El Olympiacós
y el Panathinaikós han quedado fuera
de la Euroliga. El primero quedó
eliminado en el Top 16 y el segundo ha sido barrido recientemente por el Baskonia (3-0). Tratemos de analizar
las causas de sendos fracasos.
Olympiacós: entre lesiones y terribles decisiones.
Los problemas de lesiones han sido constantes en
el equipo de El Pireo. Sin Patric Young,
lesionado de gravedad al principio de la temporada, el Olympiacós perdía a uno de sus pilares interiores básicos. En la
liga Sfairópoulos podía tirar de Agravannis y de Milutinov, pero en Europa no daban la talla. Tsairelis tampoco aportaba nada y sólo Hunter y el incombustible Printezis
llenaban la pintura. Sobre los cinco partidos que jugó Shawn James, mejor ni hablar. El mayor pinchazo del año.
Young estaba llamado
a ser el sustituto de Dunston, que a
su vez había llegado en lugar de Hines.
Se ha echado en falta a un jugador rocoso capaz de bloquear a Spanoulis en el poste alto. Guerrero
llama a guerrero.
Warrick y Planinic.
Hablemos claro: el sustituto de Young, Hakim Warrick, llegó demasiado tarde. Pedirle a un veterano como Warrick, cuya carrera va cayendo en
picado, llevar a los griegos a la Final
Four, era una tarea imposible. Se
empeñaron en aguantar hasta final de temporada sin otro pívot, pero en el
último momento tuvieron que rectificar. Tarde y mal. El recambio debería haber
llegado el día después de la marcha de Shawn
James. ¿Qué hubiera pasado si, como se especuló, el Olympiacós hubiera fichado a Joey
Dorsey otra vez?
A la importantísima baja de Young, se han sumado, en momentos puntuales, las de Printezis, Hunter y Lojeski. Sin
duda, la del belga ha sido la que más ha afectado al grupo. Sin la amenaza
exterior del alero, el perímetro quedaba en manos de Spanoulis, el irregular Mantzaris,
Athinaiou y Hackett. Ningún alero puro. En lugar de fichar uno, llegó Johnson-Odom como temporero y ya no
está en la plantilla.
El fichaje estrella de mitad de temporada fue Kostas Papanikolaou, que regresaba a
los rojiblancos en loor de multitud. El Barça
no quiso llevárselo y acertó. Papanikolaou
lleva un par de años estancado. Ni en el Barça,
ni en Houston, ni con la Selección, ni con el Olympiacós ha dado ese paso adelante
que todos esperábamos. Estaba llamado a ser uno de los líderes de la generación
posterior a la de Diamantidis-Zisis-Bourousis-Spanoulis,
pero de momento sigue en la sombra. Dj
Strawberry ha alternado buenas actuaciones con otras no tan buenas. Un
jugador de equipo que no marca las diferencias. En otras palabras, Brent Petway le daba cien vueltas y encima era un tío carismático. Estaba
mucho más implicado en la causa y conocía perfectamente su papel en el equipo.
El fichaje más rentable ha sido el de Hackett, el único que ha justificado lo
que se pagó por él. El joven serbio Milutinov
es todavía un proyecto y no sé si el Olympiacós
está para proyectos. Necesita leña. Quizás si durante el verano viaja a los USA y lo endereza la gente de los Spurs...
El Olympiacós
apuntaba alto cuando terminó la primera fase de la Euroliga con 8 victorias y 2 derrotas. Sin embargo, quedar
eliminado de la Copa ante el eterno
rival marcó el inicio del curso y generó dudas –por entonces, James ya era sólo un infausto recuerdo-.
En el grupo de la muerte, los griegos acabaron con un fatídico balance de 6
victorias y 8 derrotas. Los dos tropiezos contra el sorprendente Brose y la humillante derrota en Kaunas (75-55) apuntillaron al equipo. La
única victoria fuera de casa la consiguió en Vitoria.
Shawn James.
La fuerza de los marineros se ha basado en el
trabajo de los espartanos. Los fichajes no han dado ese plus que sí habían dado
en años anteriores. Spanoulis no ha
sido el de los tres últimos años y sólo Hackett
ha encajado bien en el grupo. Sloukas
era el complemento perfecto del líder y el equipo ha notado su ausencia, si
bien es cierto que el tesalonicense no ha hecho una gran temporada en Turquía.
Contra el Real Madrid ha jugado sus
mejores partidos del curso. Es decir, los rojiblancos han vuelto a fomentar su
juego en Leonidas y sus fieles
escuderos. La aportación de Mantzaris,
Papapetrou y Printezis, más las ayuditas puntuales de Athinaiou, Papanikolaou
y Agravannis han sido insuficientes
para llegar a los cruces.
Con ventaja de campo en los play off y con menos partidos en la piernas, el Olympiacós es favorito para ganar la
liga. No hacerlo probablemente le costaría el cargo a Sfairópoulos. Los marineros no pueden permitirse un año en blanco.
Por lo tanto, si sumamos la mala política de
fichajes, las lesiones –ayer cayó Papapetrou-
y el bajón en el rendimiento de Spanoulis,
tenemos el cuadro de lo que ha sido el
Olympiacós en la Euroliga este
año. Un último apunte sobre las lesiones: las graves pueden ser achacadas a la
mala suerte, las leves, que han sido infinitas, creo que no. Algo falla cuando
cada dos por tres hay ligeras elongaciones, sobrecargas y demás.
Darius Johnson-Odom.
De cara al futuro, no hay que cortar el árbol de
raíz. El tronco que forman los espartanos es sólido y el talento está ahí. Dos Euroligas y una final perdida en pista
contraria son crédito suficiente. El Olympiacós
seguro que volverá, pero tiene que acertar en los fichajes y no mostrarse tan
débil fuera de Grecia. El comportamiento en Barcelona, en Khimki, en Kaunas o
en Brose ha sido impropio de un equipo campeón.
Giorgos Bartzokas,
que ganó la Euroliga y que ahora ha
metido al Lokomotiv Kuban en la Final Four, fue menospreciado por la
gente y por los hermanos Angelópoulos.
Los aficionados decían que Bartzokas
había ganado con el equipo de Ivkovic,
al que le otorgaban gran parte del mérito. Ahora resulta que es la sombra de Bartzokas la alargada y que puede hacer
“descabalgar” a Sfairópoulos del
banquillo marinero.
Panathinaikós: poder absoluto, fracaso absoluto.
En Grecia se valora poco al coach nacional. Es una triste realidad. No entiendo muy bien el
motivo, aunque supongo que los éxitos conseguidos por los entrenadores serbios
llegados en los 80 y en los 90 tienen algo que ver. Algunos presidentes no se
han dado cuenta hasta ahora de que el nivel de los entrenadores griegos es muy
alto, precisamente porque aprendieron de los grandes maestros. Sólo a Giannakis, heredero directo de Politis y Ioannidis, se le valoró como merecía. Y aun así, Panagiotis tuvo también a otro gran
maestro, Bozidar Maljkovic, como
entrenador.
Sfairópoulos fue
ayudante de Ivkovic en el PAOK hace la tira de años, Itoudis –licenciado en Educación Física
por la Universidad de Belgrado- de muchos otros antes de convertirse en la
sombra de Obradovic en el PAO, Katsikaris dio sus primeros pasos al lado de Kresimir Cosic y Dragan
Sakota, nada menos, etcétera, etcétera. Hay muchos entrenadores griegos que
han bebido de fuentes eslavas.
De la rama griega de entrenadores quedan como
máximos representantes el mítico Soulis
Markópoulos y Giorgos Bartzokas, que pertenece a una
generación posterior y que había sido ayudante de Giannakis en el Marousi
antes de despegar en solitario. Pero hay muchos otros, la mayoría en equipos de
primera, que están pisando fuerte: Dimitris
Priftis, Kostas Mexas, Ilías Papatheodorou, Aris
Lykogiannis, Charis Markopoulos
–hijo de Soulis-, Kostas Flevarakis, etc... Con el cese de Djordjevic, sólo queda Jure
Zdovc como representante extranjero en los banquillos griegos. Sin duda,
los problemas económicos también han influido en este hecho, pero creo que es
positivo que el entrenador griego trabaje.
Dimitris Giannakopoulos fichó a Aleksandr Djordjevic pensando
en que en unos años sería el nuevo Zeljko
Obradovic. ¿Quién mejor que uno de sus alumnos aventajados? Le dio plenos
poderes y se equivocó. Llegó con toda su cuadrilla y no dejó a nadie del cuerpo
técnico anterior. No había nadie que conectase con la grada.
Todos sabíamos que la sombra de Obradovic perseguiría constantemente al
coach del PAO que le sustituyese, pero no tanto –Zeljko se fue en 2012-. Pedoulakis
hizo el doblete el primer año y ganó la Copa
el segundo, pocos meses antes de que Giannakópoulos
le cortase la cabeza y pusiese a Alvertis,
que acabó ganando la liga. La victoria en la Copa no le sirvió a Dusko
Ivanovic para continuar hasta el final de la temporada siguiente, y fue
sustituido por Sotiris Manolópoulos,
que no logró ganar la liga.
Kuzmic y Pavlovic.
Es decir, Argyris
Pedoulakis ha sido el mejor entrenador del PAO después de Zeljko. El
presidente opta de nuevo por un hombre de la casa que conecta con la grada pese
a que quizás no tenga el caché o el glamour de otros y que fracasó en el UNICS. La cuestión es si seguirá o no
el año que viene, que lo dudo.
La pregunta que me hago yo siempre es: ¿por qué
diablos el Panathinaikós no se quedó
con Dimitris Itoudis a la marcha de Obradovic? ¿Qué pasó ahí? ¿Acaso Itoudis sospechaba lo difícil que sería
sustituir a Zeljko en el banquillo?
Djordjevic se rodeó
de su gente de confianza y se trajo a sus pretorianos. Así, llegaron Raduljica, Kuzmic y Pavlovic. El
equipo se balcanizó. Sólo James Feldeine
ponía el toque exótico a la plantilla, que empezaba la temporada sin
americanos. No sé si Djordjevic
pensaba que con lo que tenía podría aguantar todo el año, pero suena muy
extraño todo. Nikos Pappás, uno de
los jugadores más queridos por la afición, salió del equipo mientras los
jóvenes Charalampópoulos y Bochoridis apenas aparecían en choques
ligueros contra equipos débiles. Como Dimitris
Giannakópoulos le había dado plenos poderes al serbio, le dejó actuar con
libertad, aunque estaba claro que la afición cada vez se identificaba menos con
el equipo. Los verdes no jugaban a nada pero seguían ganando.
Eliott Williams.
La planificación fue, cuanto menos, extraña.
Cuesta entender que una plantilla que debe aspirar a todo empiece el curso sin
americanos y los fiche de manera tan precipitada. En enero llegaron Eliott Williams y MarQuez Haynes,
y en febrero Vince Hunter. Algo no
cuadraba. De buenas a primeras, los recién llegados pasaban a ser las piezas
clave del proyecto. ¿Cómo es posible?
La Copa
camufló las carencias de una plantilla irregular que lo apostaba todo a la Euroliga. Con los pretorianos y con los
guardaespaldas recién llegados podía ser suficiente. El equipo no jugaba a
nada, pero seguía aspirando a todo, así que a poco que mejorasen las cosas...
El Baskonia
de Perasovic dejó con el culo al
aire a Djordjevic y ridiculizó al Panathinaikós de manera inmisericorde.
El árbol verde estaba tan podrido por dentro que se derrumbó en tres tardes. Pavlovic y Kuzmic fueron señalados ya después del primer partido por la prensa
y por los aficionados, pero todos decidieron hacer piña para intentar sacar
adelante los dos partidos del OAKA.
Con la tercera derrota, estalló la bomba. Suerte tuvieron algunos que el
público decidiera homenajear a Diamantidis
en lugar de sacar la mala baba.
El PAO
hizo el ridículo, Djordjevic fue
cesado ipso facto y fue sustituido
por Argyris Pedoulakis. A los pocos
días, Kuzmic y Pavlovic fueron dados de baja y Pappás regresó a la plantilla. Kostas
Tsartsarís, que estaba entrenando a los chavales de la cantera, pasaba a
formar parte del cuerpo técnico. Sin duda, movimientos que intentan hacer de
nuevo reconocible al Panathinaikós,
que trata de acercarse a su gente tras un año de mal baloncesto.
Lo que más me ha molestado de Djordjevic ha sido la soberbia. No puedes chulearle a la gente
cuando te han metido dos meneos –la prórroga del segundo partido no la merecía
el PAO- y asegurar que habrá quinto
partido, porque baloncestísticamente hablando no tienes argumentos. El baño que
le ha dado Peras en la serie ha sido
colosal. Desgastando a Raduljica con
Planinic, tras un gran primer
partido del leñador serbio, alternando a Bertans
en la posición de tres y de cuatro, sorprendiendo con Corbacho en momentos puntuales, y castigando en defensa a Haynes, Calathes y Diamantidis
con esas carreras de los pequeños Adams
y James. Perasovic ha desnudado a Sasha
sin Hanga, Causeur ni Shengeila.
El PAO
lo hipotecó todo por un coach muy
particular y éste se lo jugó todo a una carta, la Euroliga, y le salió mal.
Pedoulakis cayó 3-2
con el Barça, Alvertis 3-2 con el CSKA
y Dusko 3-1 con el CSKA. Djordjevic, repito, ha hecho el ridículo.
En la primera fase, el PAO acabó con un flojo balance de 6 victorias y 4 derrotas, ganando
los últimos cuatro encuentros de forma consecutiva. Mejoró en la segunda fase y
terminó con 9-5, pero el grupo era mucho más débil que el del Olympiacós. La última derrota en
Estambul contra el Anadolu Efes fue
sospechosa. Al parecer, el PAO
prefería el Baskonia al Barcelona. El que elige, suele acabar
como ha acabado el PAO.
Todavía queda la liga, pero las sensaciones no son
buenas. Algunas piezas no encajan y estamos casi en mayo. Para colmo, se ha
lesionado Vladimiros Giankovits y no
volverá a jugar este curso. Tengo la sensación de que el PAO ha perdido un año. Tanto Pedoulakis
como Dusko Ivanovic habían empezado
a poner a los jóvenes, que poco a poco iban ganando confianza. Djordjevic los ha borrado del mapa. Diamantidis se va y Fotsis posiblemente se marche a
Turquía. ¿Qué nos queda? Pappás y Giankovits no han tenido continuidad y
el resto apenas ha participado. El optimismo por el futuro de hace un par de
años (“quiero ganar la Euroliga con Charalampópoulos de capitán”, dijo Giannakópoulos) ahora son oscuros
nubarrones.
Claro que cargar sólo contra el entrenador, como
ha hecho casi toda la prensa, es vivir de espaldas a la realidad. El único
jugador que ha estado a la altura ha sido Dimitris
Diamantidis. Ni Raduljica, que fue de más a menos, ni Calathes, despistadísimo, ni Feldeine,
fallón, han respondido a las expectativas. Tampoco los tres americanos
temporeros ni James Gist, convertido en jugador de highlights y poco más. El PAO no ha jugado como un equipo en
ataque y ha defendido muy mal. Sasha
se rodeó de un grupo de jugadores físicos para luego no pegar. Bourousis ha dominado desde el poste
bajo como ha querido y tanto James
como Adams han machacado a triples a
unos verdes incapaces de contrarrestar la rápida circulación de balón
baskonista.
Pedoulakis tratará de
recuperar moralmente al equipo e intentar rescatar a algunos jugadores
marginados de la etapa anterior. Todo para intentar ganar la liga con el factor
cancha en contra. Argyris, que como Bartzokas fue menospreciado por su
gente pese a conseguir el doblete, ha acudido a la llamada cuando podría haber
dicho que no, en un gesto que le honra. Sólo espero que si no gana la liga no
se le echen encima como hace un par de años.
Un último apunte antes de terminar. Todos los
periodistas griegos de baloncesto están de acuerdo con el cese de Sasha Djordjevic. La imagen de equipo
deshecho y sin alma, impropia de un club como el verde, dejó a todo el mundo sorprendido
y desolado. No entiendo como la prensa entendida ha menospreciado tanto al Baskonia, casi dando por segura la
clasificación para Berlín antes de empezar la serie. ¿No habían visto jugar a los
vitorianos en toda la temporada?
Posdata: Dimitris
Giannakópoulos tiene sus prontos y a veces se comporta como energúmeno. Sin
embargo, esta vez debo felicitarle por su comportamiento al terminar el tercer
partido, bajando a proteger a Bourousis
por lo que pudiera pasar y entrando en el vestuario baskonista para dar la
enhorabuena. “Este año habéis practicado
el mejor baloncesto de Europa”. Parece ser que Dimitris era el único que había visto al Baskonia a lo largo del curso.
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