del quinto en porcentaje de triples y quinto en faltas recibidas. Con 19 años, Sasha ha sido el máximo anotador más joven de toda la historia de la liga y el MVP indiscutible de la competición.

Vezenkov se apuntó al Draft 2015, pero pocos días antes de la elección dio marcha atrás y prefirió quedarse en Europa.

¿Cómo juega Vezenkov?

Aleksandar Vezenkov es un cuatro con maneras de tres. Un ala-pívot zurdo de 2,06 capaz de jugar tanto por dentro como por fuera. Su anchura de brazos impone y maneja con desparpajo el balón a pesar de su altura. Corre muy bien el contraataque y posee una manita privilegiada. Conoce el juego y aporta en los dos aros. Su versatilidad le permite tanto correr a campo abierto como buscarse la posición cerca del aro en ataque estático. Sus largos brazos y su inteligencia a la hora de colocarse le permiten coger muchos rebotes.


Sasha es bueno en el uno contra uno, aunque tiende a irse siempre hacia su lado “fácil”, el izquierdo. Quizás debería forzar un poco más debajo y aprovechar mejor su altura y sus brazos, porque el búlgaro tiende a salir fuera de la zona demasiado.

Una de sus grandes virtudes es el tiro de tres. Planta bien los pies y tiene buena muñeca. En Salónica nunca se escondió y le dieron la confianza necesaria. Veremos en Barcelona.

Aunque Vezenkov es muy bueno, no debemos olvidar que acaba de cumplir 20 primaveras. Lleva ya tres años jugando con la primera plantilla del Aris y ha tenido la suerte de contar con la confianza de los entrenadores. Además, se ha visto beneficiado por el mal momento que atravesaba el club. Por culpa de los problemas económicos, los de Salónica se han visto obligados a jugar con sus jóvenes talentos. Sasha aprovechó su oportunidad, pero repito, el 6 de agosto cumplió 20 añitos.


El ala-pívot tiene mucho margen de mejora, sobretodo en defensa. Le cuesta desplazarse lateralmente y si lo alejan del aro tendrá problemas. Por otro lado, le falta algo de peso para frenar a tipos corpulentos.

Otro de los problemas de Vezenkov es que a veces se lía a botar con la cabeza agachada. Se encorba, bota y los rivales le encierran en una esquina. Debe levantar antes la cabeza y subir los brazos.   

La adaptación.

Así como Giannis Antetokounmpo era pura timidez en el trato, Vezenkov es todo lo contrario. Perfectamente adaptado a la ciudad de Salónica y al equipo, todo el entorno ayudó. Conocía a muchos aficionados, sobre todo a los jóvenes, incluso por su nombre. ¿Le afectará salir de un equipo “familiar” para recalar en un club como el Barcelona? ¿Cómo le sentará pasar de ser la estrella a ser uno más?


Cuando Antetokounmpo se marchó rumbo a América no era un jugador tan hecho como Vezenkov, aunque el caso de Giannis es excepcional. El búlgaro es extrovertido y sabe perfectamente que el puesto se lo tiene que ganar. Además, cuanta con varios años de experiencia en una liga profesional. Podría haber salido antes del Aris, pero prefirió quedarse un par de años más en Salónica, sin duda consciente de que todavía no estaba preparado para jugar en un grande. Tomó la decisión correcta, puesto que en el Aris ha seguido jugando y creciendo. Rechazar ciertas ofertas a cierta edad no debe ser fácil, pero Vezenkov demostró madurez.

Las incógnitas.


Mis incógnitas son dos: Xavi Pascual y el momento del equipo.

Vezenkov llega a un equipo que ha cambiado a media plantilla y que la temporada pasada vio como el Real Madrid le pasaba la mano por la cara. Al Barça le pueden entrar las urgencias históricas y los novatos pueden acabarlo pagando si la temporada empieza mal. Habrá que repartir dosis de paciencia en el Palau, porque no va a ser fácil que la plantilla juegue tan conjuntada como otras que llevan años en el mismo vestuario.


Pascual ha fichado músculo y versatilidad para contrarrestar a otras plantillas más potentes, pero ¿sabrá manejarse?



¿Tratará a Sasha como a un rookie veinteañero o como al MVP de la Liga Griega? Ahí lo dejo. 

jueves, 30 de abril de 2015

Decepción absoluta.

A 20 minutos del comienzo, este era el aspecto de las gradas.

 
Buscando ayer un enlace pirata me salió esto: “Barcelona-Olympiacós, si fuera necesario”. Fue entonces cuando me di cuenta de que la herida continuaba sangrando. Dejar pasar los días para no plasmar ciertas reflexiones en caliente no ha hecho que baje fiebre. Sigo decepcionado y cabreado. Decepcionado por el primer partido y cabreado por la derrota.
Con Johnny Rogers.

Decepción.

Decidí ir al Palau a ver el primer partido de la serie, aprovechando que no curraba ese día. Para mí, pocos partidos había en Europa más atractivos que ese. ¡Cuál fue mi sorpresa al ver que a menos de media hora del inicio el pabellón estaba vacío! ¡En Grecia eso es impensable! Nadie en el metro con camisetas, taquillas vacías, colas en las afueras… ¡para hacerse una foto virtual con Iniesta!, turistas que seguro que no sabían quién era Spanoulis, etc… Si ese es el ambiente que hay en los alrededores del Palau cuando el Barça juega en Euroleague contra el Olympiacós, ¿cómo será en partidos ACB? Quizás el problema sea yo, lo reconozco, acostumbrado a ir a ver al Aris, no sé. ¿No fue la gente al Palau porque prefirió ir al bar a ver el PSG-Barça que se jugaba dos horas después? ¿No hay en Barcelona 7000 aficionados que prefieran el baloncesto al fútbol? Iluso de mí, creía que el Palau se llenaría. Siendo día laborable, confiaba en que la gente llegaría tarde, pero no fallaría. Me equivoqué. El aspecto de las gradas era desolador. En la esquina superior había un grupo de unos 30 griegos, callados, rodeados de policías. No sé si callaban por timidez o por contagio. Se esperaban una boda y se metieron en un entierro. Los únicos irreductibles, los Dracs, no dejaron de animar a pesar de que por momentos parecían peleados con Sang Culé. Los cantos de unos y de otros se confundían. En Grecia sólo hay un grupo que canta y todo el pabellón le sigue.

El Palau era todo lo contrario a una olla a presión. Todo lo contrario a lo que debería ser. Y eso de que en pleno Siglo XXI vayas a reservar entrada y haya “una zona de visibilidad reducida”… ¡Qué cutre!   

El hecho de que el Olympiacós no se presentase al primer partido, no ayudó a mejorar las cosas. Yo esperaba que ganase el Barça sudando sangre, no dándose un paseo militar. Spanoulis estuvo casi toda la segunda parte sentado en el banquillo pensando en el segundo encuentro, Printezis tuvo un pequeño susto y pidió el cambio, Hunter fue reservado, Lojeski estuvo errático… Incluso Sfairópoulos parecía tomarse el partido como una prueba para lo que vendría. Cambios y más cambios hasta que perdió la cuenta de tiempos muertos. Ni una queja, ni un grito, ni una mala palabra. Al contrario, susurró algo al oído de Hunter, chocó su mano e hizo jugar a Agravanis y Papapetrou, los mejores del equipo esa noche.

Los triples estratosféricos de Navarro y los mates de Hezonja hicieron las delicias de los asistentes, que vieron, en líneas generales, un buen Barça. La lesión de Oleson cuando ya estaba todo decidido y la baja forma de Doellman, las peores noticias para los azulgranas.

Cabreo.

Todos sabíamos que el Olympiacós no había dicho la última palabra. Quiero pensar que Xavi Pascual y los jugadores culés también. El play off del año pasado contra el Madrid y la manera de ganar sus dos últimas Euroligas nos daban la pista. Estaba claro que los rojiblancos iban a morir con las botas puestas.

A partir del segundo choque, Sfairópoulos se disfrazó de Obradovic y convirtió la serie en el play off Barça-Panathinaikós de la temporada 2010-2011. La telaraña, la lucha cuerpo a cuerpo y el barro. Los culés se atascaron, no supieron aprovechar la enorme superioridad interior y empezaron a mirar a los árbitros. El Olympiacós pasó a dominarlo absolutamente todo, desde la iniciativa en la faltas tácticas hasta el rebote. Un bloque sin fisuras contra el que se estrellaba una y otra vez el ataque catalán. Seguí el partido por la radio de camino al trabajo (RAC1 y Catradio) y todos coincidían en lo mismo: el Barça era un “querer y no poder”. Sensación total de impotencia.

La euforia se desató en Grecia, con portadas que hablaban de épica, de victoria histórica y de eliminatoria sentenciada. Pero fueron los jugadores griegos, empezando por Spanoulis y siguiendo por Printezis, los primeros en frenar dicha euforia. Y Sfairópoulos, claro, un entrenador modesto y trabajador donde los haya que no se deja llevar por las olas.

El Barça pudo ganar los dos partidos de El Pireo. ¿Por qué no lo hizo?

- Porque el Olympiacós jugó con una mentalidad de hierro y el Barça no.

- Porque el Olympiacós jugó con más dureza. En momentos clave, el Barça se mostró blando. La pésima defensa de Justin Doellman en el poste bajo nos sirve de ejemplo práctico.

- Porque el Olympiacós sigue teniendo tíos, no muchachos. Profesionales que nunca se rinden y a los que no les tiembla el pulso en estos partidos. No importa si se llaman Pero Antic, Kyle Hines, Vasilis Spanoulis o Giorgos Printezis. El Barça sólo tiene un jugador así y todos sabemos quien es y cómo está físicamente.

- Porque el público empujó como tiene que hacerlo. La comunión entre la afición y el equipo rojiblanco fue perfecta. El pabellón lleno hasta la bandera desde una hora antes de los partidos, como debe ser.

No hablo de táctica porque en estos partidos hay ciertas cosas que pesan más. Que si Pascual sentó a Lampe en el tercer encuentro, que si marginó a Hezonja y a Abrines… Al Barça le flaquearon las fuerzas en el peor momento y el Olympiacós mentalmente se lo comió. Esa bola que pierde Tomic acaba convertida en una liebre perseguida por cinco galgos.

No hablo de los árbitros, que pitaron claramente a favor del Olympiacós en el cuarto partido, porque a pesar de ese factor, los griegos ganaron merecidamente. Vencer tres partidos seguidos en poco más de una semana al Barcelona no es fruto de la casualidad ni de los robos arbitrales. Si como todos dicen, “en Grecia siempre pasa igual”, la plantilla debería estar preparada mentalmente para eso. Demasiadas miradas y muchos aspavientos.

Para impresionar al rival e “intimidar” a los árbitros, lo primero es llenar el campo. No puedes pretender llegar lejos si no sacas ventaja del factor cancha. Me niego a pensar que haya tan pocos aficionados al baloncesto en Barcelona. Quizás las respuestas al desarraigo haya que buscarlas en una plantilla llena de jugadores de quita y pon, que hoy están en el Barça y mañana en otro club.

Hay mucha calidad en ese vestuario, pero pocos jugadores de la casa que se identifiquen con el club, con la ciudad y la historia de la camiseta. Tampoco hay extranjeros en la plantilla con la personalidad y el carisma de Bodiroga o Jasikevicius, y si me apuras de Lakovic, Basile o Fucka. Todo lo contrario de lo que sucede en el Olympiacós, que mezcla canteranos, nacionales implicados con la causa y extranjeros luchadores.