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jueves, 30 de octubre de 2014

La Segunda Dinastía Roja III (Olympiacós 1991-1997).



Temporada 1996-1997: triplete y fin de ciclo.

La plantilla del triplete con Gray.
 
Se inicia la era post Ioannidis.

En una rueda de prensa televisada –¡cómo le gustaban las cámaras!-, el Rubio explica las causas de su marcha. Básicamente, la relación con el presidente era nula desde la pelea en Madrid. Además, insinuó que Kókkalis hacía tiempo que tenía un acuerdo con Dusan Ivkovic. Algunos aficionados se agolparon cerca del lugar y le pidieron a gritos que no se fuera. 4 ligas, 1 Copa y dos finales de la Euroliga fueron el balance del entrenador en las 5 temporadas que estuvo en el club. Lo más importante, sin embargo, fue que construyó un equipo campeón de larga duración y acabó con la hegemonía del Aris y del PAOK. Incluso se generó un debate en la televisión sobre si debía marcharse o no.
  
No tardó en encontrar equipo. El AEK del nuevo magnate del baloncesto griego, Ioannis FIlipou, no lo dudó ni un segundo y se hizo con sus servicios.
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David Rivers y Dusan Ivkovic.


El Olympiacós era el cuarto equipo que dirigiría Ivkovic en Grecia. Tras entrenar al Aris a principios de los 80, llegaron los éxitos con el PAOK de la Dinastía Bicéfala. Después de la marcha de Salónica, fue el Panionios el que confió en el serbio. Hizo dos buenísimas temporadas en Nea Smirni que le sirvieron para firmar por el coloso del Pireo.

En aquel primer verano de la Ley Bosman, Kókkalis firmó al pívot alemán Christian Welp, un 2,13 campeón de Europa con experiencia NBA, y al americano Willie Anderson, alero ex de San Antonio, Toronto y los Knicks

Anderson y Rivers.

Duda trató de convencer a Alexander Djordjevic, pero éste acabó quedándose en Bologna. A David Rivers, a la postre jugador fundamental aquella temporada, estuvieron buscándole sustituto todo el verano. Sonó de nuevo Zarko Paspalj, con ficha de griego porque llevaba 5 años en el país. Había hecho un gran año en el Panionios con Ivkovic y Dinkins, pero al final prefirió el Racing de París.

Boza le birló Byron Dinkins al Olympiacós, que era una de las prioridades de Ivkovic. A los Giannakopoulos del PAO no les gustó nada la manera de terminar la temporada y se cepillaron a casi todo el equipo. Sólo quedaron Ekonomou, Alvertis y Korfas, además de Maljkovic (Giannakis se retiró en los JJOO de Atlanta).

Willie Anderson llegó en septiembre porque el Olympiacós tardó en elegir, para variar. En la Euroliga acabó con 11’8 puntos y 4 rebotes de media antes de la fuga, o del intento de fuga que le llevó a la expulsión. 

El Olympiacós fue invitado al Torneo de Navidad del Real Madrid, al que Ivkovic daba mucha importancia -¡Menudos torneos montaba el Madrid entonces!-. Poco antes del mismo, Anderson firmó un preacuerdo con los Miami Heat y cogió un avión al margen del equipo, con escala en Ámsterdam, con la intención de enlazar allí un vuelo hacia los Estados Unidos. El club amenazó al jugador con denunciarlo a la FIBA, peligrando así su traspaso. Acudió a Madrid casi obligado, con el consiguiente cabreo de Duda, que ya había tenido algún encontronazo con él por su comportamiento poco profesional. El serbio le comunicó a su representante que no hacía falta que volviera al equipo después de aquel suceso. En Atenas ambas partes acordaron la suspensión del contrato. El Olympiacós se quedaba con un solo extranjero poco antes de Navidad.
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En Europa las cosas no pudieron empezar peor: el Alba Berlín conquistó el SEF en El Pireo. Luego los problemas se multiplicaron fuera de Grecia.

El nivel del campeonato liguero bajó ligeramente, produciéndose un empate entre el Olympiacós y el AEK de Ioannidis a 21 victorias y 5 derrotas. Algunos tropiezos inesperados del resto de equipos fuertes hicieron que los rojiblancos acabasen líderes de la fase regular.

En Europa, el Olympiacós acabó la primera fase con 5 victorias y 5 derrotas, que cualquier otro año le hubieran costado la clasificación. ¡Sólo quedó por delante del Charleroi!. Pero la temporada 96/97 estrenaba nuevo formato y el equipo se salvó por los pelos. 

En la segunda fase, el nuevo grupo lo formaban el Alba, el Estudiantes, el CSKA, el Maccabi y el Stefanel de Milán. Los griegos arrastraban las dos derrotas frente al Alba y una contra el Estudiantes, empezando así con 1 victoria y 3 derrotas. Cada partido se convirtió en un todo o nada para los griegos.

Ganó al CSKA en El Pireo, pero perdió en Milán un partido que tenía ganado. Una nueva victoria contra el Maccabi en casa volvía a colocar al Olympiacós en la pomada, siempre y cuando ganase en Moscú, cosa que consiguió. Sentenció su clasificación en el SEF venciendo al Stefanel, aunque no tendría ventaja de campo en los cruces. Perdió en Tel Aviv una semana después en un choque sin importancia.
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Ebrick Gray.

Ebrick Gray llegó en sustitución de Willie Anderson, pero fue peor el remedio que la enfermedad. El americano dio positivo en un control antidoping en la Euroliga y apenas estuvo dos meses en el equipo. Rivers se quedaba solo.
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En Hala Pionir El Olympiacós jugó el mejor partido de la temporada. Quizás la mayor diferencia entre Ivkovic y Ioannidis fue esa: con el serbio en el banquillo se ganaban los partidos que había que ganar. No se fallaba el día D.

En un ambiente infernal, los griegos dominaron el primer partido de la mano de un Franko Nakic descomunal. El entrenador del Partizán trató de desconcentrarlo con un bloqueo (¡!), pero ni por esas. El croata acabó con 27 puntos y enormes porcentajes. El Olympiacós se impuso por 71-81. Rivers (14), Tarlac (11 y 9 rebotes) y Fasoulas (11) ayudaron a Nakic en ataque. Por el Partizán, que ya no era el equipazo que había sido, sólo Bricks (13), Beric (12), Tomasevic (11) y Lukofski (11) opusieron resistencia.

El Olympiacós se vio clasificado antes de tiempo y lo pagó. Los serbios llevaron la manija del partido y lo balcanizaron. Nakic fue incapaz de anotar. Drobnjak se erigió en la figura del partido (19 puntos y 14 rebotes), bien secundado por Beric (12 puntos). Los mejores rojillos fueron Fasoulas (14) y Rivers (11), pero el Partizán se llevó el partido (60-61). Los locales fallaban el día de la verdad, aunque quedaba otra oportunidad. Ganar el tercero en Belgrado haría, si se conseguía llegar lejos, más épica la aventura.

La bronca de Ivkovic y su labor psicológica con los jugadores antes del tercero provocó la reacción de los profesionales, que salieron a tope. Un parcial de 10-30 en los primeros 10 minutos dejaba helado el pabellón serbio. Los locales no se dieron por vencidos e intentaron reaccionar, pero el Olympiacós reguló con solvencia la diferencia y no se dejó sorprender. El choque terminó 69-74, con 18 puntos de Bricks, 16 de Beric, 10 de Drubnjak y 10 de Tomasevic (y 10 rebotes). Por los griegos, Rivers anota 21, Nakic 19, Fasoulas 14 y Tarlac 12 (y 7 rebotes), como más destacados. Sin duda, las dos victorias en Belgrado ayudaron a crecer al equipo de Ivkovic, pero para llegar a la Final Four esperaba el OAKA.
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A pesar de un mal inicio, el Olympiacós se puso a defender y el Panathinaikós se bloqueó. Los verdes se quedaron en 49 puntos, por 69 de los rojos. Los 12 puntos de Dinkins, 12 de Alvertis y 9 de Ferran Martínez (y 6 rebotes) no les sirvieron a los locales ante los 17 de Rivers y 16 de Tarlac (y 9 rebotes). 

En El Pireo el partido fue más igualado que en el OAKA, pero los de Ivkovic impusieron su ley y, esta vez sí, no perdonaron al rival. Se destapó Tomic con 17 puntos y 4/7 en triples. Sigalas y Rivers acompañaron con 12 cada uno. Ferran fue el mejor verde con 20 puntos y 7 rebotes. Ekonomou y Alvertis anotaron 14 cada uno. El 65-57 final conducía al Olympiacós a una nueva Final Four.

A los pocos días se confirmaba el positivo de Gray, que irremediablemente era expulsado del equipo.
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En la Copa, el Apolón Patras hizo saltar la banca, metiéndose en la final al eliminar al Panathinaikós (92-79). En la otra semi, Ivkovic se impuso a Ioannidis (63-61) y empezó a tomar forma el triplete. El Apolón vendió carísima su derrota en la final, pero el Olympiacós, esta vez sí, no desaprovechó la oportunidad, ganando por un ajustadísimo 80-78. Los marineros ganaban la segunda Copa de la Dinastía.
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Poco antes de la Final Four, el Olympiacós y el Patras se volvieron a encontrar, esta vez en la liga. Los del Pireo se habían impuesto en el primer choque, pero cayeron derrotados en el segundo (78-77). A la vuelta de Roma, ya con el título continental bajo el brazo, los de Ivkovic se impondrían por 76-66. En semifinales se desharían del Peristeri cómodamente (2-0), para encontrarse nuevamente con el AEK de Ioannidis en la final.
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Final Four de Roma.


No recuerdo muy bien la Final Four de Roma, pero para los culés volvió a ser decepcionante. Y frustrante, diría. Una sensación totalmente distinta a la del año anterior, la del robo.

Barça y Olympiacós partían como favoritos y cumplieron los pronósticos en las semifinales. El Villeurbanne francés y el Olimpija esloveno fueron las víctimas propiciatorias de las dos potentes escuadras. Viendo los equipos, ¿Final Four descafeinada?

Semifinal: Olympiacós-Olimpija Ljubljana: 74-65. 22 abril 1997.

El Olympiacós hizo valer su condición de favorito, aunque los eslovenos opusieron fuerte resistencia. Al descanso se llegó con 37-32 en el marcador. El Olimpija apretó en la segunda parte, pero entonces aparecieron Rivers y Nakic, que dejaron la diferencia siempre cerca de los 10 puntos. Los eslovenos siguieron remando, pero el baloncesto control practicado por los de Ivkovic no permitió que se acercasen. Quizás si en algún momento los verdes hubieran logrado ponerse por delante, la cosa hubiera cambiado, pero esta vez los colchoneros mostraron carácter. Por el Olympiacós, los anotadores fueron: Rivers 28, Tarlac 10, Nakic 10, Tomic 8, Sigalas 7, Fasoulas 6, Papanikolaou 5, Welp, Bakatsiás. Por el Olimpija: Stepania 12, Daneu 11, Hauptman 10, Tusek 7, McDonald 7, Henrie 7, Milic 5, Horbat 4, Nesterovic 3, Kraljevic.

El Barcelona derrotó por 7 puntos al ASVEL de Delaney Rudd, Jim Bilba y el joven Alain Digbeu. 

Final: Olympiacós-Barcelona: 73-58. 24 abril 1997.


Por momentos, el partido resultó soporífero. Muchos errores, nervios y ritmo lento. Sólo la igualdad en el marcador, que no es poco, mantenía a los espectadores despiertos. Al descanso se llegó con 31-29 y las espaldas en todo lo alto.

El Olympiacós salió más convencido en la segunda parte, de la mano de un Rivers supersónico. El Barça al ralentí y el americano en fast forward. Ni Jofresa, ni Djordjevic, ni Esteller, ni la zona ordenada por Aíto… En cuanto el Olympiacós cogió 10 puntos de ventaja y supo manejar los tiempos, el partido se acabó. Los culés se estrellaban otra vez. Tarlac hizo faena debajo de los aros y Papanikolaou se encargó de apuntillar. Milan Tomic manejó a su antojo en los minutos finales, sobando, anotando y asistiendo, aunque el martillo pilón fue David Rivers, un auténtico demonio. Los últimos minutos fueron un “quiero y no puedo” del Barça ante un Olympiacós que controló perfectamente la situación. Ivkovic le ganó la partida a Aíto e hizo campeón de Europa al equipo de la Segunda Dinastía Roja. En Roma los griegos tocaron el techo.


Anotadores de la final. Por el Olympiacós: Rivers 26, Tarlac 11, Nakic, Tomic 9, Sigalas 7, Fasoulas 6, Papanikolaou 11, Welp 2, Bakatsiás 1, Galakterós. Por el Barça: Jiménez 16, Karnisovas 14, Jofresa 9, Rivas 6, Djordjevic 6, Esteller 3, Dueñas 2, Andreu 2, Fernández, Bosch.


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Tras deshacerse del Patras y del Peristeri, el Olympiacós se las vería en la final de la liga con el AEK de Atenas de Ioannidis.

En el primer partido de la serie, los locales pusieron el 1-0 a su favor (68-62), aunque el AEK empató días después (78-77 tras una prórroga a la que se llegó por un fallo de Rivers en el tiro libre). Los campeones de Europa se adelantaron de nuevo (53-49) en un tercer choque ajustado. Al AEK le pudo la presión en el cuarto, y los de Ivkovic vencieron con menos oposición de la prevista (53-68), logrando un triplete histórico.

(Nota: elegí 1997 como último de la Dinastía porque es el año del triplete y después no se consiguieron más títulos. Sin embargo, considero oportuno añadir apuntes de las dos temporadas siguientes.)

Temporada 1997-1998: de más a menos.

Arturas Karnisovas y Sokratis Kókkalis.

En la temporada 96-97 el Olympiacós había tocado el cielo. Ganarlo todo supuso el principio del fin. ¿Empacho, exceso de relajación o pura y simple mala suerte?

Giorgos Sigalas, uno de los buques insignia del equipo, se marchó al Stefanel de Milán. El tira y afloja con la directiva duró gran parte de la temporada anterior, pero al final no hubo acuerdo de renovación. Con él se marchaba el mejor jugador griego del lustro. Tampoco su relación con Ivkovic era la mejor. David Rivers acabó en la Fortitudo de Bologna y en su lugar llegó Elmer Benet, aunque una inoportuna lesión frustró el fichaje. Entonces se optó por Michael Hawkins. Galakterós cambió el Pireo por Salónica y se fue al Aris, mientras que el alemán Welp firmó por el Alba Berlín.

Plantilla de la temporada 97-98 con el título de liga de la campaña anterior.

A pesar de las notables bajas y de que Hawinks acabó en un bluff, los rojiblancos se hicieron con los servicios de dos grandes jugadores: el veterano Johny Rogers y el alero lituano Arturas Karnisovas, proveniente del Barcelona. El escolta Dusan Vukcevic llegó tras haber hecho una buena temporada en el Patras. Con 22 años era una de las mejores promesas del baloncesto serbio. Firmó por 4 años, pero nunca explotó como se esperaba. Al final, Kókkalis logró retener a Papanikolaou, que tenía una oferta jugosa de la Kinder de Bologna. Durante los primeros meses el pobre Dimitris quedó apartado del grupo.

Johny Rogers

Dentro de la zona, el Olympiacós confiaba en la eclosión de la pareja Savrasenko y Zourpenko, además de Tarlac y Fasoulas, que ya tenía 34 tacos. Visto con la perspectiva que dan los años, la plantilla cojeaba por los pívots.

El equipo del Pireo empezó muy fuerte la temporada, con un Karnisovas estelar y un Tarlac dominante. 16 victorias seguidas (8 en liga, 2 en Copa y 6 en Europa) como carta de presentación del nuevo Olympiacós no estaba nada mal. Pasó por encima del AEK en el OAKA, del Madrid en su casa y del Maccabi en Tel Aviv. Los problemas llegaron en forma de lesiones. La primera, la de Fasoulas. Fue el CSKA quien le infringió a los rojos su primera derrota.
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En la liga, acabó segundo por el basket average particular, ya que había terminado empatado a número de victorias con el Panathinaikós (21-5 cada uno). El PAOK acabó tercero a una victoria.

Los rojiblancos se imponían claramente al Patras (2-0), mientras el PAO sufría más apuros de los previstos para doblegar al Iraklio, que logró ganar el segundo choque.


Con el derby en el horizonte, el Olympiacós se olvidó de que para llegar a la final primero había que ganar la semifinal. El PAOK de Salónica puso en aprietos a los favoritos desde el principio. En el SEF, el primer encuentro acabó 66-65, y en el segundo los de Sherf dejaron a los de Ivkovic en 50 puntos (56-50). En el tercer y definitivo envite, el PAOKdestrozó los pronósticos gracias al triple de Stojakovic sobre la bocina (55-58). El Olympiacós quedaba fuera de la final después de 6 años.
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En la Copa, los de Ivkovic se clasificaron para la Final Four de Salónica, pero perdieron claramente contra el AEK por 63-49. Ioannidis ganó esta vez la partida de ajedrez al serbio en el Alexandrio.
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Final del Open McDonalds entre el Olympiacós y los Chicago Bulls.

En Europa, las cosas fueron bien hasta el cruce, pero pasó todo lo contrario que el año del triplete. Tras una primera y segunda fase brillantes, en las que acabó líder de grupo, cayó ante un equipo peor y quedó lejos de la Final Four. El Partizán de Belgrado dio la sorpresa en El Pireo (74-78) el día D. Sin duda, las bajas por lesión de Karnisovas y Tarlac influyeron en el rendimiento del equipo, aunque la afición confiaba todavía en dar la vuelta a la eliminatoria. 

En Belgrado, al revés de lo que había pasado la temporada anterior, los locales no dejaron escapar la oportunidad y vencieron por 72-60. Estaba claro que el equipo estaba tocado y no era el de la temporada anterior. Quedaba darlo todo en el último tramo de la liga para salvar el año.

El triple de Stojakovic no hizo otra cosa que hurgar un poquito más en la herida. Desde luego, repetir los éxitos de la temporada anterior hubiera sido un milagro, aunque por calidad y presupuesto debería haber llegado más lejos, tanto en la liga como en la Euroliga.

Temporada 1998-1999: altos y bajos. El adiós de Ivkovic.

Plantilla de la temporada 1998-1999 con Goldwire, Oberto, Komazec y Ade-Mensah.

Kókkalis mantuvo en la dirección a Dusan Ivkovic a pesar del relativo fracaso. Del bloque de la Segunda Dinastía quedaban pocas “vacas sagradas”: Fasoulas, un año más “viejo”, Tarlac y Tomic, además de Papanikolaou (llegó en 1996) y Savrasenko, que nunca tuvo mucho protagonismo.


A los pireotas se les acabó la paciencia con Zourpenko, que firmó por el Papagou. Vivió todos los éxitos de la Dinastía desde cerca, pero fuera del campo, bien en el banquillo, bien en la grada. Nakic se marchó al Alba Berlín, Karnisovas a la Fortitudo de Bologna y Hawkins a la CBA. Muchos cambios. Anthony Goldwire, Fabricio Oberto y Arijan Komazec fueron los refuerzos más destacados de aquel verano. Para Oberto, MVP de la liga argentina con Atenas de Córdoba, sería la experiencia fuera de su país. Había sorprendido a los rojillos el año anterior en el Open McDonalds. Komazec llegaba de hacer un buen año en Varese y conocía la liga, aunque no estaba muy claro el rol que iba a tener en la plantilla. Byron Dinkins, jugador del que Ivkovic seguía “enamorado”, parecía fichado. En realidad, fue jugador rojo del 16 de julio al 31, en el que se anuló el acuerdo. Fue entonces cuando el Olympiacós logró hacerse con los servicios de Goldwire, un base rápido con minutos en la NBA de 27 años. Arsene Ade-Mensah fue otro de los fichajes de aquel verano. Un francés muy atlético para jugar en la posición de 2 o de 3.
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El PAOK noqueó al Olympiacós en El Pireo de buenas a primeras. 52-61 y adiós Copa. Si en la temporada anterior las cosas habían acabado mal, la 98/99 no podía empezar peor.
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El Olympiacós perdió en el debut liguero contra el AEK de Arlauckas por 67-72. Pero a pesar de empezar muy mal en Grecia, en Europa todo lo contrario: ganó en Bologna a la Kinder, poseedora del título. Luego se produjeron dos derrotas inesperadas contra el Ülker y el Marousi respectivamente.

Después de este octubre negro, llegaron tres meses de buen baloncesto, con Tarlac y Komazec dominantes. Se enlazaron victorias importantes en Europa (contra el CSKA, Kinder…) y en el territorio nacional (Aris, PAOK, Panionios, Iraklís, PAO…). Arijan se lesionó cuando mejor estaba. No fue de gravedad –apenas de baja 40 días-, pero no logró recuperar su nivel de juego.

En la segunda vuelta del campeonato, el Olympiacós perdió en la pista del Peristeri y del Aris. Para los rojiblancos, era fundamental salvar la ventaja de 10 puntos conseguida en la ida contra el PAO. Los verdes lograron ganar, pero lo hicieron por menos de 10 (54-58), y el Olympiacós acabó primero de la liga regular.
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En la primera fase de la Euroliga, el Olympiacós quedó primero de grupo con 8 victorias. En la segunda fase, terminó de nuevo primero pese a perder contra el PAOK dos veces.

En el cruce de octavos, el Olympiacós se deshizo del Pallacanestro Varese (2-0). 78-66 en El Pireo y 77-83 en Varese tras dos prórrogas (57-57 y 67-67). 

En cuartos, eliminó al ASVEL por 70-57 y 77-81. En ambas eliminatorias los de Ivkovic se impusieron sin avasallar, pero sin pasar tampoco demasiados apuros. El Olympiacós acudió a Múnich sin haber perdido fuera de Grecia en todo el torneo (sólo había perdido en Salónica contra el PAOK).

Sin duda, el tapado de la Final Four de Múnich era el Zalgiris. El Olympiacós partía como claro favorito, aunque todas las miradas estaban puestas en la segunda semifinal bolognesa. 

Final Four de Múnich. 20-04-1999. Zalgiris Kaunas-Olympiacós: 87-71.


A Kókkalis le sentó fatal la manera de perder contra el Zalgiris. Se bajaron los brazos, algo que indignó a parte de la afición. Pero quedaba la final de la liga contra el eterno rival, que podía salvar la temporada.

En cuanto los lituanos se fueron de más de 10 puntos, el Olympiacós dejó de luchar. Ivkovic no encontraba soluciones y la diferencia aumentaba. Fue frustrante. Edney, a la postre MVP de la Final Four, imprimió el ritmo rápido que menos le convenía a los griegos. Ni Tomic no Goldwire pudieron con él.


Sólo Tarlac (15+9 rebotes) y Ade-Mensah (12 puntos en 14 minutos) estuvieron a la altura, junto a Papanikolaou (12+5 rebotes). Anthony Bowie anotó 19 puntos en 23 minutos, bien secundado en ataque por Adomaitis (15) y Edney (13 y 6 asistencias).

El Olympiacós se impuso al Teamsystem Fortitudo Bologna en el partido por el tercer puesto (74-63).
Por la manera como había llegado el equipo a la Final Four, que parecía que se iba a comer el mundo, y por la manera triste de perder, se habló de fracaso sin tapujos.
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En liga se deshizo del Marousi (2-1) en la primera ronda del play off. Después de la Final Four, derrotó al Aris en la segunda, también por 2-1. La final contra el Panathinaikós estaba servida, con ventaja de campo pireota.

El PAO de Bodiroga, dirigido por Subotic, se clasificó para la final tras derrotar al PAOK con facilidad. En el primer partido de las finales, los verdes iban ganando a falta de 55 segundos (52-55). Sin embargo, el Olympiacós logró forzar la prórroga y se impuso por 71-68. 

En el OAKA el PAO se impuso con comodidad (72-56), colocando el 1-1 en la eliminatoria. En el tercero, Ivkovic ahogó a Subotic (64-47). Los verdes salvaron el primer match ball (66-56) y todo se decidiría en el último partido.

El Olympiacós, por lo tanto, llegó al quinto sin haber ganado ningún partido fuera de casa en todos los play off.

Nada hacía pensar que el quinto y definitivo iba a ser distinto a los anteriores. Los pireotas dominaron desde el inicio (13-2, 29-18) con diferencias cómodas. Un 0-11 poco antes del descanso dejó el marcador en empate, con triple incluido de Radja desde el centro del campo.

El partido siguió igualado tras el parón, pero un parcial de 2-13 en los últimos minutos mató a los locales. El Olympiacós no supo reaccionar y los Berg, Gentile, Bodiroga y compañía hicieron el break, lo nunca visto (53-62). Aquella derrota en el SEF confirmaba el traspaso de poderes en Grecia. Era la segunda liga consecutiva del Panathinaikós de Subotic, que sin embargo no seguiría en el club.

La derrota era como llegar al final del camino para la Segunda Dinastía Roja, aquella que tocó el cielo en Roma, pero que desde entonces fue irremediablemente hacia abajo.


Ivkovic cargó con las culpas y habló de que no había excusas. Él mismo le estaba diciendo a Kókkalis que, si lo echaba, lo entendería. Y así fue. Kókkalis recuperaría a Ioannidis y el serbio ocuparía el banquillo del AEK. Pero aquella segunda etapa del Rubio fue muy breve y no tuvo nada que ver con la primera.


jueves, 8 de mayo de 2014

La década prodigiosa del baloncesto en Salónica (PAOK II).

Fasoulas, Barlow, Stavropoulos y Papachronis con réplicas de la Recopa.

Lo que parecía que iba a ser una temporada triunfal, acabó de una manera bastante amarga. Tras la victoria de la Recopa en Ginebra el 26 de marzo, el equipo se clasificó para la final de la Copa tras derrotar al Panathinaikós en su casa (76-77). Por el otro lado del cuadro, el Aris había caído contra el AEK de Atenas, y éste a su vez ante el Panionios de Nea Smirni.

Nada hacía pensar que el PAOK tendría problemas para deshacerse del equipo ateniense aquel 10 de abril. Sin embargo, las cosas se torcieron y el Panionios acabóimponiéndose por 73-70 gracias al partidazo de Gasparis (20), Hudson (17) y los Christodoulou.

Gasparis (Panionios) con la Copa de 1991.

Los de Sakota salieron al parqué creyéndose campeones a pesar de que el Panionios llevaba varios años siendo el mejor equipo de Atenas. El exceso de confianza unido al buen encuentro de las estrellas rivales hizo que todo se decidiese en los últimos minutos, en los cuales Gasparis y Hudson decidieron.

Fue un golpe moral inesperado para un club que parecía ir lanzado tras la victoria contra el CAI Zaragoza. La afición bicéfala se tomó muy mal la derrota y cargó contra sus ídolos. En un mes, los jugadores habían pasado de ser héroes a diablos, aunque lo peor estaba por llegar.

Los campeones de la Recopa homenajeados en el Alexandrio.

El PAOK se clasificó sin demasiados problemas para la final de la liga. Como en los años anteriores, las derrotas contra el rival directo durante la fase regular, aunque por muy poco (85-89 y 73-72) hicieron que llegase con desventaja a los play off (0-2).

Con todo, los blanquinegros se reencontraron con el buen juego en los partidos tercero (84-79) y cuarto (74-65) y empataron a dos la eliminatoria. En el Aris ya no estaba Ioannidis para irse a la mesa a cortar el ritmo y había desaparecido la química de antaño entre los jugadores. El PAOK se hallaba ante su gran oportunidad.

Ken Barlow y Brad Sellers en portada.

Sin embargo, el equipo volvió a repetir los errores del pasado: no saber jugar los últimos minutos de los partidos apretados. Sorprendentemente, dejó escapar dos choques que tenía prácticamente ganados en menos de cinco días. El 4 de mayo perdió por 86-85 con un triple sobre la bocina de Giannakis (3-2) y el 8 con un 2+1 de Brad Sellers a falta de 4 segundos (4-2). Fueron dos derrotas muy crueles.

La competición doméstica se volvía a esfumar y el Aris celebraba un nuevo título pese al evidente desgaste. Por enésima vez, cuando parecía que el PAOK se encontraba en disposición de armar su particular imperio, recibió dos estocadas de lo más dolorosas.

Aunque la temporada 90/91 había sido la mejor de la historia del club, podría perfectamente haber acabado sin títulos de no haber sido por el escandaloso partido de Ginebra. El PAOK volvía a demostrar que no sabía jugar finales.

Dusan Ivkovic firmó por el PAOK en 1991.

Dusan Ivkovic fue el elegido por Bezyrtzis para dirigir el equipo la temporada 1991-1992. El serbio, que era a la vez seleccionador nacional de Yugoslavia, sería el encargado de engrasar nuevamente la máquina y de recuperar psicológicamente a los jugadores. Lo primero que hizo fue pedirle al presidente que renovase a Ken Barlow y después convenció a Nikos Filipou para que cambiase de camiseta.

En la fase regular, el PAOK sólo sufrió dos derrotas (una contra el Aris y otra contra el Pagrati), liderando con cierta holgura la clasificación. En el partido de la segunda vuelta contra el Aris, un triple de Bane Prelevic sobre la bocina escenificaba el traspaso de poderes. El poder, la solidez y, por qué no decirlo, la suerte, cambiaba de manos. Los amarillos se hallaban en declive mientras que los blanquinegros cotizaban al alza. A pesar de ello, el PAOK cayó en semis de Copa frente al AEK (77-74) y el Aris ganó el título.

El objetivo de la temporada era intentar revalidar la Recopa y conseguir de una vez por todas el título de liga.

Nantes 1992, Real Madrid-PAOK.

En la Recopa, que aquel año pasó a llamarse Copa de Europa, el PAOK aplastó al APOEL de Nicosia (53-111 y 106-54) y quedó encuadrado en el grupo B con el Limoges, el Verona, el Sunair Oostende, el Maccabi Rishon y el Alba Berlín. Con 9 victorias y una sola derrota (en Salónica contra el Verona) el PAOK encabezó el grupo.

Contra el Smelt Olimpija la serie no podía empezar peor. Los eslovenos derrotaron con claridad a los griegos por 81-68 y amenazaban con dejarlos fuera de la final. Sin embargo, el factor cancha decidió y en el Alexandrio los de Ivkovic se impusieron con suficiencia en los dos choques (79-61 y 104-86).

Fernando Romay y Bane Prelevic.

Esta vez el rival en la final era el Real Madrid. La maldición de los finales de partido ajustados parecía perseguir a los del águila bicéfala, que tras empatar el partido con un triple de estratosférico de Prelevic, regaló un balón a Ricky Brown, que se convirtió en el verdugo de los griegos. El golpe moral de aquella derrota fue brutal, no tanto por caer ante el Real Madrid, un gran equipo, sino por caer de aquella manera tan cruel, con un error de benjamín de Panagiotis Fasoulas. La historia se volvía a repetir.

El banquillo del PAOK tras el error de Fasoulas.

El Aris quedó fuera de la lucha por el título de liga, con lo que los de Ivkovic evitaron tener que enfrentarse a su bestia negra. El PAOK se deshizo del Olympiacós y se proclamó campeón tras ganar el cuarto partido en el Pireo por 82-97. 26 victorias en 29 partidos ligueros fueron el balance espectacular de los de Ivkovic. Dominaron de principio a fin, confirmando su superioridad al ganar en el SEF con bastante autoridad.

Celebrando la primera liga de la dinastía.

Dio la impresión de que el PAOK había sabido aprovechar el bajón competitivo de otros equipos como el Aris, el Panionios o el Panathinaikós, que se hallaban en plena renovación, del mismo modo que había sacado partido de la falta de madurez del Olympiacós.

Con el apoyo de nuevos patrocinadores y otros empresarios de la zona, el presidente Nikos Bezyrtzis echó el resto durante el verano con el objetivo de conquistar la Liga Europea. Tantos años quedando por detrás del Aris sin poder acceder a la máxima competición se daban por buenos si ese año se conseguía la copa.

El veterano Nikos Stavropoulos (33 años) y Pete Papachronis se marcharon al Iraklís a cambio del pívot Christos Tsekos (2,10 cms).  El fichaje estrella fue, sin duda, Cliff Levingston, procedente de Chicago Bulls.

No sabría decir si la plantilla de la temporada 92/93 ha sido la mejor de su historia, porque un año después, pese a los recortes, el PAOK también completo un roster espectacular.

Plantilla del PAOK 1992-1993.

Para afrontar todos los frentes con garantías, el equipo lo formaban los siguientes jugadores: John Korfas, Nikos Boudouris, Bane Prelevic, Giorgos Balogiannis, Achileas Mamatziolas, Ken Barlow, Nikos Filipou, Cliff Levingston, Panagiotis Fasoulas, Christos Tsekos, Giorgos Kouklakis, Giorgos Balabanidis y Nick Katsikis.  

El periplo europeo empezó en Chipre, donde ganó al Pezoporikos de Larnaka por 61-104 (en la vuelta se impuso por 107-69). A continuación le había tocado en suerte el Estrella Roja de Belgrado, pero como los equipos serbios estaban sancionados por la guerra, pasó directamente a la fase de grupos sin jugar. Además, el grupo del PAOK quedó cojo –sólo con 7 equipos- porque el Partizán, poseedor del título y también sancionado, no fue sustituido.

Cliff Levingston. 

Tras ganar 8 de los 12 partidos en la fase de grupos, el PAOK se clasificó fácilmente para los cruces. Con la mente puesta en Europa, no se dramatizó demasiado el tropiezo copero (derrota en cuartos de final contra el Panathinaikós de Galis por 68-57).

En la liga también sufrió algunas derrotas sorprendentes (de 16 en la pista del Iraklís y de ¡32! contra el Aris) que sin embargo no impidieron que acabara líder de la temporada regular (balance de 22-4).

El Pau Orthez no fue rival para un grupo lanzado que llegaba a la Final Four de Atenas como favorito. No hizo falta tercer partido porque en Francia los griegos ganaron con autoridad por 86-103 y en Salónica por 81-65.

Prelevic lanzando el tiró decisivo que no entró ante Toni Kukoc

Todo parecía indicar que el PAOK y el Real Madrid reeditarían la final de la Recopa de 1992. Como la Final Four era en El Pireo, el equipo de Ivkovic se veía en la final.

El estilo incofundible  a una mano de John Korfas.

Sin embargo, el sorprendente Limoges de Bozidar Maljkovic eliminó a los blancos y la Benetton de Treviso hizo lo propio con los tesalonicenses (77-79). En un partido flojo, los Kukoc, Rusconi y, sobre todo, Ioacopini, enterraron las posibilidades de los “locales”. Aquello supuso un golpe moral –otro más- y económico durísimo, puesto que el PAOK lo había hipotecado todo por conseguir la copa. La victoria contra el Real Madrid en el partido de consolación quedó como una simple anécdota (76-70).

Río de aficionados blanquinegros en El Pireo durante la Final Four.

Mucho se ha hablado de aquella Final Four en Salónica. Los griegos están convencidos que de haberse jugado la final en otro sitio hubieran ganado. Jugaron demasiado presionados y estuvieron más pendientes de las entrevistas y de los aficionados. Esta vez el apoyo/presión de los aficionados fue perjudicial.

La semifinal liguera contra el Olympiacós llegó en el peor momento posible. Para colmo, el nuevo formato de competición no favoreció a los de Ivkovic. En los play off ya no contaban los enfrentamientos directos de la fase regular, en los cuales se habían impuesto los de Salónica las dos veces. El PAOK perdió la ventaja de campo en el primer partido (48-57) y ya no pudo recuperarse.

El Olympiacós ganó el segundo choque por 62-54 y el cuarto y definitivo por 59-49 en El Pireo. El PAOK sumó sólo una victoria en el tercer partido jugado en Salónica (70-64).

La serie fue muy trabada y los problemas constantes. Incluso se llegó a hablar de espionaje. Según Ivkovic, Ioannidis se adelantaba a todos sus movimientos porque conocía de antemano sus sistemas. El nuevo formato de competición no podía empezar de una manera más polémica. El Olympiacós acabó ganando la liga en una serie terrible contra el Panathinaikós, que se negó a jugar el cuarto partido por no estar conforme con las designaciones arbitrales.

Quinteto de la temporada 93/94. 

El presidente Nikos Bezyrtzis anunció que dejaba el club durante el verano, Panagiotis Fasoulas fichó por el Olympiacós, Cliff Levingston por la Buckler de Bologna y Ken Barlow por el Reggio Calabria. Las bajas fueron suplidas por Zoran Savic, Walter Berry y el joven Efthimis Rentziás.

Ivkovic volvía a tener una plantilla de garantías para afrontar la liga, la Copa y la Copa Korac, pero sus relaciones con el nuevo presidente, Apostolos Oikonomidis, no eran la mejores, y en diciembre Soulis Markopoulos sustituyó a Duda en el banquillo del PAOK.

El cambio de entrenador no supuso el inicio de una nueva etapa, puesto que apostar por Markopoulos era hacerlo por la continuidad. Dio oportunidades a los jóvenes y formó un grupo sólido que se apoyaba en buenos jugadores nacionales. Prelevic y Korfas eran los únicos que se mantenían en el equipo desde los 80. Junto a Boudouris, Rentziás, Mamatziolas, Tsekos, Giannoulis y Galakteros formaban la columna vertebral de un conjunto que acabó empatado en primera posición de la liga regular con el Olympiacós (ambos con un balance de 22-4).

Tras derrotar con facilidad al Aris, el Panathinaikós se cruzó en el camino, forzando la serie hasta el quinto. El factor cancha decidió y el PAOK volvió a meterse en la final, dos años después. Con el recuerdo de las semifinales de la temporada anterior en la mente, rojos y blanquinegros se volvían a encontrar. Como no podía ser de otra manera, hubo igualdad y muchos problemas. Ambas escuadras ganaron los partidos de casa, y se llegó al quinto en el Palaciode la Paz y la Amistad. A falta de pocos segundos para terminar, el PAOK se retiró del campo como protesta por el arbitraje recibido. Ante las amenazas recibidas en el vestuario –multa económica y descenso de categoría- salieron a jugar 5 blanquinegros sin calcetines. El Olympiacós ganaba su segunda liga consecutiva y el PAOK se marchaba del Pireo con la sensación de que le habían robado.

Soulis Markopoulos logró ganar la Copa Korac.

Antes de jugarse las series finales de la liga, el equipo bicéfalo logró su segundo título europeo, la Copa Korac.

Los de Markopoulos empezaron la competición en los 1/16 de final eliminando al BK Stroitel (77-81 y 101-56) y dominaron con autoridad su grupo. Concedieron una derrota en 6 partidos (76-74 en la pista del Reocaro Olimpia Milano) y les tocó cruzarse con el Scavolini Victoria Libertas.

En un partido para olvidar, el Scavolini de Pesaro infringió una severa derrota que dejaba al PAOK con medio pie fuera de la competición. El 82-66 final lo decía todo. Sin embargo, en una noche mágica en Salónica, los griegos destrozaron a los italianos, venciéndoles por un insultante 96-58. Por quinto año consecutivo, el equipo se clasificaba para una semifinal europea. El PAOK no estaba muerto.

En las semis hubo derby griego entre el Panionios y el PAOK. En Nea Smirni los locales dominaron el partido los primeros minutos, pero al final la experiencia se impuso y los tesalonicenses ganaron por un cesto, 83-85. En el Alexandrio no se podía escapar la clasificación. El PAOK jugaría su tercera final europea en cuatro años tras sentenciar en casa (82-64).

El rival en la final era el Stefanel de Trieste, con el joven Dejan Bodiroga de figura, acompañado de Gregor Fucka y Ferdinando Gentile, entre otros. Más de 6.000 locos llenaron las gradas del pabellón y llevaron en volandas a los de Markopoulos, que tomaron ventaja al ganar por 75-66. Los nueve puntos no reflejaban la diferencia real que había habido en el choque, dominado de principio a fin por los griegos. Las espadas seguían en todo lo alto y la afición acabó con la sensación de que los de Tanjevic podían dar la vuelta en Italia. Sin embargo, en el mejor partido jugado por el PAOK en toda su historia, los tesalonicenses vencieron a domiciliopor 91-100.

Celebrando la Korac en Trieste.

En un encuentro casi perfecto, los de Markopoulos jugaron al ataque sin especular con el resultado y a por todas. Anotaron 9 triples de 11 intentos y 24 de 38 en tiros de dos. Bane Prelevic y Walter Berry fueron los hombres clave de la final, metiendo 30 y 26 puntos respectivamente. El americano tuvo una de esas noches en las que parecía imparable, capturando además 13 rebotes.

Zoran Savic en el avión.

Otra gran temporada de los blanquinegros pese al sabor agridulce de la derrota liguera y a haber caído en semis de Copa contra el Iraklís de Sakota, Zdvoc y James Donaldson.


Tras la derrota contra el Olympiacós en el SEF, Berry fue visto con sus ex compañeros celebrando el título. No fue renovado y se marchó al Iraklís de Salónica jurando venganza.