jueves, 30 de octubre de 2014

La Segunda Dinastía Roja III (Olympiacós 1991-1997).



Temporada 1996-1997: triplete y fin de ciclo.

La plantilla del triplete con Gray.
 
Se inicia la era post Ioannidis.

En una rueda de prensa televisada –¡cómo le gustaban las cámaras!-, el Rubio explica las causas de su marcha. Básicamente, la relación con el presidente era nula desde la pelea en Madrid. Además, insinuó que Kókkalis hacía tiempo que tenía un acuerdo con Dusan Ivkovic. Algunos aficionados se agolparon cerca del lugar y le pidieron a gritos que no se fuera. 4 ligas, 1 Copa y dos finales de la Euroliga fueron el balance del entrenador en las 5 temporadas que estuvo en el club. Lo más importante, sin embargo, fue que construyó un equipo campeón de larga duración y acabó con la hegemonía del Aris y del PAOK. Incluso se generó un debate en la televisión sobre si debía marcharse o no.
  
No tardó en encontrar equipo. El AEK del nuevo magnate del baloncesto griego, Ioannis FIlipou, no lo dudó ni un segundo y se hizo con sus servicios.
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David Rivers y Dusan Ivkovic.


El Olympiacós era el cuarto equipo que dirigiría Ivkovic en Grecia. Tras entrenar al Aris a principios de los 80, llegaron los éxitos con el PAOK de la Dinastía Bicéfala. Después de la marcha de Salónica, fue el Panionios el que confió en el serbio. Hizo dos buenísimas temporadas en Nea Smirni que le sirvieron para firmar por el coloso del Pireo.

En aquel primer verano de la Ley Bosman, Kókkalis firmó al pívot alemán Christian Welp, un 2,13 campeón de Europa con experiencia NBA, y al americano Willie Anderson, alero ex de San Antonio, Toronto y los Knicks

Anderson y Rivers.

Duda trató de convencer a Alexander Djordjevic, pero éste acabó quedándose en Bologna. A David Rivers, a la postre jugador fundamental aquella temporada, estuvieron buscándole sustituto todo el verano. Sonó de nuevo Zarko Paspalj, con ficha de griego porque llevaba 5 años en el país. Había hecho un gran año en el Panionios con Ivkovic y Dinkins, pero al final prefirió el Racing de París.

Boza le birló Byron Dinkins al Olympiacós, que era una de las prioridades de Ivkovic. A los Giannakopoulos del PAO no les gustó nada la manera de terminar la temporada y se cepillaron a casi todo el equipo. Sólo quedaron Ekonomou, Alvertis y Korfas, además de Maljkovic (Giannakis se retiró en los JJOO de Atlanta).

Willie Anderson llegó en septiembre porque el Olympiacós tardó en elegir, para variar. En la Euroliga acabó con 11’8 puntos y 4 rebotes de media antes de la fuga, o del intento de fuga que le llevó a la expulsión. 

El Olympiacós fue invitado al Torneo de Navidad del Real Madrid, al que Ivkovic daba mucha importancia -¡Menudos torneos montaba el Madrid entonces!-. Poco antes del mismo, Anderson firmó un preacuerdo con los Miami Heat y cogió un avión al margen del equipo, con escala en Ámsterdam, con la intención de enlazar allí un vuelo hacia los Estados Unidos. El club amenazó al jugador con denunciarlo a la FIBA, peligrando así su traspaso. Acudió a Madrid casi obligado, con el consiguiente cabreo de Duda, que ya había tenido algún encontronazo con él por su comportamiento poco profesional. El serbio le comunicó a su representante que no hacía falta que volviera al equipo después de aquel suceso. En Atenas ambas partes acordaron la suspensión del contrato. El Olympiacós se quedaba con un solo extranjero poco antes de Navidad.
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En Europa las cosas no pudieron empezar peor: el Alba Berlín conquistó el SEF en El Pireo. Luego los problemas se multiplicaron fuera de Grecia.

El nivel del campeonato liguero bajó ligeramente, produciéndose un empate entre el Olympiacós y el AEK de Ioannidis a 21 victorias y 5 derrotas. Algunos tropiezos inesperados del resto de equipos fuertes hicieron que los rojiblancos acabasen líderes de la fase regular.

En Europa, el Olympiacós acabó la primera fase con 5 victorias y 5 derrotas, que cualquier otro año le hubieran costado la clasificación. ¡Sólo quedó por delante del Charleroi!. Pero la temporada 96/97 estrenaba nuevo formato y el equipo se salvó por los pelos. 

En la segunda fase, el nuevo grupo lo formaban el Alba, el Estudiantes, el CSKA, el Maccabi y el Stefanel de Milán. Los griegos arrastraban las dos derrotas frente al Alba y una contra el Estudiantes, empezando así con 1 victoria y 3 derrotas. Cada partido se convirtió en un todo o nada para los griegos.

Ganó al CSKA en El Pireo, pero perdió en Milán un partido que tenía ganado. Una nueva victoria contra el Maccabi en casa volvía a colocar al Olympiacós en la pomada, siempre y cuando ganase en Moscú, cosa que consiguió. Sentenció su clasificación en el SEF venciendo al Stefanel, aunque no tendría ventaja de campo en los cruces. Perdió en Tel Aviv una semana después en un choque sin importancia.
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Ebrick Gray.

Ebrick Gray llegó en sustitución de Willie Anderson, pero fue peor el remedio que la enfermedad. El americano dio positivo en un control antidoping en la Euroliga y apenas estuvo dos meses en el equipo. Rivers se quedaba solo.
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En Hala Pionir El Olympiacós jugó el mejor partido de la temporada. Quizás la mayor diferencia entre Ivkovic y Ioannidis fue esa: con el serbio en el banquillo se ganaban los partidos que había que ganar. No se fallaba el día D.

En un ambiente infernal, los griegos dominaron el primer partido de la mano de un Franko Nakic descomunal. El entrenador del Partizán trató de desconcentrarlo con un bloqueo (¡!), pero ni por esas. El croata acabó con 27 puntos y enormes porcentajes. El Olympiacós se impuso por 71-81. Rivers (14), Tarlac (11 y 9 rebotes) y Fasoulas (11) ayudaron a Nakic en ataque. Por el Partizán, que ya no era el equipazo que había sido, sólo Bricks (13), Beric (12), Tomasevic (11) y Lukofski (11) opusieron resistencia.

El Olympiacós se vio clasificado antes de tiempo y lo pagó. Los serbios llevaron la manija del partido y lo balcanizaron. Nakic fue incapaz de anotar. Drobnjak se erigió en la figura del partido (19 puntos y 14 rebotes), bien secundado por Beric (12 puntos). Los mejores rojillos fueron Fasoulas (14) y Rivers (11), pero el Partizán se llevó el partido (60-61). Los locales fallaban el día de la verdad, aunque quedaba otra oportunidad. Ganar el tercero en Belgrado haría, si se conseguía llegar lejos, más épica la aventura.

La bronca de Ivkovic y su labor psicológica con los jugadores antes del tercero provocó la reacción de los profesionales, que salieron a tope. Un parcial de 10-30 en los primeros 10 minutos dejaba helado el pabellón serbio. Los locales no se dieron por vencidos e intentaron reaccionar, pero el Olympiacós reguló con solvencia la diferencia y no se dejó sorprender. El choque terminó 69-74, con 18 puntos de Bricks, 16 de Beric, 10 de Drubnjak y 10 de Tomasevic (y 10 rebotes). Por los griegos, Rivers anota 21, Nakic 19, Fasoulas 14 y Tarlac 12 (y 7 rebotes), como más destacados. Sin duda, las dos victorias en Belgrado ayudaron a crecer al equipo de Ivkovic, pero para llegar a la Final Four esperaba el OAKA.
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A pesar de un mal inicio, el Olympiacós se puso a defender y el Panathinaikós se bloqueó. Los verdes se quedaron en 49 puntos, por 69 de los rojos. Los 12 puntos de Dinkins, 12 de Alvertis y 9 de Ferran Martínez (y 6 rebotes) no les sirvieron a los locales ante los 17 de Rivers y 16 de Tarlac (y 9 rebotes). 

En El Pireo el partido fue más igualado que en el OAKA, pero los de Ivkovic impusieron su ley y, esta vez sí, no perdonaron al rival. Se destapó Tomic con 17 puntos y 4/7 en triples. Sigalas y Rivers acompañaron con 12 cada uno. Ferran fue el mejor verde con 20 puntos y 7 rebotes. Ekonomou y Alvertis anotaron 14 cada uno. El 65-57 final conducía al Olympiacós a una nueva Final Four.

A los pocos días se confirmaba el positivo de Gray, que irremediablemente era expulsado del equipo.
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En la Copa, el Apolón Patras hizo saltar la banca, metiéndose en la final al eliminar al Panathinaikós (92-79). En la otra semi, Ivkovic se impuso a Ioannidis (63-61) y empezó a tomar forma el triplete. El Apolón vendió carísima su derrota en la final, pero el Olympiacós, esta vez sí, no desaprovechó la oportunidad, ganando por un ajustadísimo 80-78. Los marineros ganaban la segunda Copa de la Dinastía.
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Poco antes de la Final Four, el Olympiacós y el Patras se volvieron a encontrar, esta vez en la liga. Los del Pireo se habían impuesto en el primer choque, pero cayeron derrotados en el segundo (78-77). A la vuelta de Roma, ya con el título continental bajo el brazo, los de Ivkovic se impondrían por 76-66. En semifinales se desharían del Peristeri cómodamente (2-0), para encontrarse nuevamente con el AEK de Ioannidis en la final.
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Final Four de Roma.


No recuerdo muy bien la Final Four de Roma, pero para los culés volvió a ser decepcionante. Y frustrante, diría. Una sensación totalmente distinta a la del año anterior, la del robo.

Barça y Olympiacós partían como favoritos y cumplieron los pronósticos en las semifinales. El Villeurbanne francés y el Olimpija esloveno fueron las víctimas propiciatorias de las dos potentes escuadras. Viendo los equipos, ¿Final Four descafeinada?

Semifinal: Olympiacós-Olimpija Ljubljana: 74-65. 22 abril 1997.

El Olympiacós hizo valer su condición de favorito, aunque los eslovenos opusieron fuerte resistencia. Al descanso se llegó con 37-32 en el marcador. El Olimpija apretó en la segunda parte, pero entonces aparecieron Rivers y Nakic, que dejaron la diferencia siempre cerca de los 10 puntos. Los eslovenos siguieron remando, pero el baloncesto control practicado por los de Ivkovic no permitió que se acercasen. Quizás si en algún momento los verdes hubieran logrado ponerse por delante, la cosa hubiera cambiado, pero esta vez los colchoneros mostraron carácter. Por el Olympiacós, los anotadores fueron: Rivers 28, Tarlac 10, Nakic 10, Tomic 8, Sigalas 7, Fasoulas 6, Papanikolaou 5, Welp, Bakatsiás. Por el Olimpija: Stepania 12, Daneu 11, Hauptman 10, Tusek 7, McDonald 7, Henrie 7, Milic 5, Horbat 4, Nesterovic 3, Kraljevic.

El Barcelona derrotó por 7 puntos al ASVEL de Delaney Rudd, Jim Bilba y el joven Alain Digbeu. 

Final: Olympiacós-Barcelona: 73-58. 24 abril 1997.


Por momentos, el partido resultó soporífero. Muchos errores, nervios y ritmo lento. Sólo la igualdad en el marcador, que no es poco, mantenía a los espectadores despiertos. Al descanso se llegó con 31-29 y las espaldas en todo lo alto.

El Olympiacós salió más convencido en la segunda parte, de la mano de un Rivers supersónico. El Barça al ralentí y el americano en fast forward. Ni Jofresa, ni Djordjevic, ni Esteller, ni la zona ordenada por Aíto… En cuanto el Olympiacós cogió 10 puntos de ventaja y supo manejar los tiempos, el partido se acabó. Los culés se estrellaban otra vez. Tarlac hizo faena debajo de los aros y Papanikolaou se encargó de apuntillar. Milan Tomic manejó a su antojo en los minutos finales, sobando, anotando y asistiendo, aunque el martillo pilón fue David Rivers, un auténtico demonio. Los últimos minutos fueron un “quiero y no puedo” del Barça ante un Olympiacós que controló perfectamente la situación. Ivkovic le ganó la partida a Aíto e hizo campeón de Europa al equipo de la Segunda Dinastía Roja. En Roma los griegos tocaron el techo.


Anotadores de la final. Por el Olympiacós: Rivers 26, Tarlac 11, Nakic, Tomic 9, Sigalas 7, Fasoulas 6, Papanikolaou 11, Welp 2, Bakatsiás 1, Galakterós. Por el Barça: Jiménez 16, Karnisovas 14, Jofresa 9, Rivas 6, Djordjevic 6, Esteller 3, Dueñas 2, Andreu 2, Fernández, Bosch.


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Tras deshacerse del Patras y del Peristeri, el Olympiacós se las vería en la final de la liga con el AEK de Atenas de Ioannidis.

En el primer partido de la serie, los locales pusieron el 1-0 a su favor (68-62), aunque el AEK empató días después (78-77 tras una prórroga a la que se llegó por un fallo de Rivers en el tiro libre). Los campeones de Europa se adelantaron de nuevo (53-49) en un tercer choque ajustado. Al AEK le pudo la presión en el cuarto, y los de Ivkovic vencieron con menos oposición de la prevista (53-68), logrando un triplete histórico.

(Nota: elegí 1997 como último de la Dinastía porque es el año del triplete y después no se consiguieron más títulos. Sin embargo, considero oportuno añadir apuntes de las dos temporadas siguientes.)

Temporada 1997-1998: de más a menos.

Arturas Karnisovas y Sokratis Kókkalis.

En la temporada 96-97 el Olympiacós había tocado el cielo. Ganarlo todo supuso el principio del fin. ¿Empacho, exceso de relajación o pura y simple mala suerte?

Giorgos Sigalas, uno de los buques insignia del equipo, se marchó al Stefanel de Milán. El tira y afloja con la directiva duró gran parte de la temporada anterior, pero al final no hubo acuerdo de renovación. Con él se marchaba el mejor jugador griego del lustro. Tampoco su relación con Ivkovic era la mejor. David Rivers acabó en la Fortitudo de Bologna y en su lugar llegó Elmer Benet, aunque una inoportuna lesión frustró el fichaje. Entonces se optó por Michael Hawkins. Galakterós cambió el Pireo por Salónica y se fue al Aris, mientras que el alemán Welp firmó por el Alba Berlín.

Plantilla de la temporada 97-98 con el título de liga de la campaña anterior.

A pesar de las notables bajas y de que Hawinks acabó en un bluff, los rojiblancos se hicieron con los servicios de dos grandes jugadores: el veterano Johny Rogers y el alero lituano Arturas Karnisovas, proveniente del Barcelona. El escolta Dusan Vukcevic llegó tras haber hecho una buena temporada en el Patras. Con 22 años era una de las mejores promesas del baloncesto serbio. Firmó por 4 años, pero nunca explotó como se esperaba. Al final, Kókkalis logró retener a Papanikolaou, que tenía una oferta jugosa de la Kinder de Bologna. Durante los primeros meses el pobre Dimitris quedó apartado del grupo.

Johny Rogers

Dentro de la zona, el Olympiacós confiaba en la eclosión de la pareja Savrasenko y Zourpenko, además de Tarlac y Fasoulas, que ya tenía 34 tacos. Visto con la perspectiva que dan los años, la plantilla cojeaba por los pívots.

El equipo del Pireo empezó muy fuerte la temporada, con un Karnisovas estelar y un Tarlac dominante. 16 victorias seguidas (8 en liga, 2 en Copa y 6 en Europa) como carta de presentación del nuevo Olympiacós no estaba nada mal. Pasó por encima del AEK en el OAKA, del Madrid en su casa y del Maccabi en Tel Aviv. Los problemas llegaron en forma de lesiones. La primera, la de Fasoulas. Fue el CSKA quien le infringió a los rojos su primera derrota.
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En la liga, acabó segundo por el basket average particular, ya que había terminado empatado a número de victorias con el Panathinaikós (21-5 cada uno). El PAOK acabó tercero a una victoria.

Los rojiblancos se imponían claramente al Patras (2-0), mientras el PAO sufría más apuros de los previstos para doblegar al Iraklio, que logró ganar el segundo choque.


Con el derby en el horizonte, el Olympiacós se olvidó de que para llegar a la final primero había que ganar la semifinal. El PAOK de Salónica puso en aprietos a los favoritos desde el principio. En el SEF, el primer encuentro acabó 66-65, y en el segundo los de Sherf dejaron a los de Ivkovic en 50 puntos (56-50). En el tercer y definitivo envite, el PAOKdestrozó los pronósticos gracias al triple de Stojakovic sobre la bocina (55-58). El Olympiacós quedaba fuera de la final después de 6 años.
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En la Copa, los de Ivkovic se clasificaron para la Final Four de Salónica, pero perdieron claramente contra el AEK por 63-49. Ioannidis ganó esta vez la partida de ajedrez al serbio en el Alexandrio.
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Final del Open McDonalds entre el Olympiacós y los Chicago Bulls.

En Europa, las cosas fueron bien hasta el cruce, pero pasó todo lo contrario que el año del triplete. Tras una primera y segunda fase brillantes, en las que acabó líder de grupo, cayó ante un equipo peor y quedó lejos de la Final Four. El Partizán de Belgrado dio la sorpresa en El Pireo (74-78) el día D. Sin duda, las bajas por lesión de Karnisovas y Tarlac influyeron en el rendimiento del equipo, aunque la afición confiaba todavía en dar la vuelta a la eliminatoria. 

En Belgrado, al revés de lo que había pasado la temporada anterior, los locales no dejaron escapar la oportunidad y vencieron por 72-60. Estaba claro que el equipo estaba tocado y no era el de la temporada anterior. Quedaba darlo todo en el último tramo de la liga para salvar el año.

El triple de Stojakovic no hizo otra cosa que hurgar un poquito más en la herida. Desde luego, repetir los éxitos de la temporada anterior hubiera sido un milagro, aunque por calidad y presupuesto debería haber llegado más lejos, tanto en la liga como en la Euroliga.

Temporada 1998-1999: altos y bajos. El adiós de Ivkovic.

Plantilla de la temporada 1998-1999 con Goldwire, Oberto, Komazec y Ade-Mensah.

Kókkalis mantuvo en la dirección a Dusan Ivkovic a pesar del relativo fracaso. Del bloque de la Segunda Dinastía quedaban pocas “vacas sagradas”: Fasoulas, un año más “viejo”, Tarlac y Tomic, además de Papanikolaou (llegó en 1996) y Savrasenko, que nunca tuvo mucho protagonismo.


A los pireotas se les acabó la paciencia con Zourpenko, que firmó por el Papagou. Vivió todos los éxitos de la Dinastía desde cerca, pero fuera del campo, bien en el banquillo, bien en la grada. Nakic se marchó al Alba Berlín, Karnisovas a la Fortitudo de Bologna y Hawkins a la CBA. Muchos cambios. Anthony Goldwire, Fabricio Oberto y Arijan Komazec fueron los refuerzos más destacados de aquel verano. Para Oberto, MVP de la liga argentina con Atenas de Córdoba, sería la experiencia fuera de su país. Había sorprendido a los rojillos el año anterior en el Open McDonalds. Komazec llegaba de hacer un buen año en Varese y conocía la liga, aunque no estaba muy claro el rol que iba a tener en la plantilla. Byron Dinkins, jugador del que Ivkovic seguía “enamorado”, parecía fichado. En realidad, fue jugador rojo del 16 de julio al 31, en el que se anuló el acuerdo. Fue entonces cuando el Olympiacós logró hacerse con los servicios de Goldwire, un base rápido con minutos en la NBA de 27 años. Arsene Ade-Mensah fue otro de los fichajes de aquel verano. Un francés muy atlético para jugar en la posición de 2 o de 3.
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El PAOK noqueó al Olympiacós en El Pireo de buenas a primeras. 52-61 y adiós Copa. Si en la temporada anterior las cosas habían acabado mal, la 98/99 no podía empezar peor.
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El Olympiacós perdió en el debut liguero contra el AEK de Arlauckas por 67-72. Pero a pesar de empezar muy mal en Grecia, en Europa todo lo contrario: ganó en Bologna a la Kinder, poseedora del título. Luego se produjeron dos derrotas inesperadas contra el Ülker y el Marousi respectivamente.

Después de este octubre negro, llegaron tres meses de buen baloncesto, con Tarlac y Komazec dominantes. Se enlazaron victorias importantes en Europa (contra el CSKA, Kinder…) y en el territorio nacional (Aris, PAOK, Panionios, Iraklís, PAO…). Arijan se lesionó cuando mejor estaba. No fue de gravedad –apenas de baja 40 días-, pero no logró recuperar su nivel de juego.

En la segunda vuelta del campeonato, el Olympiacós perdió en la pista del Peristeri y del Aris. Para los rojiblancos, era fundamental salvar la ventaja de 10 puntos conseguida en la ida contra el PAO. Los verdes lograron ganar, pero lo hicieron por menos de 10 (54-58), y el Olympiacós acabó primero de la liga regular.
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En la primera fase de la Euroliga, el Olympiacós quedó primero de grupo con 8 victorias. En la segunda fase, terminó de nuevo primero pese a perder contra el PAOK dos veces.

En el cruce de octavos, el Olympiacós se deshizo del Pallacanestro Varese (2-0). 78-66 en El Pireo y 77-83 en Varese tras dos prórrogas (57-57 y 67-67). 

En cuartos, eliminó al ASVEL por 70-57 y 77-81. En ambas eliminatorias los de Ivkovic se impusieron sin avasallar, pero sin pasar tampoco demasiados apuros. El Olympiacós acudió a Múnich sin haber perdido fuera de Grecia en todo el torneo (sólo había perdido en Salónica contra el PAOK).

Sin duda, el tapado de la Final Four de Múnich era el Zalgiris. El Olympiacós partía como claro favorito, aunque todas las miradas estaban puestas en la segunda semifinal bolognesa. 

Final Four de Múnich. 20-04-1999. Zalgiris Kaunas-Olympiacós: 87-71.


A Kókkalis le sentó fatal la manera de perder contra el Zalgiris. Se bajaron los brazos, algo que indignó a parte de la afición. Pero quedaba la final de la liga contra el eterno rival, que podía salvar la temporada.

En cuanto los lituanos se fueron de más de 10 puntos, el Olympiacós dejó de luchar. Ivkovic no encontraba soluciones y la diferencia aumentaba. Fue frustrante. Edney, a la postre MVP de la Final Four, imprimió el ritmo rápido que menos le convenía a los griegos. Ni Tomic no Goldwire pudieron con él.


Sólo Tarlac (15+9 rebotes) y Ade-Mensah (12 puntos en 14 minutos) estuvieron a la altura, junto a Papanikolaou (12+5 rebotes). Anthony Bowie anotó 19 puntos en 23 minutos, bien secundado en ataque por Adomaitis (15) y Edney (13 y 6 asistencias).

El Olympiacós se impuso al Teamsystem Fortitudo Bologna en el partido por el tercer puesto (74-63).
Por la manera como había llegado el equipo a la Final Four, que parecía que se iba a comer el mundo, y por la manera triste de perder, se habló de fracaso sin tapujos.
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En liga se deshizo del Marousi (2-1) en la primera ronda del play off. Después de la Final Four, derrotó al Aris en la segunda, también por 2-1. La final contra el Panathinaikós estaba servida, con ventaja de campo pireota.

El PAO de Bodiroga, dirigido por Subotic, se clasificó para la final tras derrotar al PAOK con facilidad. En el primer partido de las finales, los verdes iban ganando a falta de 55 segundos (52-55). Sin embargo, el Olympiacós logró forzar la prórroga y se impuso por 71-68. 

En el OAKA el PAO se impuso con comodidad (72-56), colocando el 1-1 en la eliminatoria. En el tercero, Ivkovic ahogó a Subotic (64-47). Los verdes salvaron el primer match ball (66-56) y todo se decidiría en el último partido.

El Olympiacós, por lo tanto, llegó al quinto sin haber ganado ningún partido fuera de casa en todos los play off.

Nada hacía pensar que el quinto y definitivo iba a ser distinto a los anteriores. Los pireotas dominaron desde el inicio (13-2, 29-18) con diferencias cómodas. Un 0-11 poco antes del descanso dejó el marcador en empate, con triple incluido de Radja desde el centro del campo.

El partido siguió igualado tras el parón, pero un parcial de 2-13 en los últimos minutos mató a los locales. El Olympiacós no supo reaccionar y los Berg, Gentile, Bodiroga y compañía hicieron el break, lo nunca visto (53-62). Aquella derrota en el SEF confirmaba el traspaso de poderes en Grecia. Era la segunda liga consecutiva del Panathinaikós de Subotic, que sin embargo no seguiría en el club.

La derrota era como llegar al final del camino para la Segunda Dinastía Roja, aquella que tocó el cielo en Roma, pero que desde entonces fue irremediablemente hacia abajo.


Ivkovic cargó con las culpas y habló de que no había excusas. Él mismo le estaba diciendo a Kókkalis que, si lo echaba, lo entendería. Y así fue. Kókkalis recuperaría a Ioannidis y el serbio ocuparía el banquillo del AEK. Pero aquella segunda etapa del Rubio fue muy breve y no tuvo nada que ver con la primera.


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