Para los que se
pregunten por qué en Grecia no hay formato de final a cuatro o final a ocho en
la Copa, que tomen nota.
Se lió parda el
año pasado en la zona de aparcamiento de la final four de voleibol femenino,
este año hubo problemas en la final a cuatro de la Copa de balonmano femenino, con interrupción incluida en medio de
una semifinal, etcétera, etcétera. Si nos pusiéramos a hablar de fútbol, donde
no hay final four, no acabaríamos. Sin ir más lejos, el partido de Copa PAOK-Olympiacós de hace un par de meses, no terminó por invasión de
campo y lanzamiento de bengalas.
Lo que pasa en
Tumba, barrio y nombre del estadio del PAOK,
un día y otro también, es inadmisible. Cada vez que juega el Olympiacós se monta un pollo de
narices. Se refuerza la seguridad, se amenaza y se multa, pero nada cambia.
Igualmente se
montan quilombos en los campos del Panathinaikós,
del AEK, del Aris, del Panionios y muchos
otros, sin importar demasiado la categoría o los rivales que jueguen. No
recomiendo ni recomendaré nunca ir al fútbol en Grecia. Además, te aburres como
una ostra de lo mal que juegan. No me extraña que los estadios estén casi
siempre vacíos y que el nivel de la Selección
haya caído en picado.
Pero hablemos de
baloncesto, que es lo que nos preocupa.
Ya hace
bastantes años que la competición masculina de la Copa es una farsa, con eliminatorias a un partido y sorteos
amañados. Sin embargo, a pesar de que el formato de final four fue desterrado
para siempre, las peleas entre aficionados han seguido. Ni las autoridades ni
los clubes han sido capaces de poner fin a la violencia.
En el campeonato
liguero ha pasado lo mismo, llegándose a suspender la serie final del torneo
por lanzamiento masivo de objetos.
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Hace poco más de
una semana tuvo lugar en Leukada la final a cuatro de la Copa de Grecia de baloncesto femenino. A ella se clasificaron el Panathinaikós, el Olympiacós, el Athinaikós
y el PAOK de Salónica. El 18 de
marzo el Panathinaikós ganó por la
mínima al Athinaikós (67-66) y el Olympiacós apalizó al PAOK (85-48). La final estaba servida.
Me sorprendió ver que era la primera final de Copa entre los dos colosos. Lamentablemente, los imbéciles no iban
a dejar escapar la oportunidad de liarla a pesar de las notables medidas de
seguridad.
Que la final se
disputase en Leukada, territorio neutral y alejado de Atenas, no impidió la
pelea. Es más, parece que motivó más a los delincuentes. Ni siquiera el hecho
de que para llegar a la isla haya que cruzar un puente móvil vigilado puso
freno a la locura.
Al parecer,
grupos organizados de ambos equipos quedaron vía redes sociales para pegarse.
Tal cual.
Algunos de los
seguidores del Olympiacós se
hallaban hospedados en el hotel Ionion
Star de Leukada, donde también había
familias con niños y otros huéspedes que simplemente estaban allí de paso o
para ver la final four.
Según cuentan
algunos clientes del hotel, a las dos de la madrugada empezaron a oirse cantos
de los hinchas del Olympiacós, que
supuestamente estaban esperando a los rivales o tenían la intención de salir de
fiesta. Sin embargo, como pasó la hora y nadie se presentó a la cita, se fueron
todos a dormir.
¡Cuál sería su
sopresa cuando a eso de las cuatro de la madrugada los hooligans del Panathinaikós
empezaron a atacar el hotel! Unos 150 verdes, todos perfectamente organizados, viajaron
desde Mesolongi con sus coches particulares, cruzaron el puente móvil y se
presentaron en la esplanada que hay frente al hotel armados con piedras, palos
y cócteles molotov. No se sabe muy bien si simplemente amenazaron al vigilante
del puente o si directamente lo ataron, pero el caso es que los vándalos, una
vez aparcados los coches, se pusieron manos a la obra.
La piedras
rompieron los cristales de las habitaciones y de varios coches de gente
inocente que estaban aparcados en la calle. A los aficionados del Olympiacós, que no pasaban de la
cuarentena, les pillaron durmiendo.
No contentos con
el lanzamiento de cócteles y piedras, los animales la tomaron con el hotel.
Destrozaron la recepción casi por completo, se metieron dentro y fueron
habitación por habitación en busca de pelea. Empezaron a golpear en las puertas
como locos ante el acojone general de los radicales rojiblancos y de los
huéspedes que nada tenían que ver con aquello. Vaciaron los extintores y los
utilizaron para romper las puertas. Vistas las fotos, aquello debía ser
parecido a una batalla, que se trasladó del hotel a la zona del parque de la
playa, no muy lejos de allí.
En el Ionion Star también había hospedadas
algunas jugadoras de otros equipos que habían viajado a Leukada para ver la Copa como simples aficionadas. Escuchar
alguno de sus relatos pone los pelos de punta. Pasaron un miedo atroz.
La pelea acabó
con siete heridos, que fueron trasladados al hospital. Se discutió si se debía
disputar o no la final, aunque al final se decidió tirar adelante. El Olympiacós levantó su primera Copa tras imponerse por 63-60, pero la
gente comentó más el suceso ocurrido en la madrugada que el partido.
Al cabo de unos
días, la policía detuvo a seis o siete radicales de los más de 200 que
estuvieron implicados en los altercados. Triste, penoso, vergonzoso,
lamentable, terrible, tremendo, ridículo, infame. Que queréis que os diga: que
se vayan todos a hacer puñetas.
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