Han pasado ya 10 años desde aquel 1 de septiembre
de 2006, el día en el que Grecia
derrotó a Estados Unidos por 101-95
en la semifinal del Mundobasket de Japón.
Theodorís Papaloukás lo ha definido como “el
partido perfecto”. Sin dudarlo, la victoria más importante de la historia
del baloncesto griego, por encima de las finales de El Pireo del 87 y de
Belgrado en 2005, donde Grecia se
colgó el oro en el Eurobasket.
Iturriaga lo definió perfectamente durante la
retransmisión: “ha ganado el baloncesto”.
Aquel día ganó el baloncesto, ganamos todos.
Que un equipo juegue el partido perfecto el día D es lo máximo y supone que cada
uno de los jugadores haya rozado la perfección. Así fue. Todo salío clavado.
Juntar a la mejor generación, que llegue en el
momento de forma extacto, que el entrenador acierte en todo y que no haya
movidas internas durante los días de concentración no es fácil. Cuando todas
estas cosas se juntan y el grupo se convierte en una familia, en una piña,
surge la magia. Nosotros llevamos 10 años de magia y sabemos perfectamente lo
que es eso de estar una década (¡!) en una nube. Grecia tuvo dos años fantásticos y luego empezó el retroceso hasta
llegar donde estamos ahora.
El partido perfecto se divide en tres partes
claramente diferenciadas.
Desde el principio hasta el 23-33 para Estados
Unidos.
La primera parte es la de tanteo, cuando se
estudia al otro púgil. El equipo no sale intimidado, pero sí tímido. Forman Diamantidis, Chatzivrettas, Kakiouzis,
Fotsis y Papadopoulos. Quinteto emimentemente defensivo contra Joe Johnson, Hinrich, Carmelo Anthony, Lebron James y Elton Brand.
Un inciso sobre el quinteto titular: Diamantidis, Chatzivrettas y Papadopoulos
habían coincidido en el Iraklís
pocos años atrás junto con Lefteris
Kakiousis, ayudante de Giannakis,
y Big Sofo, que saldría luego en
plan abusón. Recuerdo que en los azules de Salónica, 3D “sustituyó” a Chatzivrettas
como líder cuando éste se fue al PAO.
Luego también se irían Dimitris y Papadopoulos seducidos por Obradovic. Lázaros y Fotsis son
íntimos amigos y jugaban en el Dynamo de
Moscú, donde habían coincidido después de compartir verstuario en el PAO y en las categorías inferiores de
la Selección.
Con esto quiero decir que aquella Selección era un grupo que se conocía
desde hacía años. Kakiouzis, que
ejercía de padre de todos aquellos jugadores, había ganado el Mundobasket júnior de 1995 con Rentziás en Atenas y la liga griega en
2002 con Zisis y Dikoudis, piezas importantes del
equipo. Bourousis, que había
levantado el oro en el Eurobasket de
Belgrado, era el cuarto miembro de
aquel AEK campeón pero se quedó
fuera de los 12 por la irrupción de Schortsanitis.
La Selección
no era un bloque exclusivo Olympiacós-Panathinaikós,
ni siquiera PAOK-Aris, que apenas
tenían presencia (sólo Vasilopoulos,
de la cantera del PAOK), sinó un
poco de todo con preponderancia de jugadores formados en el Iraklís y en el AEK.
Estados Unidos
domina los primeros minutos, más
por tímidez griega que por juego. Lebron
y Carmelo Anthony son imparables a
la carrera, y si Brand, después Howard o Bosh, consigue recibir debajo, no hay nada que hacer. Papadopoulos estrena el marcador griego
con su típica jugada de espaldas y su medio gancho.
Grecia se dedica a hacer lo que sabe hacer. Trata de
leer la defensa y mover con tranquilidad la bola hasta que ésta le llegue al
interior. Pese a la superioridad física y a las primeras ventajas en el marcador,
los americanos no consiguen romper. En el correcalles, Lebron y Anthony se
mueven como peces en el agua.
Os recomiendo que veáis el partido ahora y lo
vayáis parando. Hasta las faltas de Grecia
están bien hechas, salvo una o dos. Cuando Lebron
o Carmelo van hacia al aro con cara
de machacar, el defensa no arriesga y se abre. Los griegos sueltan el remo
cuando toca, casi siempre antes de que el americano se levante. Diríamos que
son faltas tácticas, pero no antideportivas.
El primer cambio de Grecia es el de Schortsanitis
por Papadopoulos, que comete la
segunda falta. Hasta en eso Grecia
está de enhorabuena porque los cambios forzados
salen bien.
Desde el inicio se ve que el pick and roll frontal va a marcar el devenir de los
acontecimientos. Papadopoulos
prefiere recibir de espaldas, mientras que Sofo
o Dikoudis lo harán con ventaja de
cara al aro. No importa quién esté en la pista que siempre se empieza por ahí.
Lázaros no sólo amenaza en la pintura por su corpulencia
sinó que además genera espacios desde el poste bajo. Recuerdo que aquel fue
posiblemente el último gran partido de Papadopoulos.
Desde entonces hasta su retirada, cuesta abajo.
La obsesión de Grecia es no dejar correr y evitar segundas opciones. Los cinco
cierran el rebote y van acumulando faltas. El partido griego en ataque no es
fluido, pero suma gracias a los tiros libres. Giannakis no permite que Estados
Unidos corra.
Entra Sofo
a falta de 5:36 y Chris Paul por Hinrich. Horroroso Hinrich todo el partido a pesar de algunos triples.
La primera canasta de Spanoulis es un triple a tabla.
Entra Papaloukás
a falta de 2:35. Recordemos que tanto en el CSKA como en la Selección
Theo siempre entraba con el partido
empezado. Salía a la pista sabiendo cómo estaba la cosa y hacia adónde tenía
que ir el partido. Era titular saliendo desde el banquillo.
Por primera vez coinciden en pista Spanoulis, Papaloukás y Diamantidis,
que se reunen en el centro y comentan la jugada.
Con los mejores minutos de Dwight Howard Estados Unidos
se escapa ligeramente. El fibrado pívot anota prácticamente todas sus canastas
del mismo modo, de mate tras rebote ofensivo. No le meten ningún balón y no es
capaz de generar él la canasta, pero aporta dureza y puntos.
Los griegos van repartiéndose las faltas. A pesar
de que los Estados Unidos van por
delante, parece que Grecia controle
la situación, o por lo menos consigue que el choque no se desmadre. Se juega a lo que quieren los helenos incluso
cuando los americanos dominan el marcador.
El primer cuarto termina con 14-20 en el marcador
para Estados Unidos y la sensación
de que hay partido. Eso sí, los de Giannakis
tendrán que mejorar en ataque.
El equipo de Giannakis
se pone en zona 2-3 en el segundo cuarto. La nueva defensa funciona a pesar de
que Grecia la haya utilizado muy
poco durante el campeonato. Coach K
no reacciona.
USA no trabaja la zona en ataque. Dos pases y a
barraca. Reina la anarquía. Jugadas demasiado individuales y tiros sin tener la
posición cogida. Parece mentira que los americanos no vean que la defensa
griega debe atacarse de otra manera.
Lázaros
Papadopoulos comete la tercera
personal –en ataque muy dudosa- a falta de 6:45, pero Giannakis lo mantiene en pista y anota el siguiente ataque. Con
23-33 y 5:39 por jugar vuelve Sofo.
Con 23-33, Papaloukás
nos enseña lo que va a ser el partido de ahí en adelante con una asistencia
colosal a Sofo, que sin embargo
falla el mate. A la contra, Chris Paul
en lay up recibe un tapón descomunal
de Diamantidis. Es justo en ese
momento en el que Grecia se mete de
lleno en el partido. Si Estados Unidos
se hubiese ido de 15 puntos o más antes del descanso, probablemente el partido
hubiera ido de otra manera. El tapón de Diamantidis,
que muchos destacan todavía hoy como punto de inflexión, marca el inicio de la
remontada. En el siguiente ataque, con 4:47 por jugar, Hinrich, un amigo, nos regala tres tiros libres. Empieza el segundo
tramo del choque.
Desde el tapón de Diamantidis hasta que Grecia
falla su primer ataque del tercer cuarto.
La segunda parte es la de la prefección, que empieza con un parcial de 9-0 que aprieta el
marcador (30-33). Si USA falla desde
fuera y Grecia consigue cerrar el
rebote, el partido se decantará del lado heleno, aunque queda mucho por jugar.
La conexión Papaloukás-Schortsanitis
es la belleza, el baloncesto. El base sabe exactamente donde están colocados
los 10 jugadores en el parqué. Sofo
pasa de ser un tráiler imparable a una bailarina en pocos segundos. Asistimos a
los mejores minutos de Schortsanitis
en toda su carrera profesional.
Las asistencias de Theodorís son las que enseñan en los colegios, fuertes, directas y
verticales. Si las corta el defensor, que se rompa el dedo. Es el momento de Schortsanitis, que mete cuatro seguidas
sin que los interiores americanos puedan hacer nada. El traje que le hace Sofo a Bosh es tremendo, pero lo de Papaloukás
es brutal, dotando al juego griego de la verticalidad y profundidad que no
había tenido hasta entonces, destrozando a la defensa americana. Acompañan Spanoulis y Diamantidis. Momento orquesta. Todos perfectamente afinados.
Sinfonía. Grecia se pone por delante
43-38 y sigue haciendo bien las faltas. Estados
Unidos no encuentra el ritmo que le conviene en ningún momento. Chris Paul no puede con Papaloukás,
que nos regala una extensión maravillosa.
El descanso llega cuando mejor están los griegos,
que dominan 45-41 y van lanzados. ¿Les cortará el ritmo?
Pues no, los griegos salen concentradísimos y
acertadísimos tras el descanso. No fallan ningún ataque en muchos minutos. Es
asombroso porque anotan prácticamente todos, de dos, de tres, no importa. Es un
festival ofensivo extraordinario. Los Estados
Unidos están desbordados. Cuando no es Fotsis
es Diamantidis o Spanoulis. Por momentos, los yankees parecen un equipillo.
Tácticamente, no vemos ninguna variante, nada que contrarreste el brillante
juego europeo.
Sofo mete incluso las que se le escapan. Los pívots
americanos siguen en la luna. El pívot comete la tercera falta cuando quedan
7:18 y Giannakis opta por la dupla Fotsis-Tsartsarís.
Grecia se pone 9 arriba pero con la sensación de que son
más. La diferencia crece: 62-50. Los USA
saben que les va a costar mucho. El marcador pesa como una losa. Grecia se sabe superior. Entra Dikoudis a faltas de 6 minutos.
Tal es el grado de confianza que Diamantidis se juega un triple en la
cara de un defensor y lo anota, al que le sigue otro de Tsartsarís. Entra todo y Grecia
se va de 14. El dominio del tempo del partido es absoluto. Dikoudis, excelente, se une a la fiesta con varias canastas
seguidas.
Desde finales del tercer cuarto hasta el final del
partido.
La tercera parte del choque empezaría a falta de
unos 3 o 4 minutos para finalizar el tercer cuarto, cuando Grecia falla su primer ataque de todo el cuarto. Los helenos atacan
mirando el reloj. Baloncesto inteligente de unos contra chispazos de otros.
Todo ha cambiado. Dos cuartos después de un primer
cuarto titubeante, Grecia sabe que
va a ganar el partido y Estados Unidos
que lo va a perder.
Dikoudis trabajando de barrendero no tiene precio. Parece
que nadie contaba con él.
Grecia falla un ataque cuando quedan 3:30, pero todo
está bajo control. Diamantidis y Papaloukás manejan el tiempo como
nadie. Sólo el público parece creer en una posible remontada americana. Las
caras de los americanos son todo un poema.
Después del momento de Dikoudis llega el momento de Kakiouzis,
que remata la faena. Al capitán no le tiembla el pulso, pide la bola y se la
juega. Es una garantía en los tiros libres.
Me gusta pensar que parte del tercer cuarto y todo
el último son un homenaje al baloncesto griego de siempre, aquel defensivo que
jugaba con el reloj y no permitía al rival sacar la cabeza. El tercer cuarto
termina con 77-65 para Grecia.
USA sigue sin entender la zona de Giannakis. Kakiouzis y Spanoulis
toman el relevo. Grecia sigue
parando el juego con faltas.
Nunca veremos a Estados Unidos jugar con tanta impotencia. Querer y no poder. Hinrich hace una falta antideportiva a Schortsanitis que no es más que la
clásica falta de la frustración y que define perfectamente lo que sienten los
americanos.
Spanoulis toma la responsabilidad cuando el balón quema. Giannakis lo había tenido en el Marousi y se iba ese verano a Houston. El de Lárisa hace una
demostración prodigiosa de como seccionar la yugular. Una de sus primeras
exhibiciones.
El baño táctico descomunal. Se enfrentan un
baloncesto acedémico que sabe lo que quiere y uno callejero que es incapaz de
leer. Grecia mete canastas con
sentido, mientras que Estados Unidos
lo hace por fuerza.
El carrusel de faltas y de tiros libres no hace
otra cosa que alargar la agonía de unos y saborear mejor la victoria a los
otros. La hazaña griega todavía la recordamos hoy, no sólo por extraordinaria,
sinó por la manera como se logró el triunfo, jugando maravillosamente bien al
baloncesto.
Para Estados
Unidos aquello supuso un antes y un después. Desde entonces, y ya han
pasado 10 años, no han perdido en partido oficial. Grecia tocó el cielo con las manos. Mantener el nivel era imposible
y llevamos 10 años en franca decadencia. Costará mucho volver a vivir algo
similar.
Acabamos
con el uno por uno de aquellos héroes.
Dimitris
Diamantidis estuvo excelente,
tanto en defensa como en ataque. Jugó 39 minutos en los que anotó 12 puntos con
muy buenos porcentajes, cogió 3 rebotes, dio 5 asistencias, metió un tapón y
robó 2 bolas. 3D fue el que más
jugó, pero no el que más brilló. Sin embargo, su trabajo defensivo en la zona
fue fundamental, con esa actividad de brazos y manos.
Nikos
Chatzivrettas salió de titular
pero acabó jugando sólo 12 minutos. Un robo y un mate fueron su escasa
aportación aquel día, aunque su labor defensiva siempre fue encomiable.
Vasilis
Spanoulis anotó 22 puntos en 30
minutos, con 6/10 en tiros de campo. Su importancia en ataque fue creciendo a
medida que avanzaba el partido. Nunca rehusó de la responsabilidad y supo
escoger el momento preciso para lanzar. Un valiente que demostró a los
americanos que podía jugar en la NBA.
Una pena que los Rockets no lo
supieran ver.
Theodorís
Papaloukás nos regaló un clínic.
En 33 minutos anotó 8 puntos, cogió 5 rebotes y dio 12 asistencias. Repartió
juego de forma magistral sin perder nunca de vista el aro. Supo qué hacer en
cada momento, corriendo cuando había que correr y frenando cuando había que frenar.
Dio una lección a los bases americanos. Su visión del juego y la manera de
manejar los tiempos hacen de aquel uno de sus mejores partidos de siempre.
Nikos
Zisis no jugó por lesión, pero Nikos también juega. “Sentí como si hubiera jugado”, dice.
Estuvo en el banquillo con su ojo morado y su rodilla chunga secando el sudor
de sus compañeros. Un fenómeno.
Michalis
Kakiouzis hizo un partidazo.
Brilló más hacia el final del choque, cuando Sofo y Papadopoulos ya
no estaban, sin embargo tuvo su papel desde el principio. Salió de titular y su
trabajo fue importantísimo para cerrar el rebote. Su experiencia se notó en los
minutos finales, cuando no le tembló el pulso en los tiros libres (6/7). Metió
15 puntos y cogió 6 rebotes en 27 minutos.
Panagiotis
Vasilopoulos jugó sólo unos
segundos. No tuvo más oportunidades porque el partido fue rodado. Una pena
porque el Vasilopoulos de entonces,
el de antes de las lesiones graves, era una pasada.
Antonis
Fotsis tuvo que trabajar en
defensa como un perro para evitar que le cogieran los rebotes. Salió a tirar
desde fuera cuando hizo falta e hizo daño. Metió 9 puntos en 13 minutos.
Kostas
Tsartsarís sólo jugó 8 minutos en
los que anotó un triple y cometió 4 faltas personales. El buen partido de los
interiores y las faltas rápidas condicionaron su juego.
Dimos
Dikoudis tuvo un papel estelar.
Anotó 8 puntos y cogió 4 rebotes en 12 minutos intensísimos de juego. Su
aparición en la semifinal del Eurobasket
2005 había cambiado por completo el curso de los acontecimientos y algo
parecido buscaba Giannakis con su
aparición. En 12 minutos desmontó a los interiores americanos, que debían estar
pensando “de dónde diablos ha salido
éste”. Brutal Dimosthenis.
Sofoklís
Schortsanitis jugó el mejor
partido de su carrera. Llegó al campeonato en el mejor estado de forma posible
y lo demostró. Nunca más veríamos a un Sofoklís
tan hábil, ni siquiera cuando ganó la Euroliga.
Hizo un partido colosal, sobretodo en ataque, donde por momentos estuvo
imparable. Anotó 14 puntos en 17 minutos de éxtasis, pero además sacó faltas y
se mostró rápido. ¿Qué hubiera sido de Schortsanitis
de no haberse parado allí?
Lázaros
Papadopoulos anotó 8 puntos en 9
minutos. Hizo bien su trabajo el poco tiempo que estuvo en pista, poniendo en
aprietos a los interiroes americanos cerca del cristal y generando espacios en
el lado débil. Cuando Grecia se puso
a correr, tuvo que dejar paso a Sofo
porque no era capaz de jugar a ese ritmo. Un buen partido del de Krasnodar al que Giannakis siempre supo sacarle rendimiento.
Panagiotis
Giannakis estuvo soberbio. Desde
que plantó la zonita 2-3 el equipo fue claramente hacia arriba. Acertó
plenamente en los cambios. Jugador que salía, aportaba de manera rompedora.
Alternó el juego de dos e incluso tres bases, y llegó a jugar sin center puro.
Siempre fue por delante de Krzyzewsky
en todas sus decisiones. El baño táctico del griego fue épico.
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