martes, 7 de julio de 2015

Mi referéndum.



¿Papaloukás, Diamantidis o Spanoulis?

Escasas horas después del referéndum de Tsipras, yo convoco el mío: hay que elegir entre Theodorís Papaloukás, Dimitris Diamantidis y Vasilis Spanoulis.

Tres jugadores coetáneos que han marcado época. Tres líderes distintos con elementos comunes. Tres tipos únicos. Uno ya retirado, otro en vías de hacerlo y el tercero todavía en el candelero.

Como trío, a Papaloukás, Diamantidis y Spanoulis los recordamos con la selección bailando a los americanos, peleando contra nosotros en Madrid y doblegando a Nowitzki en Belgrado. Los tres tocaron el cielo con las manos aquella noche mágica de Japón hasta que los muchachos de Pepu les recordaron que a pesar de todo seguían siendo humanos. Anteriormente habían ganado el Eurobasket de Belgrado y nos habían brindado algunos de los momentos más increíbles del baloncesto europeo de la última década, con remontadas absolutamente inverosímiles. A medida que fueron abandonando las concentraciones con la nacional, el equipo se resintió. No sólo era la manera que tenían de jugar la que los hacía especiales, sinó también la de hacer jugar al resto –Lázaros y muchos otros eran mucho mejores a su lado-, la de desesperar al rival, la de analizar el partido desde dentro y dar un volantazo repentino, la de saber jugar los momentos clave de cada enfrentamiento y la de inyectar testosterona a los compañeros. Tres competidores natos, cada uno con su estilo, que se complementaron en grado sumo con la selección y que hicieron de sus clubes campeones del continente.

¿Qué hubiera sido del club que los hubiera juntado varios años en la misma plantilla? 

1. Theorodís Papaloukas, la inteligencia en favor del colectivo. 


Papaloukás (no "Papaloúkas"), así de sopetón, "era una computadora con patas". ¿Lo más parecido a John Stockton que ha dado Europa? Un base alto con una cabeza prodigiosa. 


En sus inicios, no lo tuvo fácil. Tras jugar en el Ethnikós Ellinoroson y los Ambelokoipoi, destacó en el Dafni, lo que le valió para fichar por el Panionios, donde jugó desde 1999 a 2001.  De allí saltó al Olympiacós, que pasaba por su particular calvario, en plena “Dictadura” verde de Zeljko. Todos destacaban su potencial y estaba llamado a ser el sustituto de Milan Tomic en la dirección por los siglos de los siglos, de ahí que le hicieran un contrato de 4 años. Sin embargo, los directivos pretendían reducirle el sueldo tras el primer año y Papaloukás rompió el contrato. 

La mejor versión de Papaloukás como jugador de club la vimos en el CSKA de Moscú. Theo podía pasarse casi todo el primer cuarto en el banquillo “tomando notas”. Su rápida capacidad de análisis le hacía salir a la pista sabiendo exactamente lo que necesitaba el equipo en ese momento. Un lujo para cualquier entrenador, claro. La prolongación de Ettore de Messina en la cancha y luego de Panagiotis Giannakis con Grecia. 


Suena algo irónico que la cualidad máxima de un base tan alto como Papaloukás fuese... la inteligencia. ¿Qué hubiera sido de Theodorís sin su privilegiada cabeza? 

No era un anotador, su mecánica de tiro era manifiestamente mejorable y daba la impresión de ralentizar demasiado el juego, pero cuando el equipo necesitaba correr daba un pase largo, cuando había que buscar a los pívots los encontraba y cuando había que mover la bola lo hacía con maestría. Repartía muchas asistencias y penetraba a canasta si era necesario protegiendo el balón con su mano izquierda. Nunca rehuía de la responsabilidad en momentos difíciles, cualidad ésta que compartía con los otros dos cracks

Con Papaloukás siempre tuve la sensación de que podría haber hecho mejores números, pero probablemente hubiera ganado menos partidos. Su dilatada carrera, sin embargo, le permite aparecer todavía hoy en muchos apartados estadísticos de la Euroleague.


Papaloukás fue el jugador europeo del año en 2006, MVP de la Euroleague en 2007, MVP de la Final Four de 2006, miembro del All-Euroleague Team 4 temporadas consecutivas (2006-2007-2008-2009), miembro del mejor quinteto en el Eurobasket 2005 y en el Mundobasket 2006, incluido dentro de los diez mejores jugadores de la Euroleague de la década 2000-2010, máximo asistente en la historia de la Euroleague y segundo en recuperaciones hasta su retirada en 2013, etc... Hasta hace poco –lo superó Juan Carlos Navarro- era el jugador que más partidos había jugado en la Euroleague y es el hombre que más Final Four ha disputado.

A nivel de clubes, con el CSKA ganó 6 ligas rusas, 3 Copas y 2 Euroleagues (2005/06 y 2007/8), que incluyen un triplete (2005/06). Su primera etapa rusa terminó en 2008. Desde entonces, su carrera fue claramente hacia abajo, a pesar de que con el Olympiacós de Giannakis, los Angelopoulos y los petrodólares llegó dos veces más a la Final Four, sin éxito. Quizás a Papaloukás le quede el sabor amargo de no haber sido profeta en su tierra: Theodorís nunca ganó la liga griega -aunque sólo la jugó 3 temporadas- y perdió la final de París contra el Barcelona. Las tres Copas de Grecia, un título menor en el país, saben a poco. En el Maccabi, como secundario de lujo, sumó una liga y una Copa una temporada antes de regresar a Moscú, donde se retiró en 2013. 

Una carrera larga y exitosa la de Papaloukás, sobretodo fuera de Grecia. Quizás por ello casi ningún griego le votaría a él en el referéndum. Que el Olympiacós dejase marchar a Theodorís después de aquella increíble final de liga contra el AEK en 2002, probablemente haya sido uno de los mayores errores de la historia del club. ¿Acaso no hubiera ganado alguna liga con Papaloukás en plenitud entre 2002 y 2008? 

Un líder, Papaloukás, a los que todos escuchaban y hacían caso. Tuvo siempre el reconocimiento de sus rivales y el respeto de todos. Quizás por ello haya acabado vistiendo traje y corbata en la Euroleague y no chándal. ¿Por qué diablos Theodorís no se hace entrenador? 

2. Dimitris Diamantidis, un líder silencioso.


Hablas hoy con Diamantidis y te contesta con monosílabos y mirando al suelo como hace veinte años. Sigue siendo el chico de Kastoriá que se marchó del pueblo para jugar en el Iraklís de Salónica persiguiendo su sueño. 

Dentro de la cancha, sin embargo, Diamantidis es el que más ha cambiado de los tres, en parte por el cambio físico de la criatura los primeros años y en parte por su conocimiento cada vez mayor del juego. En el Iraklís, Dimitris pegaba unos botes espectaculares. En cuanto firmó por el Panathinaikós y empezó a ganar peso, quedó atrás la etapa de los mates y de los tapones. 

Es imposible separar la carrera de Diamantidis de Zeljko Obradovic. Estoy convencido de que Dimitris no hubiera llegado donde ha llegado si no hubiera sido por Zeljko.

Diamantidis es la mejor zurda que ha dado Grecia –Vasilis Tsartas no cuenta, bribones- y uno de los mejores jugadores europeos de los últimos quince años. Muy inteligente en la pista aunque con menor visión de juego que Papaloukás, Dimitris ha sido más anotador y mejor defensor. 

Sin hacer ruido, Diamantidis siempre nos sorprendía apareciendo en los primeros lugares del apartado estadístico, aunque a él eso le importaba poco. Otro jugador que hacía lo que hiciera falta por el bien del equipo. Un base capaz de hacer muchas cosas bien, desde tirar de fuera a penetrar, doblar o asistir. En defensa, largos brazos y lectura maravillosa para llegar siempre a la ayuda. Un destacado “ladrón” capaz de poner tapones a hombres más altos.


Dimitris dice que nunca quiso ir a la NBA, consciente de que por sus características allí no hubiera hecho nada. No quería ir a Estados Unidos a perder un año o dos, chupando banquillo. Supo siempre hasta donde podía llegar y dio lo máximo. Un tipo con la cabeza en su sitio.

El pick and roll con Batiste, Lasme o Gist dominó la liga y Europa, así como sus triples al límite de la posesión y sus ayudas defensivas. Creo que no exagero si digo que “hizo internacionales” a Tsartsaris, Kaimakoglou y otros, que a su lado mejoraron muchísimo. ¿Quién ha sido mejor en el no looking pass, Dimitris Diamantidis o Saras Jasikevicius

Casi sin quererlo, se convirtió en el heredero natural de Frangiskos Alvertis, mito viviente del club que poco tenía que ver con la manera de ser de Dimitris. Alvertis gesticulaba, gritaba, se dirigía al público y levantaba el puño. En cambio, Diamantidis siempre fue to kaló paidí, el “buen chico” que nunca había roto un plato. Aunque sí es verdad que con los años Diamantidis se fue avinagrando un poco, nunca dejó de ser el niño de Kastoría del Mini Cooper.


El currículum de Diamantidis es espectacular y todos los títulos de club los ha conseguido con el Panathinaikós, en el que juega desde la temporada 2004-2005. Ha ganado 3 Euroleagues (2 tripletes), siendo MVP en 2011, además de MVP en las Final Four de 2007 y 2011. Elegido en el All-Euroleague First Team en 4 ocasiones y escogido mejor defensor nada menos que en 6 ocasiones. Está entre los 10 mejores jugadores de la Euroleague entre 2000 y 2010, como Papaloukás.

En Grecia ha ganado 9 ligas, siendo MVP 6 veces y máximo asistente 2, y 9 Copas. En 2007 fue elegido mejor jugador europeo y mejor atleta de Grecia.

Con la Selección, al oro de Belgrado y a la plata de Japón, hay que sumar un bronce en los Juegos Mediterráneos de Pescara 2001 y una Copa Stankovic en 2006.

3. Vasilis Spanoulis, el brazo ejecutor.


Spanoulis es rock and roll. Si Papaloukás era el teórico y Diamantidis el multiusos, Spanoulis es “el ejecutor”. Una auténtica estrella. El que brilla delante de las cámaras y se siente cómodo jugando bajo presión. El último gangster. Probablemente, el jugador más parecido a Nikos Galis desde su retirada.

Para el espectador, Kill Bill es el jugador total, el asesino de la katana. No lee tan bien los partidos como Papaloukás ni defiende como Diamantidis, pero en ataque es un auténtico killer. Asiste y dobla como los otros dos, pero lanza y choca mejor. Su brillantez ofensiva “disimula” su mayor laguna: pierde demasiados balones. 


Spanoulis empezó jugando en Lárisa, su ciudad natal, para fichar luego por el Marousi, club que a principios de siglo llegó a ser el tercero del país. De allí fichó por el Panathinaikós de Obradovic, donde era uno de los líderes del grupo, aunque no el único líder. Tras un año de éxitos, dio el salto a la NBA para jugar en Houston. 31 partidos jugados y 3 puntos por encuentro fueron el triste bagaje de Vasilis en la mejor liga del mundo. Un año perdido. Supongo que le quedó la espinita del sueño americano clavada en el pecho, pero decidió regresar y convertirse en el mejor jugador de Europa.

En su segunda etapa verde, las cosas no podían ir mejor. A los títulos conseguidos había que sumarle los éxitos con la Selección. Sin embargo, desavenencias con Obradovic le llevaron a fichar por el Olympiacós en 2010, donde llegó a la plena madurez. Con su fichaje por el eterno rival, el dominio del Panathinaikós se tambaleaba. El tiempo le daría la razón a Spanoulis a pesar de que el PAO ganase todavía un par de ligas. Convertido ya en el nuevo gangster, el “Galis del siglo XXI” se coronó Rey de Europa.


Excelente en el uno contra uno, Spanoulis es experto en penetrar, chocar y anotar. Su pick and roll frontal con pívots de la talla de Dunston o Hines tienen denominación de origen. Sus triples dando un saltito hacia atrás, aunque sean desde 8 metros, han matado a más de un equipo y han dado muchas alegrías a los marineros. A parte de su fortaleza física, de Spanoulis destacaría su dureza mental. No suele fallar cuando el Olympiacós lo necesita y nunca pierde la calma cuando las cosas se complican. Esa garra que hace que los griegos no se marchen del partido a pesar de ir 10 puntos por debajo es la que contagia Vasilis a sus compañeros. Es un auténtico líder.

El de Lárisa ha ganado 3 Euroleagues (1 con el PAO el año de un triplete y 2 con el Olympiacós), logrando ser MVP de la Final Four en las tres, y siendo MVP de la competición en 2012 y en 2013. Además, llevó al Olympiacós al subcampeonato esta temporada. Con los verdes ganó 4 ligas y 4 Copas de Grecia, mientras que con el Olympiacós ya lleva 2 ligas, 1 Copa y 1 Copa Intercontinental, en la que fue MVP

Elegido 2 veces en el All-Star Team de la Euroleague y 4 en el segundo equipo, en 2012 y en 2013 fue elegido mejor jugador de Europa. En Grecia ha sido MVP en 2009 y 2012, mientras que en 2009 fue elegido Mejor Jugador de los Balcanes. En 2013 recibió el prestigioso premio Giuseppe Sciacca.
Con la Selección, su palmarés empieza con la U18, con la que ganó el bronce en el Eurobasket de 2000. Ganó la plata en los Juegos del Mediterráneo de 2001 y el oro en el Eurobasket U20 de 2002. Con la absoluta suma el oro del Eurobasket 2005, la plata del Mundobasket de Japón 2006, la Copa Stankovic 2006 y el bronce del Eurobasket 2009, donde fue incluido en el mejor quinteto.
     
¿Qué tienen en común estos tres fenómenos?

Pues sin duda, los tres son tipos ganadores. Son grandes competidores que siempre han dado la cara en partidos importantes. Tres hombres que no se esconden y que parecen llevar en la sangre la garra del luchador. Son raza balcánica.

Los tres son maestros del pick and roll. ¡La de asistencias que han debido dar entre los tres! Algo tan aparentemente sencillo como el bloqueo y continuación no veíamos hacerlo tan bien desde la Jugoplástica de Bozidar Maljkovic. Los pases a los interiores, verdaderos caramelos. ¡La de alley-oops que nos han regalado Diamantidis y Spanoulis!

Los tres han sido líderes en sus equipos: Diamantidis en el PAO, Papaloukás en el CSKA y Spanoulis en el Olympiacós. En sólo una temporada, Vasilis se convirtió en el jugador-franquicia del club rojiblanco viniendo del enemigo, algo insólito. Es alucinante la cantidad de títulos que suman entre los tres, siendo siempre piezas-clave en todos. Y eso que no he querido anotar finales perdidas, que las hay, y cuartos puestos con la Selección.

Destacaría, para terminar, la dureza mental de los tres. Todos son capaces de leer el encuentro y saber lo que toca en cada momento. No les tiembla el pulso y son temperamentales.  

¿Y la NBA?


El único que lo intentó fue Spanoulis, que volvió con la cabeza gacha. Por suerte, lejos de hundirse, el de Lárisa regresó y acabó callando bocas. Nunca sabremos si Diamantidis o Papaloukás hubieran tenido más suerte que Vasilis, aunque a ellos nunca les convenció la NBA. ¿Por qué los griegos –Antetokounmpo es la excepción- no se adaptan a la NBA?

¿Con cuál de los tres os quedáis?

1 comentario:

  1. Hola Rafa, difícil elección...Tres auténticos líderes que han marcado una época, como dices. Aunque por su instinto de killer y su capacidad de darle la vuelta a un partido, me quedo con Spanoulis. Lo que ha hecho con Olympiacós en los últimos años tiene muchísimo mérito.

    Un abrazo desde Sevilla.

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