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jueves, 20 de agosto de 2015

Jugadores que han vestido varias camisetas de equipos de Salónica.


No voy a hablar de jugadores nacidos en Salónica, aunque hay alguno, sino de profesionales de la canasta que han formado parte de más de un club de la ciudad, bien sea en el parqué, bien en el banquillo.

Hoy es muy habitual en Grecia cambiar de equipo de un año para otro y vestir camisetas rivales de la misma ciudad. No es nada raro firmar un año por el Olympiacós y al año siguiente hacerlo por el Panathinaikós, como hemos visto con Spanoulis, Perperoglou y muchos otros. En Salónica pasa exactamente lo mismo con muchos jugadores y entrenadores. Antes no era así porque el jugador se pasaba 10 años en el mismo club y sólo se movía cuando ya era un veterano.

A muchos jugadores de la Edad de Oro del baloncesto tesalonicense los identificamos con un solo equipo aunque hayan podido acabar sus días en otro club. Veamos algunos ejemplos, aunque seguro que me dejo alguno, teniendo en cuenta que no incluyo a jugadores anteriores a los años 80.

Empezaré por Vangelis Alexandrís, tesalonicense de pro que empezó su carrera en el Anagénesis de Salónica, donde estuvo 4 años. De ahí pasó al Aris, donde jugó desde 1971 a 1980. Coincidió sólo un año con Galis en el que ejerció de perfecto cicerone. Tras 9 años en la entidad quedó libre y firmó por el “enemigo”, el PAOK, donde jugó entre  1980 y 1985. Sus dos últimos años como profesional los pasó en el Iraklís. Es decir, pasó toda su vida profesional en Salónica, su ciudad.

Llamado el Tigre por su manera aguerrida de defender, fue internacional en todas las categorías y se retiró a los 38 años. Alexandrís se hizo entrenador al poco tiempo y no tardó en encontrar banquillo.

En Salónica dirigió al PAOK la temporada  1995-1996, al Iraklís la 1997-1998, al PAOK de nuevo la 2001-2002, al Aris la 2002-2003, al AEK/PAOK 2006-2007, y al Aris entre 2011 y 2013. En medio de todo esto, fue entrenador también del Marousi, del Patras, del Lárisa, del Rodas, etcétera. Además, dirigió a la selección de Jordania en 2013.

Alexandrís con la camiseta del Aris.

Como jugador ganó una liga con el Aris, una Copa con el PAOK y logró un ascenso con el Iraklís. Como entrenador ganó la Copa Saporta con el Marousi en 2001 y la Eurocup Challenge con el Aris en 2003.

He empezado por Vangelis Alexandrís porque, además de ser tesalonicense, es el único que ha vestido las tres camisetas –Aris, PAOK e Iraklís-  y se ha sentado en los tres banquillos. Un monstruo. Sigue en activo. Además, como sucede con Soulis Markópoulos y algún otro, es un vínculo de unión de varias generaciones.

Otro jugador de la misma época que Alexandrís fue Manthos Katsoulis. El pívot, con experiencia en universidad americana –McGill en 1983-, formó pareja con Fasoulas en el PAOK más de 10 temporadas. En los blanquinegros jugó desde 1974 hasta 1988 (salvo el año que estuvo en América), donde había llegado procedente del KAOD. Su vida siempre irá unida al club bicéfalo, aunque siguió jugando en otros equipos tras abandonar el club.

Fichó por el Aris, equipo en el que jugó dos temporadas (88-89 y 89-90) y con el que logró varios títulos, y completó su periplo tesalonicense en el Iraklís (1991-1993) y en el Makedonikós (temporada 93-94). Es decir, Katsoulis ha sido el único griego que ha jugado en los 3 equipos grandes de la ciudad y el Makedonikós, un equipo de la zona norte que llegó a tener su sede en Salónica. Como veremos más abajo, hubo un americano que también llegó a jugar en los 4 equipos.

Katsoulis en los USA.

Fue internacional entre 1976 y 1986. Junto con Kokkolakis y Kastrinakis formó el trío de pívots poderosos que logró el oro en los Juegos del Mediterráneo de 1979.

Logró ganar 3 Copas, una con el PAOK y dos con el Aris, y 2 ligas, ambas con el equipo amarillo.

Dimitris (Takis) Karatzoulidis es un mito del Iraklís, donde jugó 12 temporadas entre 1973 y 1985. Considerada una estrella en su época e internacional con Grecia, fue el culebrón del verano de 1985. El PAOK ofreció 10 millones de dracmas al Iraklís, que estaba dispuesto a venderlo puesto que el jugador ya tenía 32 años. El Aris entró en la puja y el PAOK acabó soltando 55 kilos por el jugador. Ioannidis declaró después que no lo quería fichar, pero así infló la puja. Karatzoulidis se mantuvo en el PAOK cinco años seguidos (entre 1985 y 1990) antes de retirarse en los que no hizo prácticamente nada. Fue uno de los que ganó el oro en los Juegos del Mediterráneo de Slpit en 1979.

Steve Giatzoglou llegó a Grecia en 1972 para jugar en el El Pireo. Lideró el Olympiacós de las 4 Copas y se mantuvo en el club hasta 1984. Fue internacional con Grecia y participó en varios Eurobaskets y Juegos del Mediterráneo.

Stavropoulos (6), Katsoulis (7), Alexandrís (14) y Giatzoglou (10).

Pocos recuerdan que Steve se retiró en el PAOK, donde jugó la temporada 1984-1985, y que su carrera como entrenador la inició en Salónica. Dirigió al Iraklís y al Aris desde el banquillo, aunque con poco éxito.

Nikos Stavrópoulos llegó al PAOK procedente del Lárisa en 1983. Fue uno de los fichajes estrella de la época, sobre el que ya escribí aquí. Se mantuvo en el club hasta 1992 y fue una de las piezas claves de la Dinastía bicéfala (1986-1996).

Aunque su nombre siempre irá ligado al PAOK, jugó también una temporada en el Iraklís (temporada 1992-1993).

Vivió desde dentro la eclosión que supuso el Eurobasket de 1987, puesto que era miembro de la selección, y ganó títulos con el PAOK (una Copa, una liga y una Recopa).

Es el actual director deportivo del PAOK. Ha entrenado a equipos de las categorías inferiores de la Selección y ha trabajado en alguna universidad de Estados Unidos como ayudante.

Así como el nombre de Stavropoulos siempre irá unido al del PAOK, el de Nikos Filipou irá al del Aris, donde jugó desde 1981 hasta 1991. Procedente del Ioannina, llegó al junior del club de la mano de Dusan Ivkovic. Fue el cuatro titular de la Dinastía amarilla e insustituible en la Selección desde 1981 hasta 1989.

Ganó el oro en Atenas 87 y la plata en Zagreb 89, además de múltiples títulos con el Aris (8 ligas y 5 copas).

Duda fue por él y fichó por el PAOK, donde jugó entre 1991 y 1993, ganando una liga y disputando su cuarta Final Four (las tres anteriores con el Aris). Terminó su carrera en el Papagou.

Tras su retirada se mantuvo vinculado al baloncesto como mánager de la Selección Nacional, con la que ganó el Eurobasket de 2005 y la plata de Mundobasket 2006.

La vida deportiva de Slobodan Subotic siempre irá unida a las ciudades de Ljubiana y Salónica. Procedente del Olimpija de Ljubiana, jugó 6 temporadas en el Aris de Galis y Giannakis (de 1987 a 1993) al que llegó con 31 años. Acabó jugando como griego con el nombre de Lefteris Subotic. De amarillo ganó 5 ligas y 5 Copas antes de retirarse.

Subotic dirigiendo al Iraklís.

Se quedó en la ciudad y trabajó como ayudante de Dragan Sakota en el Iraklís. Cuando el serbio se marchó, se convirtió en primer entrenador del club azul (1994-1995). Su buena campaña lo llevó a fichar por el AEK, donde estuvo una temporada antes de firmar por el Aris (1996-1997). Después entrenó al Panathinaikós y al Panionios, antes de regresar a Salónica para entrenar al PAOK durante unos meses en 2001. En la temporada 2002-2003 dirigió al Olympiacós.

En la temporada 2010-2011 volvió al banquillo del Aris pese a las quejas de la afición, procedente del Cedevita. También llegó a entrenar a la Selección de Eslovenia.

Recapitulando, en Salónica Subotic ha entrenado al Iraklís, al PAOK y al Aris dos veces, mientras que en Atenas ha dirigido al AEK, al Panathinaikós, al Panionios y al Olympiacós. Es decir, prácticamente a todos los grandes de Grecia. Un caso único.

Como entrenador conquistó 2 ligas con el PAO, una Copa con el Olympiacós y una Copa Korac con el Aris en 1997.

Otro jugador mítico de Salónica es Lefteris Kakiousis, base histórico del Iraklís, donde jugó 10 temporadas (desde 1987 hasta 1997). Cuando terminó su andadura con el equipo azul, fichó por el PAOK, en el que jugó 2 años y ganó una Copa. Entre 1999 y 2002 formó parte del Makedonikós.


Al poco de retirarse, empezó su carrera como entrenador. En el club de su vida, el Iraklís, se mantuvo tres temporadas (de 2002 a 2005). Posteriormente, compaginó el cargo de entrenador del AEK y luego del Marousi con el de asistente de Panagiotis Giannakis en la Selección. Formaba parte del cuerpo técnico de aquel equipo que ganó el Eurobasket de Belgrado y logró la plata en Pekín. En la temporada 2009-2010 volvió a dirigir a su Iraklís.

El pívot Michail Missounov jugó en el Aris desde 1987 hasta  1997. Procedía del Sibenik Sibenka KK y se marchó diez años después al Iraklís, donde jugó sólo una temporada (1998-1999). Luego jugó en Italia. En Grecia el pobre Michalis acabó teniendo problemas con la justicia.

Mike Jones fichó por el PAOK procedente de Auburn Tigers de la NCAA y fue el primer americano en jugar la liga con el club (temporada 1988-1989). Una año después cambió de equipo y ayudó al Aris de la temporada 1989-1990 a ganar la liga, aunque en el play off final él ya estaba de regreso (fue expulsado del equipo por un asunto feo de marihuana nunca aclarado del todo). A Jones, que también jugó en el Barça, le dediqué este post. Sólo estuvo 2 años en Salónica pero el Cervatillo dejó huella. Es más recordado y querido en el PAOK que en el Aris.

Un caso curioso, aunque luego se repetiría, fue el de Memos Ioannou, mítico jugador del Panathinaikós miembro de la Selección de 1987. Tras 16 temporadas en el PAO en las que ganó 6 ligas y 4 Copas, el base fichó por el PAOK. Con los blanquinegros conquistó la Recopa de Ginebra y llegó a la final de Copa. El Aris se hizo con sus servicios y vistió de amarillo 2 temporadas (2001-2003) antes de retirarse. Ganó la Recopa de Turín. Después de 16 temporadas en el PAO sin conseguir título europeo alguno, Ioannou acabó ganando 2 recopas seguidas en Salónica. Su carrera como entrenador la inició en el Aris.

Papachronis.

El rocoso Pit Papachronis, griego-americano del PAOK que repartía bastante leña (1989-1992) siguió su carrera en el Iraklís (1993-1996). Con el PAOK ganó una liga y una Recopa. Después jugó en otros equipos de Grecia como el Marousi.

Nacido en Viena, Dinos Angelidis estuvo 9 años en el Aris, desde 1990 hasta 1999. Enlazó el fin de la dinastía con la nueva generación que consiguió la Copa Korac del 97. Procedía del Sporting y jugó un año en el PAOK (1999-2000). Se retiró en el Dafni.

Fue internacional y ganó la plata del Eurobasket de Zagreb de 1989. Participó en otros dos Eurobaskets y en las Olimpiadas de Atlanta

domingo, 26 de julio de 2015

El AEK de la temporada 2001-2002.


No ha habido en la historia del AEK ninguna generación parecida a la de los años 60, las cosas como son. Aquel equipo plagado de internacionales marcó una época. Si no ganó más títulos fue porque entonces no existía la Copa de Grecia. Lamentablemente, nadie dio el relevo a aquella inolvidable generación.

La Reina dejó incluso de ser princesa. La Copa de 1981, un oasis en medio del desierto. Años terribles de sequía. El cuarto equipo de Atenas, el sexto, séptimo u octavo del país… Un desastre. Cuando los más viejos del lugar contaban a sus nietos que habían visto al AEK ganar ligas y una Recopa de Europa, aquello les sonaba a cuento de hadas.

¡El AEK no logró juntar una generación decente de jugadores hasta finales de los 90! Los pocos canteranos que conseguían llegar al primer equipo acababan fichando por otros clubs al poco tiempo. Salieron buenos jugadores sueltos, pero no se construyó un equipo, unos años porque no había química entre los miembros de la plantilla, otros porque al presidente se le acababa la paciencia o porque los extranjeros no cuajaban.

Por nombres, sorprende que los bicéfalos del sur pasasen tantos años viviendo de la Copa de 1981, aquella mítica contra el Iraklís en la que Kurt Rambis ganó el MVP.

Vlado Djurovic dio oportunidades a jóvenes de la cantera, pero sólo aguantó una temporada en el banquillo (1994-1995). Fue el último año antes de la Ley Bosman, con Rolando Blackman y Tim Borroughs de extranjeros. La octava plaza fue considerada un fracaso, pero por lo menos el serbio subió al primer equipo a los juniors Michalis Kakiouzis y Nikos Chatzis.

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Diez días después de terminar el Eurobasket de Atenas (1995) se disputó en la misma ciudad el Mundial Junior. La selección de Grecia se deshizo de todos sus rivales y se proclamó campeona, con un Efthimis Rentziás estelar. Junto con Rentziás y Dimitris Papanikolaou, las otras dos figuras de aquel equipo eran Kakiouzis y Chatzis.


La Ley Bosman llegó en el peor momento. De un día para otro, los chavales vieron como jugadores extranjeros les quitaban el sitio. El empresario Giannis Filipou, presidente de FAGE, vio que había negocio en el baloncesto y se metió de lleno en ello.

Filipou no dudó en fichar a Giannis Ioannidis en cuanto tuvo la ocasión. Con el Rubio, el AEK pasó de la décima posición a la segunda. El Olympiacós de Ivkovic fue demasiado rival en la final (3-1) el año del triplete rojiblanco, pero el AEK había dado un salto enorme de calidad hacia arriba.

En su segunda temporada, Ioannidis condujo al AEK hasta la final de la Euroliga, algo impensable un par de temporadas atrás. En dos años, los amarillos se habían dejado la pasta en jugadores de la talla de Prelevic, Coldebela, Lasa, Victor Alexander, Wilie Anderson, Michael Larsen, Jake Tsakalidis, etc…

Tras la triste final de Barcelona (Kinder Bologna-AEK 58-44), el equipo se derrumbó. La cuarta plaza en la liga dejó al AEK fuera de la Euroleague y le costó el cargo a Ioannidis, que acabó bastante mal con algún jugador. El malcarado entrenador garantizaba llegar a finales, pero casi nunca las ganaba. Ejercía tal presión sobre sus jugadores, que muchos acababan peleándose con él. Cuando el Sargento se marchaba, dejaba el club hecho un solar.


Lo mejor de la temporada 98/99 fue el fichaje de Dimos Diokudis, procedente del Larissa, y el regreso al club de Fotis Katsikaris, como asistente de Kalafatakis y luego de Politis. El AEK, como el año anterior, volvió a clasificarse para la final de Copa, pero la volvió a perder.

Filipou optó por una apuesta segura para la temporada 99/00: Dusan Ivkovic. El serbio, que había ganado la liga con el PAOK y el triplete con el Olympiacós, conocía perfectamente el campeonato.

Después de 19 años de sequía, llegaba el primer título, la Copa de Grecia. Ivkovic convirtió a aquel equipo en un grupo ganador. Con un tronco formado por Kakiouzis, Dikoudis, Chatzis, el veterano Koroniós, Tsakalidis y Anthony Bowie, el AEK se impuso al todopoderoso Panathinaikós de Bodiroga, Rebraca, Gentile, Rogers y demás, evitando de pasada el triplete verde.

En la primera fase de la Copa Saporta, el AEK se paseó, concediendo solo una derrota en la pista del Spirou BC. En dieciseisavos se deshizo del Kovinotehna Savinsjka Polzela sin ningún problema, ganando los dos partidos, mientras en los octavos hacía lo propio con el potente TAU Cerámica Baskonia (67-71 y 85-65).

En cuartos, el AEK ganó al Iraklís de Salónica en Atenas por 84-73 y dejó encaminada la eliminatoria. Los azules ganaron el partido de vuelta, pero se quedaron lejos de la hazaña (73-70). El KK Zadar derrotó a los amarillos en el partido de ida de la semifinal (75-70), pero el AEK remontó en la vuelta (82-67), clasificándose para la final de la competición 32 años después ( la Copa Saporta era la Recopa de finales de siglo).


La Kinder de Bologna de Messina volvía a ser el rival del AEK, como dos años atrás en Barcelona. Esta vez, sin embargo, los griegos supieron llevar el partido a su terreno y acabaron imponiéndose por 83-76. Nikos Chatzis y Anthony Bowie se erigieron en héroes de aquella final jugada en Laussane, además de Ivkovic, por supuesto, que seguía engrandeciendo el mito. Nikos Chatzis, jugador poco conocido fuera del país, pero uno de los hombres-récord de la liga griega, recogió la copa de manos del inolvidable Juan Antonio Smaranch.


La temporada del AEK dejó un sabor agridulce, porque acabó cuarto en la liga tras perder la final de consolación contra el Olympiacós (3-1). Sin embargo, podría jugar en la Euroliga debido al cisma que se produjo el año siguiente. El mejor torneo del continente quedó partido en dos.

Hubo bajas sensibles en el roster del equipo la temporada siguiente, puesto que Bowie se fue al Aris y Tsakalidis a Phoenix Suns, pero la plantilla se reforzó muy bien. Con Andrew Betts, Vrbica Stefanov, Ibrahim Kutulay y Nikos Zisis el AEK tenía opciones en las tres competiciones.

En Europa, los de Ivkovic terminaron segundos de grupo, por detrás de la Kinder de Bologna y por delante del TAU. Curiosamente, a la postre serían los finalistas de la competición. En el cruce, el AEK se deshizo del Zalgiris (2-0) y en cuartos de la Benetton de Treviso (2-1).

El TAU Cerámica Baskonia, que se había cargado al Peristeri y al Olympiacós, hizo lo propio con el AEK, al que ganó tres partidos seguidos (3-0). Aquella serie será recordada por el primer partido, que se tuvo que repetir después de que el TAU reclamase una última canasta amarilla –claramente- fuera de tiempo. En la repetición, los vascos aplastaron a los griegos (65-90), a los que apuntillaron pocos días después (67-70). En Vitoria los locales certificaron su paso a la final (76-62). Los vascos aquel año fueron la auténtica bestia negra de los equipos griegos.


Que en el AEK se estaban haciendo las cosas bien lo demuestra el hecho de que se volviera a meter, por cuarto año consecutivo, en la final de la Copa de Grecia. De nuevo Ivkovic se imponía a Obradovic por dos puntitos (66-64), con un gran Kutulay. Era el tercer título en dos años, además de una semifinal de Euroliga.

Sorprendentemente, Giannis Filipou decidió no renovar a Duda la temporada 2001-2002, ocupando el cargo Dragan Sakota, que llevaba más de 10 años trabajando en Grecia. Desde luego, hacer olvidar a Ivkovic no sería tarea fácil. Sin embargo, en aquel grupo había una química muy especial.

El AEK redujo sensiblemente el presupuesto y empezaron los problemas económicos. Menos cartera, más cantera. En el primer equipo se mantenían Zisis, Dikoudis, Chatzis y Kakiouzis, y por debajo empujaban fuerte Giorgos Tsiaras, Ioannis Bourousis, Christos Tapoutos y Pero Antic. J.R. Holden y el veterano Jim Bilba fueron los refuerzos de aquel verano, además de Arijan Komazec. El croata fue la nota discordante de aquel año. Duró poco y fue sustituido por Chris Carr.

En la liga griega, el AEK dominó la fase regular del torneo, quedando por delante del Olympiacós y del Panathinaikós. Curiosamente, tras superar la primera fase de la Euroleague con facilidad, quedó encuadrado con los dos colosos helenos y el Union Olimpija.

Los de Sakota cayeron contra rojiblancos y verdes –a la postre campeones- y quedaron eliminados. Sentó fatal caer contra los dos equipos griegos en Europa, pero se daba por buena la eliminación si se conseguía la liga –partía con ventaja de campo en los play off-. 

Centrado en la competición liguera, porque había caído prematuramente en la Copa contra el Panionios, acabó primero de la fase regular con 23 victorias y 3 derrotas, dos puntos por delante del PAO y 4 del Olympiacós.

Aquella temporada se jugaron unos play off “reducidos”, y el AEK se plantó en la final tras ganar al Iraklís por 2-0. Los atenienses esperaban sacar provecho de la guerra entre el Olympiacós y el PAO. Para los amarillos era “o entonces o nunca”.

Desde luego, nadie podía esperar que aquella temporada terminase como lo hizo: el PAO, que fue eliminado por el Olympiacós en la liga, se proclamó campeón de la Euroliga, los del Pireo, con sus vaivenes, se llevaron la Copa frente a un sorprendente Marousi, y el AEK, después de muchos años sin conseguirlo, triunfó en la liga. Reparto.

El desenlace liguero fue de película.

El Olympiacós derrotó al Panathinaikós por 2-0, pero quedó tocado para la final, porque debido a la múltiple tangana que se produjo hacia el final del segundo partido, varios jugadores fueron sancionados. Eso sí, fue una sanción light porque después de la que se lió bien podrían haberse perdido el resto de la temporada. A los implicados en el quilombo les cayó un partido y una sanción económica, además del cierre del pabellón (un solo partido).


Los de Subotic dieron la campanada en el OAKA y se impusieron al AEK de buenas a primeras (74-82), pese a no poder contar ni con Femerling, ni con Risacher, ni con Ford, ni con Tomic. Ver para creer. El AEK tiraba por la borda toda la ventaja labrada tras una larga temporada de sufrimiento.

En el segundo encuentro, ya con toda la plantilla, pero sin Ford –lesionado-, el Olympiacós volvió a ganar, esta vez en el SEF por 75-70. Los de Sakota naufragaban de nuevo, esta vez en un Pabellón de la Paz y de la Amistad vacío. Con 2-0 a favor para los rojiblancos, pocos esperaban lo que vendría después.

En los días previos al tercer partido, hubo de todo. Por un lado, Sakota se cargó a Chris Carr, con el que tuvo un encontronazo gordo.

Por si fuera poco, cierta prensa publicó que algunos jugadores del AEK habían sido comprados, acusando principalmente a Kakiouzis, involuntario cabeza de turco. A los jugadores les afectó el suceso, pero supieron abstraerse y sacar la fuerza mental de no se sabe dónde para reponerse. Como he dicho tantas veces, en Grecia a las buenas muy bien, pero en cuanto las cosas se tuercen los aficionados se vuelven locos. Todo son contubernios e inventan lo que sea. En lugar de apoyar, meten más presión. Ganar el tercero significaba mantener encendida la llama de la esperanza, perderlo una catástrofe de incalculables consecuencias.


Los jugadores intentaron aislarse del contaminado ambiente, no hacer caso de las infamias difundidas por periodistas malintencionados y consiguieron su primera victoria en el tercer partido (85-78). Fue como quitarse un gran peso de encima. Aunque los amarillos seguían entre la espada y la pared, la presión cambiaba de acera. Los de Subotic estaban obligados a ganar en el SEF para no tener que jugársela en el OAKA.

En un partido tenso a más no poder, rojiblancos y amarillos llegaban igualadísmos al último tramo del cuarto partido. El AEK se sobrepuso a un mal primer cuarto (27-19) y a un arbitraje “sospechoso”. Un parcial de 0-11 en 6 minutos aciagos de los locales puso a los amarillos por delante (29-32). Kakiuouzis, Betts, Holden y Dikoudis tomaron el mando de las opeaciones. Zisis, con tres faltas en el primer cuarto, no pudo ayudar mucho. Al descanso el marcador reflejaba un inquietante 32-36. El público no esperaba tanta resistencia. Los visitantes aguantron el arreón local en el tercer cuarto hasta casi el final. Una discutida cuarta falta de Dikoudis descentró al equipo y el Olympiacós consiguió empatar. A falta de un asalto, empate a 48. Tienen que jugar minutos Panteliadis y Bilba a causa de las faltas.


En el cuarto período el Olympiacós tomó ligeras ventajas pero no conseguía despegarse. Volvió Dikoudis, el héroe de la final, a falta de más de 6 minutos. De nuevo el partido se igualó y la diferencia no superaba nunca los 2 o 3 puntos. A triple de Holden respondía Forrest, a canasta de Kakiouzis anotaba un tiro libre De Miguel, etc...

Forrest empata a 59 cuando faltan 2´30´´. Chatzis mete la última canasta amarilla a falta de 2 minutos. A partir de ahí, errores a partes iguales. Tomic yerra un triple, pero los árbitros señalan la quinta falta de Dikoudis en la lucha por el rebote. Savrasenko falla los dos tiros libres y Betts captura el rebote. La bola a la banda porque el AEK no está en bonus. Holden falla un triple y le da la última opción del partido a Tomic, que es objeto de falta personal. El capitán marra el primer tiro y anota el segundo. Holden falla el primer tiro libre y apedrea el aro en el segundo. Kakiouzis coge el rebote y el partido termina. El AEK ha forzado el cuarto partido cuando parecía imposible, y encima lo jugará en cada.

Antes del quinto encuentro se confirma que James Forrest, el pívot rocoso del Olympiacós, ha dado positivo en el control antidoping del segundo encuentro y no volverá a jugar. Se contrarrestan así las fuerzas, el AEK sin Carr y el Olympiacós sin Forrest.


Ante 11.000 fieles que llenaron el OAKA, el AEK no podía fallar. El 79-70 final no refleja lo que fue el partido, ya que el Olympiacós tuvo sus opciones. Los amarillos salieron fuertes (12-14), pero Risacher estuvo inspirado desde el triple y equilibró las cosas (16-14 al final del primer cuarto). Los locales siempre mantuvieron la inciativa, tanto en el juego como en el marcador, y con la pareja Dikoudis-Kakiouzis on fire el AEK se escaparon en el marcador (34-20). Parecía todo controlado por los de Sakota, que sienta a los titulares para darles descanso. Al final de los primeros 20 minutos, los aficionados creen tocar el título con las manos (43-31).

Nadie duda que el título se quedará en casa después de que el AEK amplíe cada vez más la diferencia (48-31). Sin embargo, asistimos a unos últimos 6 o 7 minutos de cuarto espectaculares de Milan Tomic. El serbio las enchufa de tres que es un primor, apoyado también por el alero francés. Por los locales, sólo Dimos Dikoudis parece tenerlo claro. El Olympiacós juega prosiblemente sus mejores minutos de toda la serie y recorta las distancias (56-61 al final del tercer cuarto). Sigue vivo.

La dinámica ha cambiado y el miedo pasa de la pista a la grada y de la grada a la pista. Los de Subotic están crecidos y con triples de Risacher y tiros libres de De Miguel se ponen por delante. El Olympiacós ha remontado 17 puntos en menos de 10 minutos. Entonces, incomprensiblemente, el técnico esloveno de los marineros protesta desmesuradamente una jugada y los árbitros lo sancionan con una técnica que mete de nuevo de lleno al AEK en el partido (de 59-61 se pasa a 62-61). Sakota “responde” a Subotic protestando exageradamente una posible falta en ataque de De Miguel y también es sancionado con una técnica. Hay nervios, tensión, malos modos y polémica. El partido lo tiene absolutamente todo.


A 5 minutos del final, los de El Pireo se ponen tres puntos por delante (62-65) en lo que sería el último arreón rojiblanco. El parcial final de 17-5 decide el quinto partido y la final, con un gran Chatzis y un excelente Dikoudis. El Olympiacós agota los ataques y sólo anota de tiros libres. La defensa y el rebote amarillo se imponen. Un irregular Holden aparece robando un balón decisivo y el veterano Jim Bilba aporta su granito de arena en la zona. Se desata la euforia en el OAKA y traslada la crisis al puerto. Concluye así una de las series finales más increibles de la historia del baloncesto griego. El Olympiacós se dejó la piel en la remonatda y acabó sin gasolina. Dragan Sakota movió mejor el banquillo y se notó al final. ¿Qué hubiera pasado si Alphonso Ford no hubiera estado lesionado? ¿Y si Forrest no hubiera dado positivo? 


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La plantilla del AEK que ganó la liga en la temporada 2001-02 la formaban J.R. Holden, Nikos Zisis (19 años), Christos Tapoutos (20 años), Nikos Chatzis, Dimos Dikoudis, Jim Bilba, Andrew Betts, Michalis Kakiouzis, Giannis Bourousis (19 años, solo jugó 3 partidos), Pero Antic (20 años, no llegó a debutar), Chris Carr (llegó por Komazec y fue cortado; solo jugó 13 partidos), Giorgos Tsiaras, Vasilis Koikilias, Kostas Paschalis, Arjan Komazec (fue cortado; solo jugó 11 partidos) y Spiros Panteliadis. Entrenador: Dragan Sakota.

A pesar del título, los problemas económicos continuaron. Filipou se enfrentó a sus propios aficionados, harto de pagar multas por el mal comportamiento de los mismos y aquello fue el principio del fin. Algún día hablaremos de los grupos organizados de aficionados y su influencia dentro de los clubes. Acostumbrados como estaban los aficionados a pelear por títulos, no estaban dispuestos a soportar dos temporadas malas. Así fue como poco a poco aquella prometedora generación se fue desintegrando.

Con la marcha del principal accionista, Giannis Filipou en 2006, tras 11 años en la entidad, empezaron las dificultades gordas. Fueron marchándose primero los extranjeros y después los valores nacionales, que acabarían haciendo una carrera más que notable en Grecia y fuera de ella (Giannis Bouroussis, Giorgos Tsiaras, Nikos Zisis…).

Aunque colocó a su hijo en la presidencia, éste no tenía ningún interés en el baloncesto y lo dejó al poco tiempo. La familia se cansó y dejó de apoyar. Los jugadores dejaron de cobrar de la noche a la mañana y el equipo cada año iba a peor, hasta que se consumó la catástrofe. Granitsas, vicepresidente con Filipou padre, se hizo cargo del club, pero los problemas se multiplicaron. A un mes del inicio de la campaña 2006-07 el AEK no tenía entrenador (al final “picó” Vangelis Alexandrís). Llegaron jugadores sin haber hecho pretemporada y con el curso empezado dejaron de cobrar las nóminas. El AEK era el Titánic, con cambio de entrenador incluido y jugadores que se pusieron en huelga. Salvaron el año, pero de ahí hasta el descenso, 5 años para olvidar.


El error de Filipou, propietario junto a su hermano de la mayor empresa de productos lácteos del país, FEGA, fue creer que realmente podía ganar dinero con el club, no como los Angelopoulos o los Giannakopoulos, que primero son “seguidores” y luego presidentes.


Si la generación del AEK campeona de liga en 2002 se hubiera mantenido en el club, estoy convencido de que hubiera disputado la hegemonía verde de Obradovic.

lunes, 5 de mayo de 2014

La década prodigiosa del baloncesto en Salónica (El Imperio Amarillo IV).

Nombres, cifras, fechas y títulos.



Entre 1982 y 1993 el Aris ganó 8 ligas (82/83, 84/85, 85/86, 86/87, 87/88, 88/89, 89/90, 90/91), 6 Copas (84/85, 86/87, 87/88, 88/89, 89/90, 91/92) y 1 Recopa de Europa (92/93).

Se clasificó para las 3 primeras Final Four de la historia (87/88, 88-89, 89-90), pero no consiguió llegar a ninguna final.

Logró 5 dobletes, 4 de ellos seguidos. Enlazó 80 victorias seguidas en Grecia, sumando liga y Copa entre las temporadas 85/86 y 88/89.

Nikos Galis fue el máximo anotador de la liga 11 temporadas seguidas, desde 1981 hasta 1991.

Además, entre 1982 y 1993 el Aris perdió dos finales de Copa (1984 y 1993) y quedó segundo en la liga la temporada 83/84.

Personalidades del Imperio Amarillo.

Akis Michailidis, el presidente del Imperio Amarillo (1983-1992).

Sin duda, 4 son los nombres fundamentales del Imperio: Akis Michailidis, Giannis Ioannids, Nikos Galis y Panagiotis Giannakis. De todos modos, conviene no olvidarse de otros personajes menos conocidos sin los cuales nada hubiera sido posible.

El Patriarca del Aris, Anestis Petalidis, junto a Giannis Ioannidis.

Aunque no formó parte directamente del Imperio Amarillo, el coach Antestis Petalidis (1952-1973 y 1974-1975) es una personalidad fundamental en la historia del club (falleció en 2012). Como entrenador, tuvo a sus órdenes a Giannis Ioannidis casi desde que empezó a jugar. Vio en el Rubio a su futuro sustituto y le recomendó que abandonase la práctica activa del baloncesto para sentarse en el banquillo. Se mantuvo en la directiva y dio su visto bueno al fichaje de Nikos Galis.

Petalidis en un tiempo muerto. Ioannidis es el rubio de la izquierda.

Giannis Ioanidis jugó en el Aris desde 1960 hasta 1978 y dirigió la nave como entrenador la temporada 1978-1979 y entre 1982 y 1990. Fue el Arquitecto de la Dinastía. Una personalidad única sin la cual no hubieran sido posibles tantos triunfos. Su mayor éxito fue el de conseguir que Galis y Giannakis jugasen juntos tantos años sin que se peleasen. Un entrenador más psicólogo que técnico al que muchas veces le perdían las formas. Tras dejar el Aris estuvo un año sin entrenar hasta que aceptó la oferta del Olympiacós. Con los del Pireo creó una nueva dinastía también plagada de éxitos.

El Imperio Amarillo fue dirigido desde los despachos por Akis Michailidis (1983-1992). Aunque no fue él quien trajo a Galis, sí echó el resto por Giannakis o Subotic. Probablemente la gestión económica de los éxitos no fue la mejor, pero en cuanto él dejó el club, el barco se hundió.

Nikos Galis.

Nikos Galis (1979-1992) se convirtió en la piedra angular del proyecto. Llegó con 19 años procedente de los Seaton Hall Pirates con la intención de jugar una temporada y regresar a Estados Unidos, pero acabó quedándose. Puso a Salónica en el mapa y condujo al Aris a las tres primeras Final Four. Un líder tanto dentro como fuera del campo. Un ejemplo para los jóvenes, un ídolo, un mito. Él trajo el profesionalismo a Grecia. Sin duda, su llegada marcó un antes y un después en la historia el deporte griego. Su figura va más allá de una gran estrella de un equipo de baloncesto.

Panagiotis Giannakis.

Con Panagiotis Giannakis (1984-1993) el Aris pasó de ser un buen equipo a un ejército invencible dentro de las fronteras. Fue fichado del Ionikós Nicea a golpe de talonario, pero el esfuerzo económico mereció la pena. Panagiotis volvía loco a los rivales para luego aparecer Galis y arrancarles la cabeza. Una personalidad única que acabó haciendo carrera también en los banquillos. Un jugador de raza que contagiaba a los compañeros y que sabía conectar con la grada. Después del Aris jugó una gran temporada en el Panionios y otras dos en el Panathinaikós, donde logró ganar la Copa de Europa.

A los dos jugadores citados debemos añadir los siguientes:

Nikos Filipou.

Nikos Filipou (1982-1991) era el niño mimado de Giannis Ioannidis. El 4 titular del equipo durante casi una década y fijo en la selección nacional. No había muchos jugadores de sus características en Grecia. Era delgado, muy técnico y solía jugar por dentro. Dusan Ivkovic, que era quien lo había traído al Aris a principios de los 80 cuando sólo era un chaval, lo convenció para firmar por el PAOK. Allí jugó dos temporadas en las que ganó una liga y llegó a una final de la Recopa. Se retiró en el Papagou de Atenas y luego trabajó muchos años para la Federación como técnico asistente.

Charis Papageorgiou.

Charis Papageorgiou (1973-1980, 1981-1983 y 1985-1987) era el anotador del Aris antes de la llegada del griego-americano. Un jugador de perímetro, físicamente fuerte y anotador compulsivo. Letal desde la media distancia, fue la figura del equipo en la época pre-Galis. Su papel fue testimonial las últimas temporadas, aunque después de dejar el Aris todavía jugó un año en el Ilysiakós. Directivo del club (2014).

Michalis Romanidis.

Michalis Romanidis (1980-1992) fue otro de los jugadores importantes del Imperio. Formado en la cantera e internacional en todas las categorías, era un 3 fuerte que solía salir desde el banquillo como sexto hombre. Un tipo duro capaz de correr, anotar y defender. Después del Aris jugó un tiempo en el Pangrati.

Vasilis Lipiridis.

Formado en las categorías inferiores, Vasilis Lipiridis (1985-1996) era un jugador parecido a Nikos Filipou. Fue ganando confianza y creció su protagonismo con el paso de los años. Era menos técnico que Filipou, pero más pesado. Fundamentalmente se dedicaba a coger rebotes, defender y dar descanso a los americanos de turno. Fue internacional entre 1989 y 1994. Después del Aris jugó en el OFI de Creta. Hoy (2014) forma parte de la directiva del club.

Giorgos Doxakis.

Pocos fuera de Grecia conocerán el nombre de Giorgos Doxakis (1981-1991). Entre 1981 y 1984 solía salir de titular en la posición de base. Con la llegada de Giannakis al equipo, despareció de las canchas. Aguantó 7 temporadas en el banquillo sin hacer ruido. Vivió todos los triunfos desde muy cerca, pero participó muy poco porque tanto Galis como Giannakis solían jugar los 40 minutos. Ioannidis no los sentaba ni en los minutos de la basura. Doxakis se marchó al Panionios en 1991, pero a pesar de contar con la confianza del entrenador no cuajó.

Slobodan Subotic.

El esloveno de “raíces griegas” Slobodan Subotic (1986-1993) llegó para jugar en la posición de Charis Papageorgiou. Eran jugadores de similares características. Subotic tenía muy buena mano y anotaba de tres con facilidad. Aunque llegó ya con una cierta edad, rindió a muy buen nivel e hizo carrera en el país como entrenador años después. Se retiró en 1993 y pasó a ser ayudante de Sakota en el Iraklís.

Vasilis Paramanidis es el de la izquierda de la imagen.

Vasilis Paramanidis (1977-1985) era uno de los jugadores de la época anterior a Galis que se mantuvo en el equipo hasta 1985. Un pívot fuerte de cuando los hombres altos medían poco más de dos metros. Fue una pieza importante en la consecución de la liga 78-79. Fue perdiendo protagonismo a medida que otros jóvenes con más talento subían al equipo (Filipou, Lipiridis...).

Temporada 86/87. Petros Stamatis con el 10.

Petros Stamatis (1981-1988) fue otro de los pívots que formó parte de la plantilla que protagonizó el Imperio. Fue importante en la rotación, sobre todo los primeros años.

Michail Missunov o Michalis Misounov.

Aunque Michail Missunov (1987-1997) llegó al Aris procedente del Sibenka, se adaptó perfectamente a la ciudad y aguantó 10 años en el equipo. Uno de tantos rusos sospechosos “origen griego” que conseguían el pasaporte para jugar en Grecia. Fue un jugador importante dentro de la zona, principalmente en las competiciones domésticas. Duro, fuerte y no exento de cierta calidad. Vivió la segunda parte del Imperio, el principio del declive y la consecución de la Copa Korac en Bursa (1997). 

Dimitris Kokkolakis y su inconfundible bigote.

Aunque el nombre de Dimitris Kokkolakis siempre irá unido al Panathinaikós, donde jugó desde 1969 hasta 1983, conviene recordar que también aportó su granito de arena en la pintura durante 4 temporadas (1983-1987). Una de las torres griegas de la época a las que por edad el Eurobasket 87 le llegó tarde. Su veteranía fue clave en momentos importantes.

Vangelis Vourtzoumis y JJ Anderson con la Recopa de 1993.

Vangelis Vourtzoumis (1988-1995) debutó con el primer equipo con 19 años y se mantuvo en el club amarillo 7 temporadas. Se marchó al Panathinaikós en plena madurez y consiguió ganar la Copa de Europa. En el Aris empezó a destacar con la marcha de Galis, puesto que jugaba en la misma posición.

Jurovic, Dinos Angelidis y Miroslav Pecarski.


Dinos Angelidis (1990-1999) es otro de los jugadores históricos del Aris que, aunque le pilló joven, pudo disfrutar de aquella generación. Llegó con 21 años procedente del Sporting y, como Misounov y Vourtzoumis, enlazó dos épocas bien distintas.

Hasta aquí la historeta del Imperio Amarillo. Juntaré a los extranjeros de la década prodigiosa de los 3 equipos de Salónica y haré un post sobre los mismos, pero primero me dedicaré a escribir sobre el PAOK y el Iraklís. También merece hablarse del ambiente de aquella época y del estilo de juego de los equipos. Todo se andará.