jueves, 16 de mayo de 2013

Panagiotis Fasoulas, una historia curiosa.


Allí estaba él, a escasos metros de mí, un poco más abajo. Parecía despistado, aburrido, lelo. El público miraba a Panagiotis y murmuraba cosas al oído. Él seguía las evoluciones del partido con la mirada ausente, como perdida. Dejaba reposar su pesada cabeza en las manos, que parecían sujetar la barbilla, aunque no daba la impresión de que estuviera cavilando algo. Continuaba ensimismado, como medio dormido o hipnotizado. No decía nada y no se relacionaba con sus compañeros, que estaban sentados a su alrededor. Era tan grande que infundía respeto: un gigante en un mundo de enanos. Era como estar al lado del primer batusi blanco.

Durante la Feria de Albacete de no sé qué año el Ayuntamiento organizó un cuadrangular al que tuve la suerte de asistir. Mientras el Estudiantes y el combinado universitario americano de turno jugaban la primera semifinal -o la segunda, no recuerdo bien-, Fasoulas se sentó cerquita de nosotros, con su pinta de gitano y su actitud enigmática.

Durante el partido Albacete-PAOK se produjo una escena que se me quedó grabada para siempre. En un momento dado, se hizo el silencio. El vozarrón de un manchego lo rompió con un grito que hubiéramos firmado todos, porque leía nuestro pensamiento:

-¡Fasoulas, que no te enteras!

Dudo que el bueno de Panagiotis oyera semejante grito, pero no habían pasado ni dos segundos cuando el pívot saltó y puso un tapón como una catedral. Aquella frase y aquella acción lo definían todo. Despistado, torpe y débil, pero… ¡zas!

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Hablemos pues de la mítica figura de Panagiotis Fasoulas, aquel pívot enclenque que hizo carrera en el PAOK , en el Olympiacos y en la Selección Nacional. Su historia es de lo más curiosa y de lo más “griega”, si se me permite la expresión, porque incluye el éxito, el fracaso, un drama personal, una traición, acusaciones de corrupción, mala suerte y aventuras de todo tipo. 

Nació en Salónica en 1963 y empezó a jugar de muy joven al baloncesto debido a su altura. Militó en las filas del PAOK de Salónica desde 1979 hasta 1993, cuando fichó por el Olympiacos. A excepción de la temporada 85-86, que la pasó jugando en la Universidad de North Carolina State, no salió nunca de Grecia. Sin embargo, llegó a ser elegido en la segunda ronda del play off de 1986, en la posición 37 por Portland Trail Blazers. En aquel draft Portland eligió también a Drazen Petrovic -por detrás de Fasoulas-, Arvydas Sabonis y Walter Berry, nada menos. Menudo draft el del 86 -le dedicaré un post-, marcado por la tragedia y muchas notas curiosas.


El PAOK de Fasoulas, Alexandris, Katsoulis y Stavropoulos. 

Sin duda, lo primero que llamaba la atención al verlo era su aspecto físico: alto (2,13), delgado (no llegaba a los 100 kilos) y con greñas. Debemos pensar que entonces no se veían muchos pívot de tal altura en Europa y menos en Grecia. Sus  piernas infinitas terminaban en unos pies gigantescos. ¿Qué pie calzaría Fasoulas? ¿Un 59 como Fernando Romay? Unos brazos largos y huesudos completaban la fisionomía del personaje. Con lo flaco que era y aquella melenilla sucia parecía cualquier cosa menos un jugador de baloncesto. Pero entonces el juego interior era distinto; a veces bastaba con ser alto y razonablemente coordinado. Por dentro de la zona cohabitaban gigantes que apenas sabían botar, leñadores peludos y larguiruchos indecentes. 

Cuando empezó su carrera en el PAOK, los dirigentes todavía no habían comenzado aquellas nacionalizaciones en masa de jugadores balcánicos y la presencia de americanos era escasa. Los quintetos titulares estaban muy bien definidos entonces y ello hacía que Panagiotis jugara muchos minutos pese a su juventud. 

Fasoulas machacando contra el Estrella Roja.

Fasoulas era un cinco que intentaba jugar cerca del aro. No era un anotador nato aunque se destapaba de vez en cuando. Técnicamente era limitado y tenía dificultades para jugar de espaldas porque con un leve empujón salía despedido de la zona.. Tampoco era demasiado rápido a pesar de ser ligero como una pluma. 

A pesar de todos estas limitaciones, Fasoulas sabía aprovechar muy bien sus cualidades. Era un buen defensor que ponía tapones y cogía muchos rebotes, tanto defensivos como ofensivos. En ataque alargaba sus largos brazos para superar a sus adversarios saltando y dejando ir la bola lo más arriba posible. Uno de sus grandes recursos era el gancho. Muchas veces evitaba el cuerpo a cuerpo porque tenía todas las de perder pero aprovechaba como nadie su capacidad de salto y sus extremidades. Sigue siendo el máximo reboteador y taponador de la historia de la liga en Grecia. 

  
Fasoulas en portada a mediados de los 80.

Ofensivamente nulo desde más allá de cuatro metros y malo en los tiros libres, se sacrificaba en ataque para rendir en defensa. Otros anotaban por él: Prelevic, Korfas, Berry, Paspalj, Sigalas, Galis, Giannakis… Era el pívot más delgado de la época y  con Argiris Kambouris formó una de las parejas de pívots más sui géneris de la historia del baloncesto. Físicamente muy parecidos, Fasoulas parecía un quillo y Kambouris un abuelo. Si a estos dos les sumamos a Nikos Filipou, otro flacucho, tenemos probablemente al trío interior más ligero de siempre.

Diríamos que Fasoulas era un poco torpe pero sabía explotar sus virtudes enormemente. Su estancia en Estados Unidos completó su formación. Mejoró sus movimientos y ganó un poco de músculo.

Los triunfos con el PAOK tardaron en llegar. La llegada de Galis en la temporada 79-80 había revolucionado la liga, pero el Panathinaikos era el equipo que dominaba la competición. El PAOK siempre estaba en la pomada pero acababa sucumbiendo en los play off o en las liguillas finales que se disputaban por el campeonato. 

Fasoulas intentando taponar a Relford.


La sequía de los de Fasoulas se rompió en 1984, cuando en la final de la Copa el PAOK se impuso al Aris por 74-70. El club no ganaba ningún título desde la Liga de 1958-59 y por ello se celebró por todo lo alto. Sin embargo, la llegada de Panagiotis Giannakis al club vecino en la temporada 84-85 convirtió al Aris en el mejor equipo de Grecia 7 temporadas seguidas.

Dice que en 1985, cuando sólo tenía 22 años, le empezaron a dar los primeros palos tras una derrota frente al Sporting. El entrenador del equipo, Josip Gjergia, acusó a Fasoulas y a Manthos Katsoulis de ser unos “vagos y de jugar como vedettes tipo Elizabeth Taylor y María Calas”. La llegada de Nikos Beritzis a la presidencia empeoró las cosas. Quiso recortar el sueldo del pívot exageradamente, aprovechando también, por qué no decirlo, que los aficionados culpaban a Pani de muchas de las derrotas. 

Fue entonces cuando Jim Valvano, entrenador que había hecho campeona de la NCAA a la Universidad de a North Carolina State en 1983, se cruzó en su camino. El equipo estaba de gira por Europa y jugó algunos partidos en Grecia. Fue en el bar del Alexandrio donde se encontraron, según Fasoulas, casi por casualidad (?). Harto de la situación que estaba viviendo en Salónica, Panagiotis se marchó a Estados Unidos. Aunque Valvano había prometido no volver a traer más centers al equipo, cuando los dirigentes vieron a la Araña, quedaron cautivados. Les chocó aquella pinta de antijugador, pero les fascinó su altura y sus largos brazos. Fasoulas apenas hablaba inglés pero no importaba porque no había ido allí a estudiar. Dicen que no pisó el aula en todo el curso. El griego se adaptó bastante bien al modo de vida americano y gustó a los ojeadores a pesar de que en ataque era nulo. 

Su elección en el draft y el batacazo del PAOK de aquella temporada -había invertido mucho dinero- facilitaron la vuelta del pívot, esta vez en posición de ventaja. La estancia en Estados Unidos supuso sacrificar su presencia en el Mundobasket de España, la única gran competición a la que no asistió Fasoulas a lo largo de su carrera. Ciertamente, Pani podría haberse quedado en los USA unos años más, pero no quiso.

    
Obsérvese la diferencia entre los cuerpos de Tsachenko y Panagiotis.

En 1987 Panagiotis Fasoulas formó parte de la Selección Nacional que ganó el Eurobasket de Grecia. Aquel Eurobasket merece más de un post, lo sé. Todo se andará. Fasoulas hizo un campeonato extraordinario y fue incluido en el quinteto ideal del mismo. Se pasó por la piedra a Divac, Radja o Tkachenko, entre otros. 

Los nuevos campeones de Europa.

 Melina Mercouri en los brazos de Fasoulas.

Sin embargo, no tardaron en llegar las críticas desde Salónica, acusando a Fasoulas de no rendir en el PAOK y en cambio sí en la selección. Pani respondió con ironías a las críticas: “claro, tienen razón, es que en la Selección pagan mejor…”

Dos años más tarde el equipo griego estuvo a punto de repetir la hazaña en Zagreb, también de la mano de Galis, Giannakis, Christodoulou y Fasoulas. Una plata que supo a oro culminaba dos años fantásticos de la selección. No es casualidad que la mayoría de jugadores internacionales fueran del PAOK o del Aris, que eran los clubs que dominaban la competición nacional. 

Los mejores años del Aris de Salónica coincidieron también con los del PAOK, que pese a no conseguir títulos, era el segundo mejor equipo de Grecia. Para Fasoulas, Stavropoulos, Katsoulis y compañía debía ser muy duro ver como año tras año se quedaban tan cerca de la fuente sin poder beber. Recordemos que en varias ocasiones, sobretodo tras la llegada de Bane Prelevic, John Korfas o Keneth Barlow, el PAOK perdió partidos contra el Aris que tenía completamente controlados. 

Por el equipo blanquinegro iban pasando jugadores y entrenadores de prestigio, pero los resultados no llegaban y tanto Beritzis como la afición no tenían la paciencia necesaria, sobretodo viendo que el Aris no dejaba de ganar. Las urgencias históricas de las que son víctimas muchos clubs.

 
La salida al campo del PAOK en Ginebra y la vuelta al ruedo de los campeones.

El 26 de marzo de 1991 el PAOK se impuso en la vergonzosa final de la Recopa en Ginebra al CAI Zaragoza. Era el primer título europeo de un equipo de Salónica. Aquella Recopa -cuyo trofeo acabó rompiendo el capitán- pasará a la historia como una de las más patéticas. Ante el lanzamiento repetido de objetos y el comportamiento salvaje de los aficionados, el partido se paró. Fasoulas cogió el micro e intentó calmar a los tesalonicenses, desbocados ante lo que consideraban que estaba siendo un robo arbitral -le acababan de pitar la quinta al pívot-. La obra de teatro se reanudó y el PAOK acabó dando la vuelta al choque. No sería la última vez que Panagiotis cogería un micro para “negociar la paz” con los aficionados: en el Pireo repitió en varias ocasiones. Este tipo de detalles le acercaban más a la gente. Por eso su marcha del PAOK sentó tan mal. Pero la relación amor-odio con los seguidores continuaba. Pese al título conseguido, la prensa criticó a Fasoulas por su mala defensa y por ser expulsado en el minuto 26. 

Contra todo pronóstico, el PAOK perdió la final de la Copa a los pocos días, el 11 de abril, frente al Panionios de los hermanos Christodoulou. El pívot americano del Panionios John Hudson fue eliminado por faltas a falta de tres minutos, pero Sakota mantuvo a Fasoulas en el banquillo. Algo estaba pasando.

La temporada terminó de la peor manera, perdiendo la liga contra el Aris en un apasionante e igualadísimo play off final. Aquellos tropiezos hicieron que la directiva no renovase al entrenador Dragan Sakota.

La copa rota de Ginebra.

En dos de aquellos partidos del play off de 1991 se empezó a forjar la leyenda negra de Fasoulas, que dejó un pasillo incomprensible a Giannakis en el quinto y regaló un balón vital desde un saque de banda en el sexto. Tras aquel pase “a nadie”, en el Alexandrio se puso de moda el cántico Φασούλα, Φασούλα, δώσε μια πασούλα (Fasoulas, Fasoulas, danos un pasecito). El Aris culminó la remontada y se adjudicó una liga que tenía perdida, la 90-91, tras aquel 2+1 de Brad Sellers. El pobre explotó al día siguiente al ver que todo el mundo le echaba la culpa de la derrota. “Dejo el baloncesto. Me echan la culpa porque soy el que más cobra. ¿Acaso creen que yo no quería ganar?”, llegó a decir. Aquí los dos errores en un mismo vídeo; pensemos que la serie estaba 2-2 y acabó 4-2:



Aunque con contrato en vigor, Fasoulas parecía tener los días contados, sobretodo a raíz de otras declaraciones en las que dijo que no pensaba regresar a Salónica tras el Eurobasket de Roma. No fue así. El PAOK hizo un esfuerzo por retenerlo, presionado por la oferta de New Jersey Nets para participar en su campus de verano y convenciéndolo de que con la llegada de Dusan Ivkovic las cosas serían diferentes.

 
Entre muchas de las ofertas que tuvo, la más seria fue la del... ¡Atlético de Madrid Villalba!

Persiguiendo a Galis en una final de Copa.

La polémica.

Giannis Ioannidis fichó por el Olympiacos en la temporada 91-92 y el Aris empezaba a descomponerse. Aquel verano Ioannidis habló con Fasoulas aprovechando una concentración del equipo nacional y le hizo saber su intención de ficharlo -lo confesó años después el entrenador-. El Olympiacos de Sokratis Kókalis quería construir una dinastía como la del Aris en el Pireo. Fasoulas formaría parte del proyecto a partir de la tercera temporada. Las torres gemelas se volverían a juntar, aunque Kambouris ya se encontraba en la recta final de su carrera.

Por su parte, el PAOK se hizo con los servicios de Dusan Ivkovic, que venía de ganar el Mundial de Argentina con la selección yugoslava y que ya había entrenado en Salónica (al Aris entre 1980 y 1982). Se aclimató perfectamente y en la primera temporada consiguió llevar al equipo a la final de la Recopa y a la consecución del título de liga, el segundo en toda la historia del club. Prelevic era el líder absoluto de aquel equipo, no Fasoulas. El rendimiento del pívot no fue todo lo bueno que se esperaba. 

La cagada/malakía de Fasoulas, con perdón. Retransmitida por españoles y griegos:




Aquel rebote que regaló Fasoulas a Ricky Brown y que acabó en canasta del americano daba la Recopa al Real Madrid tras un partido inmenso de Bane Prelevic. Al pobre Panagiotis se le cayó el mundo encima. El problema es que no era el primer error grave que cometía y que decidía un partido importante. La paciencia de la afición blanquinegra se agotó, pero Pani se quedó para intentar conquistar la Euroliga, porque a pesar de la mediocre actuación de Fasoulas en algunos partidos, el PAOK se proclamó campeón de liga. 

Fasoulas contrariado. ¿Por qué siempre yo?

Saltando con Fernando Romay en la final de la Recopa.

Pani regalando la bola a Ricky Brown.

La temporada siguiente (92-93) Fasoulas pudo por fin disputar por primera vez la Copa de Europa. La oportunidad del siglo porque la Final Four se disputaba en el Pireo. El PAOK se clasificó sin muchos problemas y era el principal favorito junto al Real Madrid. Los nervios atenazaron al equipo de Salónica y Bane falló un tiro que hubiera forzado la prórroga. La Benetton de Treviso de Toni Kukoc y el triplista Iacopini se metía en la final y dejaba a los aficionados griegos que llenaban el pabellón con un palmo de narices. Fue un golpe terrible para el campeón que quedó tocado a pesar de acabar líder de la fase regular de la liga.

De nuevo unas inoportunas declaraciones -¿por qué no te callas?- del tesalonicense quejándose de la táctica que seguía el equipo lo pusieron en primera línea de fuego. Se enfrentó a Ivkovic en el vestuario del Palacio de la Paz y de la Amistad tras la eliminación ante los italianos e incluso tuvo sus más y sus menos con Prelevic, en desacuerdo por el rol que debía tener cada uno de ellos en el equipo. El comportamiento y el rendimiento de Fasoulas a lo largo de las dos últimas temporadas con el PAOK fue, en palabras de los aficionados, “sospechoso”.

¿Hubo espionaje o soplo en aquellos play off semifinales de 1992-93? 

El PAOK se cruzó con el Olympiacos en la semifinal de la liga. Una vez terminada -ganó 3-1 el Olympiacos a pesar de no contar con el factor cancha- estalló la polémica cuando Ivkovic habló de que en aquellos play off había habido algo raro: Ioannidis se anticipaba a todos los movimientos tácticos del serbio. Las variantes específicas que Ivkovic había preparado eran contrarrestadas inmediatamente por el Rubio. El PAOK acabó denunciando el caso y los aficionados montaron en cólera. Cargaron contra Fasoulas, que pidió liquidar su contrato para marcharse.

Como no le querían pagar lo que le debían, el capitán acudió a los tribunales. El divorcio acababa de la peor manera posible, acusándose uno a otro de “infidelidades”. Fue entonces cuando Fasoulas denunció cosas que había sufrido en Salónica desde que vistió por primera vez la camiseta negra. El rencor que se desprendía de todo aquello era muy bestia: que si los aficionados le habían destrozado el coche, que si llevaban años insultándole, que si el presidente le engañaba, que si una vez tuvo que viajar de Salónica a Atenas por carreteras secundarias para evitar ser linchado, que si en Atenas había tenido que contratar seguridad privada, etcétera.

Estampando su firma con el Olympiacos: 900.000.000 millones de dracmas.

Fasoulas fichó por el Olympiacos nada más acabar la temporada. Las sospechas sobre posible espionaje recayeron sobre él, que conocía a Ioannidis de la Selección. En pocos meses había pasado de héroe a villano. Panagiotis era considerado un traidor por los fans. Todavía hoy el exalcalde no es bien recibido en la ciudad. En Grecia es muy típico soltar acusaciones sin tener pruebas, pero da igual porque los aficionados las creen a pies juntillas. La irrupción de Efthimos Renzias facilitó la salida, porque ocupaba la misma posición que el flaco. Además, tengo entendido que todos en Salónica daban a Fasoulas por acabado. Estaban equivocados.

De campeón de Europa con Grecia y de la Recopa con el PAOK a proscrito en la ciudad paulina. Han pasado ya casi 20 años desde aquel play off y, pese a no haberse demostrado nunca nada, la gente cree que hubo una conspiración. Más aún cuando Ioannidis, al ser preguntado sobre aquello, todavía hoy hace oídos sordos o responde con ironía. No hace mucho le volvieron a interrogar y la respuesta fue:

- Es cierto que en una concentración con la selección le comenté que tenía la intención de ficharlo para el Olympiacos.

- Aunque un pívot conozca los sistemas de ataque del otro equipo, eso no supone ninguna ventaja. Si fuera un base tal vez sí podría influir en el desarrollo del juego. (¡!)

Y el sargento se quedó tan ancho.

Espía, traidor y enemigo: persona non grata para una afición que no olvida.

Su fichaje por el Olympiacos.

Pese a que Ioannidis ya le había confirmado su intención de ficharlo, los representantes del Panathinaikos se adelantaron a la operación. Panagiotis iba a firmar su nuevo contrato con los verdes, no con los rojos. Sin embargo, Pavlicevic frenó la operación. Las negociaciones habían sido llevadas en secreto y fundamentalmente para fastidiar al eterno rival, sin contar con el coach. Cuando por sorpresa el mánager del PAO le comentó a Pavlicevic que “Fasoulas firma mañana”, el entrenador se negó en rotundo.

Fasoulas no fichó por el PAO porque Vrankovic le quitó el sitio.

- “¿Para qué traer a Fasoulas si ya tengo a Stojan Vrankovic en su misma posición?”

El entrenador consideraba absurdo tener a dos jugadores casi iguales en el equipo. Fue entonces cuando el Olympiacos entró en acción y se lo llevó. La historia de los fichajes y las pugnas en los despachos entre los dos equipos grandes de Atenas da para un libro. Un día escribiré sobre ello.

¿Qué hubiera pasado si Fasoulas hubiera fichado por el PAO? ¿Hubiera conseguido el Olympiacos todo lo que consiguió? Hay gente que piensa que aquel movimiento desniveló la balanza, aunque yo no lo creo. Curiosamente, Zelko Pavlicevic ni siquiera empezó la temporada porque los Giannakopoulos prefirieron a Kostas Politis.

Ioannidis formó un gran equipo de la mano de Sigalas, Tomic, Tarlac, Fasoulas, etcétera, pero le perseguía la maldición de las Final Four perdidas. Pani, al que la gente del PAOK daba por acabado, fue una de las piezas clave de tantos éxitos y practicó el mejor baloncesto de su carrera.

El pívot reconoce que aquellos fueron tiempos felices y, en buena parte, algo locos, con juergas que duraban casi tres días. Una vez salió de fiesta y acabó llamando a su madre desde Chicago. Con lo que le pagaban podía permitirse ciertos lujos, como viajar a Los Ángeles y pasarse una semanita en Beberly Hills a cuerpo de rey.

En las 6 temporadas que pasó en el Olympiacos, siempre jugó con los mismos calcetines (!!!) y nunca se calzó 2 pares; solamente a raíz de una operación en 1997 se vendó los pies y utilizó hielo. También confiesa que jugó más de una vez con diferente número de zapato.

    
Fasoulas dando una entrevista y en el banquillo de los rojos, feliz.

Tras cinco años de absoluto dominio, el Rubio se marchó y Kókalis optó por un viejo conocido de Fasoulas, Dusan Ivkovic.  No era la mejor opción para él, sin duda, pero ambos enterraron el hacha de guerra por el bien del equipo. La competición europea no empezó bien y los del Pireo estuvieron a punto de quedar eliminados a las primeras de cambio. Sin embargo, a partir de los cruces los griegos mostraron su carácter, llegando a la Final Four con opciones de ganar. El Olympiacos se impuso al Olimpia y al Barcelona con asombrosa facilidad, consiguiendo ganar así la triple corona: liga, copa y Copa de Europa. Parecía que con el título europeo se cerraba un ciclo de éxitos para el equipo del Pireo, pero aquella generación todavía logró llegar a la Final Four dos años después.  

Con Roy Tarpley celebrando uno de los muchos títulos que consiguió.

Posando con la Copa de Europa.

Fasoulas siguió formando parte de la Selección de Grecia durante todos estos años, aunque no se repitieron los éxitos de 1987 y 1989. Sin embargo, raras veces el equipo bajó del quinto puesto.

Fasoulas yendo hacia el aro.

Hagamos un pequeño resumen de sus logros con la Selección:

- Participó en 7 Campeonatos de Europa de selecciones: Francia 1983, Grecia 1987 (campeón), Zagreb 1989 (subcampeón), Roma 1991 (quinto), Alemania 1993 (cuarto), Atenas 1995 (cuarto).

- Participó en tres mundiales: Argentina 1990 (sexto), Toronto 1994 (cuarto) y Grecia 1998 (cuarto). Tras este mundial jugado en casa anunció su retirada de la Selección.

Cuarta plaza en el Mundobasket de Toronto.

Fasoulas y Christodoulou encendiendo un puro en el vestuario.

- Participó en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 (quinto). Cuando el avión estaba a punto de partir hacia Estados Unidos sonó la alarma antiincendios: Fasoulas y Christodoulou se había puesto a fumar en el baño. Se generó una enorme política e incluso el Ministro de Deportes, Vasilis Papageorgopoulos, estaba dispuesto a dejarlos en tierra. Al final les dejaron viajar y lograron un meritorio quinto puesto.

- Además participó en los Juegos del Mediterráneo y en los Balcánicos en varias ocasiones.

Giannakis, Galis, Fasoulas, Kambouris y Christodoulou en el 87.

Fanis Christodoulou, Panagiotis Giannakis, Panagiotis Fasoulas y Franciscos Albertis.


En cuanto a los títulos conseguidos con sus clubs:

- 5 ligas: PAOK 1991-92 y Olympiacos 1993-94, 1994-95, 1995-96 y 1996-97
- 3 copas: PAOK 1984, Olympiacos 1994 y 1997
- 1 Recopa: PAOK 1991
- 1 Copa de Europa: Olympiacos 1996-97

Como jugador se retiró definitivamente en 1999.

Politis, Fasoulas, Magic Johnson y Giannakis.

 Vida política.

Panagiotis Fasoulas perteneció a las juventudes del Partido Comunista y siempre se preocupó por la defensa del deporte y de los deportistas. A nadie pilló por sorpresa que fuese elegido Presidente de la Asociación de Jugadores, cargo que ostentaría a lo largo de una década. En el año 2000 fue elegido diputado por el Pireo y en el 2006 ganó la elecciones a la alcaldía por el PASOK. Rostros populares del deporte  metidos en política, algo de lo más común en Grecia. No se dan cuenta que lo único que consiguen es tirar por tierra el prestigio de tantos años y ganarse numerosos enemigos.

El propio Fasoulas dejó caer en varias ocasiones que no se había sentido apoyado por el partido. Desde luego, al pobre Pani le tocó ser alcalde en uno de los peores momentos de la historia democrática del país y éso acabó con él, incapaz de enderezar las cuentas del Ayuntamiento. Prácticamente todo el mundo coincide en que en los 3 años que Fasoulas estuvo en la alcaldía (de enero de 2007 a diciembre de 2010) no hizo nada. Sus constantes enfrentamientos con el nomarca Giannis Mijas llenaron páginas y más páginas en los periódicos locales, acusándose mutuamente de cometer irregularidades.  

Fasoulas en uno de los carteles electorales.

 
De inauguración.

El nombre de Panagiotis Fasoulas apareció en una lista de evasores fiscales que difundió la prensa. Según parece, su barco (en realidad era de su padre) -“Hasta la victoria siempre”- no lo declaraba como un bien privado y así evitaba pagar un montón de impuestos. También ha sido acusado no hace mucho de convertir unos chiringuitos de playa en bares de copas de manera irregular puesto que la licencia de apertura no lo permitía. Su socio era Nikos Filipou, por cierto. 

Con Papandreu paseando por el Pireo.

Durante los últimos años Pani ha salido bastante en las revistas del corazón por culpa del grave problema de salud de su hijo, que ha estado ingresado en un hospital de Estados Unidos casi 5 años. El exalcalde, debido a sus obligaciones laborales, no ha podido estar al lado de su familia todos estos años, hecho del que ahora se arrepiente. Es más, recientemente ha confesado que no debería haberse dedicado nunca a la política. A buenas horas, Panagiotis, pero no te preocupes que a los que nos gusta el baloncesto no nos interesa tu vida política. Preferimos recordarte poniendo tapones y cogiendo rebotes. Por suerte, parece que su hijo está recuperado. También tiene una hija que no para de crecer y ya juega en un equipo.

Éstas son las imágenes de Fasoulas por las que le recordamos:

Gancho contra Divac.

 
Gancho frente a Hakeem.

Mate ante la mirada de Sabonis.


1 comentario:

  1. Cierto que Fassoulas desarrollaba su juego ofensivo cerca de la canasta pero tambien con los años logró un tiro bastante efectivo de 5 metros.

    En cuanto a sus errores en partidos clave, hasta el robo de Brown había sostenido al equipo junto a Prelevic en la final de la Recopa. Y en el ultimo partido de la final de ese mismo año se marca un partidazo.

    Creo que desde la afición del PAOK nunca fue del todo justa con la Araña.

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