Kevin Mcgee acariciando la cara de Giannakis en la Final Four de 1989.
El objetivo del Aris en la temporada 88-89 volvía a ser
la Copa de Europa. Quizás por ello Ioannidis pensó en el veterano Manthos Katsoulis, que podía ayudar
donde el equipo cojeaba. Ocupó el lugar de Petros
Stamatis, que abandonaba el club después de 7 años. Se mantuvo a Greg Wiltjer y se subió al joven Vangelis Vourtzoumis de la cantera.
El Aris y el PAOK dominaron la liga de nuevo y acabaron disputándose el torneo.
Los bicéfalos rompieron la racha de 80 partidos sin perder de su eterno rival,
pero en los play off no pudieron
hacer nada. Se llegó a la serie con empate a uno tras los enfrentamientos de la
fase regular, pero el Aris se mostró
ligeramente superior en el tercer (89-84) y cuarto (87-75) partidos. Era la
quinta liga consecutiva, aunque el PAOK
“acortaba la distacia”. Los vecinos parecían el rival destinado a destronar a
los de Ioannidis. No en vano, en la
final de la Copa tuvieron a los amarillos contra las cuerdas. Sin embargo, los
campeones lograron remontar en una segunda parte memorable (91-86).
En la Copa de Europa, el Aris basó su clasificación de nuevo en los partidos de casa. Ganó a
todos los equipos menos al Maccabi,
que se mostró superior al resto y acabó primero. En el Alexandreio, tanto el conjunto de la Jugoplastika como el del Barcelona
salieron derrotados.
Giannakis y Galis en Múnich 1989.
Con dos
victorias fuera de Salónica en la fase de grupos, contra el Den Bosh y el CSKA, el Aris tuvo
suficiente para clasificarse para otra Final
Four. Al haber quedado en cuarta posición, el equipo griego se cruzaría conel Maccabi por un puesto en lafinal.
No era el mejor
rival, a priori, pero el Aris llegó a Múnich convencido de sus
posibilidades. La presión de la prensa y de los aficionados unida de nuevo a la
mala gestión extra muros de Ioannidis volvieron a enrarecer el
clima.
Sin embargo, el
equipo salió a la cancha creyendo que podía ganar. Controló el ritmo del choque
y fue por delante durante muchos minutos. Al descanso se llegó con un igualado
50-48 para los israelíes.
El Aris salió en tromba en la segunda
parte y parecía tener dominada la situación. Lamentablemente, una bronca entre Giannakis y Kevin Mcgee cortó en seco el ritmo del partido y cambió el signo de
los acontecimientos. Los griegos se quedaron congelados. Un equipo griego,
acostumbrado a este tipo de “pollos”, ¿cómo podía caer en semejante trampa?
El conjunto
rival se puso manos a la obra, castigando una y otra vez la zona amarilla, que
se veía impotente ante el todopoderoso Mcgee
(29 puntos y 11 rebotes) y el superclase Ken
Barlow (20 puntos). A intercambio de canastas, el Aris salió perdiendo a pesar de los 25 puntos de Giannakis, los 21 de Galis y los 22 de Subotic. El juego interior volvía a ser el talón de Aquiles de los
de Ioannidis, como contra el Tracer el año anterior. Sólo mostró
resistencia el canadiense Greg Wiltjer (13 puntos y 12 rebotes).
La bronca que descentró al equipo.
En el partido
por el tercer puesto, el Aris se
impuso al Barcelona con relativa
comodidad por 88-71. Se regresó al país con la sensación de que se había
desperdiciado una ocasión única. Se habló más de la bronca Giannakis-Mcgee que del juego desplegado por el equipo. Eso sí,
quedó claro que había un problema gordo en la posición de 5.
Para intentar solucionarlo,
el Aris se hizo con los servicios
del gigante croata del Zadar Stojan
Vrankovic (llegó por Wiltjer).
Además, fichó a Mike Jones, que no
había llegado a un acuerdo de renovación con el PAOK. El americano había sido el tercer máximo anotador de la liga
y había destacado precisamente en los partidos PAOK-Aris.
Personalmente,
creo que la mejor plantilla que ha tenido el Aris en toda su historia ha sido la de aquella temporada (89/90).
Formaban Galis, Giannakis, Vourtzoumis, Doxakis, Romanidis, Subotic, Jones, Filipou, Lipiridis, Misounov, Katsoulis y Vrankovic.
Mercer, Mcgee y Vrankovic en la temporada 89/90.
Antes de clasificarse
para la fase de grupos de la Copa de
Europa, el Aris tuvo que
disputar una eliminatoria previa contra el BK
Balkan búlgaro. Los griegos se impusieron con comodidad en los dos partidos
(91-107 y 119-88), pero en Bulgaria Ioannidis
y Galis discutieron. El entrenador
le echó en cara varias cosas durante el choque y el base le respondió. Se ha
dicho que Galis le dijo a Ioannidis que debería estarle
agradecido por el nuevo contrato millonario que el Rubio acababa de firmar. Desde aquella tarde nada volvió a ser lo
mismo entre los dos. Dejaron de aparecer juntos fuera de la cancha e incluso se
dijo que no se hablaban.
Time out de Ioannidis en Split.
En la liguilla
de la Euroliga el Aris tropezó en casa contra el Barcelona, a la postre primero de
grupo, y contra la Jugoplastika por
un punto. Fuera de Salónica el equipo fue humillado por los azulgranas (90-56)
y cayó en las pistas del Limoges,
del Tracer de Milán y del Maccabi. Sin embargo, tanto italianos
como israelíes se mostraron muy irregulares y acabaron por detrás de griegos y
franceses. La victoria en Split (85-89) contra los futuros campeones selló la
clasificación para la Final Four por
tercera vez.
Giannakis y Epi en Zaragoza.
En Zaragoza, el Barcelona se mostró superior (104-83) y
el Aris se volvió a quedar fuera de
la final. La defensa amarilla hizo aguas y el juego interior azulgrana causó estragos. Anotó 2 puntos Lipiridis,
y el resto se los repartieron entre Galis
(26), Giannakis (15), Jones (21) y Vrankovic (13 y 9 rebotes). El esfuerzo resultó inútil ante los 24
puntos de Epi, los 13 de Jiménez, los 21 de Ferran Martínez, los 14 de David
Wood y los 12 y 14 rebotes de Audie Norris.
La tercera
derrota consecutiva sentó fatal y los aficionados que habían viajado a Zaragoza
cargaron contra los jugadores. El Limoges
hurgó en la herida, todavía abierta, derrotando al Aris por 103-91 en el partido por el tercer puesto. Los de Ioannidis regresaron a Salónica
habiendo encajado 207 puntos en dos partidos.
El haberse
clasificado tres veces para la Final Four
había convertido el hecho en algo rutinario y se dejó de valorar. Parecía que
no servía sólo con llegar, sino que había que ganar. Todo lo que no fuera eso, era
considerado un fracaso. El equipo fue increpado en Zaragoza por los aficionados,
incluido Nikos Galis, que estalló
diciendo que no jugaría más en el club.
Galis rodeado en el partido por el tercer puesto.
Fue un golpe
psicológico muy duro, porque el equipo no luchó como las otras veces. Por
momentos se sintió impotencia. El esfuerzo económico de la directiva había sido
enorme aquel año y el club se acercaba peligrosamente al precipicio. La Copa de Europa pasó de ser un objetivo a
una enfermiza obsesión.
En las
competiciones domésticas, el PAOK
seguía amenazando la hegemonía del Emperador.
Por primera vez en 5 años, el Aris
no llegaba a los play off como líder
(3 derrotas en 22 partidos).
Quinteto titular de la final de la Copa de 1990 en el SEF.
En la Copa, losequipos de Salónica volvieron a disputarse el título, que acabó del lado de los
de Ioannidis por 75-62. Ya no estaba
Mike Jones, que había sido expulsado
por posesión de drogas, pero con la ayuda de Galis (35) y Subotic
(20) el Aris conseguía su quinta Copa
en seis años.
Celebración del título de Copa de 1990 en el SEF.
La temporada
90-91 puede ser considerada como el principio del fin. El arquitecto del
proyecto, enlace entre el baloncesto amarillo antiguo y el moderno, abandona el
club.
Plantilla de la temporada 1990-1991 con Sobin y Sellers.
Los problemas
económicos son evidentes a pesar de los logros deportivos, y el desgaste de
las Final Four perdidas pasa factura.
Las fichas de los principales jugadores se han hinchado tanto que hay que
reducir gastos por otro lado (Goran
Sobin y Brad Sellers formarán la pintoresca dupla de
extranjeros).
Los aficionados
intentan presionar al club para que no deje marchar a Ioannidis, pero la decisión es firme. Galis y Giannakis
negocian sus nuevos contratos, y empiezan las discusiones con la directiva. Al
final, el club consigue retener al griego-americano, mientras que con Giannakis no hay acuerdo hasta unos
meses después. Da la impresión de que mandan más los jugadores que el
entrenador. El carácter conflictivo de Ioannidis
tampoco ayuda y en el pulso tiene las de perder.
Para sustituir
al Rubio, se optó por su segundo, Lazaros Lesic, que a su vez sería sustituido por Michalis Kyritsis
hacia el final de la temporada.
En Europa toda fue bien (5 victorias y 2 derrotas) hasta la derrota en Londres frente al Kingston por 97-96.
Una jornada
después se vivió en el Alexandreio
uno de los episodios más negros de la historia amarilla, en aquel tristemente célebre partido contra el Barça en el
que, entre otras muchas cosas, se fue la luz –¿o tal vez la apagarían?-.
El tigre movía
la canasta en los tiros libres, el tiempo se paraba, caían monedas, sillas, mecheros...
La imagen de los jugadores del banquillo del Barça protegiéndose las cabezas con toallas nos acompañará siempre.
La derrota (93-110), pero sobre todo el lanzamiento masivo de objetos y la
crispación, descentró a la plantilla, que acabó fuera de la Final Four por primera vez con un
balance de 7 victorias y 7 derrotas (quinta plaza a una victoria del Maccabi). El caos que se vivió aquel
día reflejaba bastante bien la situación convulsa en la que se encontraba la
entidad. Una pasito más hacia el abismo.
La prematura
eliminación europea le permitió a los amarillos centrarse en las competiciones
domésticas. Sin embargo, el AEK de
Atenas dio la sorpresa y derrotó al Aris
en los cuartos de final de la Copa (89-79). Por primera vez en muchos años, el
equipo de Salónica se quedaba fuera incluso de las semifinales. Estaba claro
que el Imperio tocaba a su fin,
aunque todavía regalaría a sus aficionados un final de liga absolutamente
maravilloso.
Los dos equipos
de la ciudad empataron a victorias al final de la fase regular, pero el Aris partía con ventaja en el play off final puesto que había ganado
los dos enfrentamientos directos.
El PAOK, que había conquistado la Recopa de Europa pero que había perdido
la Copa contra el Panionios,
empató la eliminatoria con dos victorias seguidas.
Prelevic y Galis acabaron a puñetazos en los play off finales de 1991.
Los bicéfalos
tenían ganado también el quinto partido. Con 85-81 y 16 segundos por jugar, el Aris sacó de fondo y le dio el balón a Giannakis. Ante la pasividad de los
defensores y el miedo a cometer una falta personal, la zona blanquinegra se
abrió y Panagiotis anotó una
bandeja. Ken Barlow, en lugar de
buscar a Korfas o a Prelevic, lanzó el balón hacia el otro
campo donde se hallaba Fasoulas, que
no pudo cazar el pase de béisbol. Angelidis
leyó el pase, robó y le dio el balón a Galis,
que forzó la jugada y asistió a Giannakis,
abierto en 7 metros. El escolta fusiló y al PAOK se le vino el mundo encima (85-86).
El PAOK volvía a tener ganado el sexto
partido. Con 80-76, Fasoulas tenía
un 1+1 para sentenciar el choque y forzar el séptimo. El pívot falló y el Aris, aunque no decidió hacer un ataque
rápido, consiguió anotar gracias a Lipiridis,
que cogió un rebote ofensivo vital ante la pasividad blanquinegra. Fasoulas sacó de fondo y envió el balón
directamente a la banda. Al PAOK se
le apareció el fantasma del quinto encuentro.
Con 11 segundos Galis no puede recibir y vuelve a ser Giannakis el que toma la
responsabilidad. Se escapa de su defensor, Ioannou,
y dobla el balón a Brad Sellers
aprovechando que Fasoulas ha salido
a la ayuda. El americano anota y fuerza la personal de Prelevic. Con 4 segundos, Sellers
anota y coloca el 81-80 final (4-2 en la eliminatoria).
Fue un final deliga apoteósico para una generación irrepetible. La séptima liga consecutiva,
décima en la historia del club y octava de los últimos 10 años.
Galis y Subotic celebrando la última liga.
De la primera
liga ganada por el Imperio (temporada
82/83) quedaban Nikos Galis, Nikos Filipou, Giorgos Doxakis y Michalis
Romanidis. Las siete ligas seguidas (del 84 al 91) se consiguieron con los
cuatro citados y con Panagiotis
Giannakis. La de la temporada 90/91 era la sexta liga de Lipiridis, la quinta de Subotic y la cuarta de Misounov. Cabría destacar también las
cinco ligas conseguidas por Petros
Stamatis, que ya no estaba en las tres últimas.
Era evidente que
algo debía cambiar. De nuevo Galis y
Giannakis volvían a enfrentarse con
la directiva en verano de 1991. El club estaba al borde de la quiebra, pero
logró convencer a Galis. En cambio, Giannakis estuvo cuatro meses negándose
a jugar por no haber acuerdo entre las partes, y estuvo muy cerca de marcharse
al Olympiacós.
El primer jarro
de agua fría de la temporada 1991-1992 fue la marcha de Walter Berry al poco de
empezar. El americano se impacientó por un retraso en el cobro y volvió a
Italia. Las llegadas de Miroslav
Pecarski y Edgar Jones, ex del Panathinaikós,
potenciaban el juego interior amarillo, aunque hubo muchos problemas para
confeccionar la plantilla definitiva puesto que iban y venían jugadores con
demasiada frecuencia. La inestabilidad y el nerviosismo se apoderaron de la
directiva, que no dudó en echar al entrenador George Fisher a la mínima. Volvieron Lesic y Kyristits, como
en la campaña anterior, pero esta vez no sirvieron de revulsivo y pagaron los
resultados europeos.
El Aris superó fácilmente al Partizani de Tirana (79-98 y 110-67) y
al Slask Wroclaw polaco (74-75 y
106-88) antes de quedar encuadrado en el grupo B. Para un equipo acostumbrado a
pelear en la zona alta, aquella fase de grupos fue una auténtica tortura. Sólo
consiguió tres victorias, todas como local, contra los más débiles: Maes Pils, Bayer 04 Leverkusen
y Commodore Den Helder. No logró
ninguna victoria fuera de casa y acabó con 11 derrotas.
Galis contra el Bayer Leverkusen.
En la liga el Aris sufrió 4 derrotas durante la fase
regular contra 4 equipos distintos (PAOK-Olympiacos-Iraklís-AEK) y acabó
empatado con los del Pireo en segunda posición (18-4). En la liguilla que se
jugó entre los 4 primeros, el Aris
quedó por detrás del PAOK y del Olympiacós, que disputaron la final.
Memos Ioannou, histórico
jugador del Panathinaikós y campeón
de Europa en 1987 con Grecia, pasó de compartir parqué (había fichado
procedente del PAOK a principio de
temporada) a dirigir al equipo desde el banquillo. En la liga no consiguió
llevar al Aris a la final, pero en
la Copa condujo al equipo al título.
El 13 de mayo de
1992 pasaría a la historia porque sería el último de Nikos Galis con la camiseta amarilla, aunque por entonces ni
siquiera se sospechaba.
Los equipos de
Atenas empezaban a apostar por el baloncesto: el Panionios llevaba años en la élite y tanto el AEK como el Panathinaikós
amenazaban con volver, así como el Olympiacós,
que de la mano de Ioannidis prometía
emociones fuertes en el futuro.
El Aris se deshizo del Olympiacós en los cuartos de final
(121-95) y del Panathinaikós en la
semifinal (76-86), mientras que el AEK
hizo lo propio con el Sporting
(96-82) y el PAOK (77-74).
Ante casi 13.000
espectadores el Aris no dio lugar ala sorpresa y se impuso por 74-62 (al descanso 42-28). A los 18 puntos de Galis, los 17 de Misounov y los 14 de Giannakis,
el AEK respondió con los 13 de Galakteros,
11 de Katsikaris y 10 de Patavoukas. Aquella Copa supuso la
sexta en ocho años. Los de Salónica demostraban que a pesar de las dificultades
seguían siendo uno de los mejores equipos de Grecia.
El PAOK ganó la liga y todo apuntaba a que
los vecinos serían los dominadores del baloncesto griego en los años
siguientes, salvo que el Olympiacós
lo impidiera. El poder amarillo se había desgastado enormemente y el futuro era
incierto puesto que por primera vez en 8 años no jugaría la Copa de Europa.
Podría haber
dado por terminada la Dinastía con la
marcha de Galis, pero considero que
la Recopa del 93 significa la
cuadratura del círculo. Además, aunque en la temporada 92/93 ya no están Nikos Galis ni Giannis Ioannidis, el bloque lo siguen formando hombres de la edad de oro: Giannakis, Lipiridis, Subotic, Misounov...
En verano de
1992 el presidente Akis Michailidis abandona el cargo y Nikos Galis se marcha al Panathinaikós.
Con el club al
borde de la quiebra, al nuevo presidente sólo se le ocurrió la “brillante”
solución de ofrecerle a Galis un
puesto como director de las categorías inferiores. Es decir, no sólo no
pretendía renovarlo sino que le abría la puerta de salida ofreciéndole la
retirada. Ni que decir tiene que Galis
se tomó aquello como una ofensa. Con casi 35 años todavía se sentía fuerte para
jugar una o dos temporadas más y aceptó la oferta del Panathinaikós.
Theófilos Mitroudis fichó a
Steve Giatzoglou, ex jugador del Olympiacós y ex entrenador del Iraklís, para armar el nuevo proyecto.
Llegarón Giorgos Gasparis, Roy Tarpley y JJ Anderson, y se quedaron
Panagiotis Giannakis, Slobodan Subotic,
etc...
El Aris empezó la temporada como un tiro y
disipó algunas dudas cuando destrozó al PAOK
(88-56) en partido liga. Resultó ser un espejismo porque la realidad era otra
bien distinta.
Tarpley sufrió una
misteriosa lesión y volvió a Estados Unidos. Su carácter conflictivo era un problema
y todo el mundo creía que había vuelto a las andadas –alcohol y drogas-. Aun
así, seguía el mejor jugador interior de la liga.
El ambiente en
el equipo no era el mejor, desde luego. Cuando Tarpley regresó de América, el Aris
había caído a la quinta plaza. El Olympiacós
de Ioannidis, que acabaría ganando
la liga, eliminó al equipo de Salónica en la primera ronda de los play off
(2-1).
A media
temporada Giatzoglou fue cesado y en
su lugar llegó Zvi Sherf. El cambio
de entrenador sirvió para enderezar el rumbo, puesto que logró clasificar al Aris para la final de la Copa y ganó la
Recopa de Europa.
Los de Salónica
iniciaron su andadura triunfal europea en la segunda ronda de la competición.
Se deshicieron con mucha claridad del RTI
Minsk de Bielorrusia (59-117 y 107-70) y del Slask Wroclaw (80-90 y 102-75), y quedaron encuadrados en el grupo
B con el Hapoel Galil Elyon, el Slobodona Dalmacja de Split, el Benfica, el Cholet y el Budivelnik.
Galis y Tarpley en Turín.
Con 9 victorias
y 1 sola derrota en la pista del Hapoel,
el Aris quedó primero de grupo. El Natwest Zaragoza sería el último
penúltimo obstáculo, al que derrotó en Zaragoza por 84-86 y en Salónica por 82-66. No hizo falta partido de desempate, que se hubiera jugado también en
Grecia. El Príncipe Felipe vio unade las últimas exhibiciones de PanagiotisGiannakis con la camiseta amarilla (29 puntos y la canasta decisiva a falta
de 4 segundos).
Centrado casi
exclusivamente en la Recopa, el Aris “abandonó” prácticamente la liga y
centró sus esfuerzos en la final de Turín.
El 16 de marzo
del 93 en el Palasport Parco Ruffini
el Imperio Amarillo lograba el ansiado título europeo, curiosamente sin su Emperador
y sin su arquitecto. En un partido trabado, feo y polémico el Aris se impuso por 50-48 al Efes Pilsen de Estambul. De entre la
mediocridad destacaron los 19 puntos y 18 rebotes de Roy Tarpley y los 15
puntos y 9 rebotes de JJ Anderson.
El choque acabó
en una batalla campal entre las aficiones turca y griega, que apenas dejaron
sillas en su sitio.
Con aquel
triunfo parecía que la entidad se había quitado un enorme peso de encima. A
pesar de que el club no se hallaba en su mejor momento, había conquistado un
título europeo y se había clasificado para la final de la Copa.
Después de la Recopa, Roy Tarpley desapareció. Se habló de una lesión, de problemas
extradeportivos –posible recaída- y de que llevaba meses sin cobrar.
El Aris fichó a Reggie Theus en sustitución de Tarpley.
Curiosamente, Theus sólo jugó un
partido de amarillo, la final de la Copa de Grecia.
El rival sería
el Panathinaikós de Nikos Galis, que se llevaría la Copa enuna de las finales más polémicas que se recuerdan. Sherf fue expulsado y el Aris
estuvo a punto de abandonar el parqué. Aquel 15 de mayo de 1993 Galis (36 puntos) y Arjan Komazec (30) terminaban con 8 años de sequía verde (96-89). Giannakis, en lo que sería su último partido de amarillo,
anotó 30 y JJ Anderson 23, mientras
que Theus metió 9.
Si tuviera que
elegir un día concreto para fechar el final del Imperio Amarillo, probablemente sería aquel 15 de mayo. En verano
se marcharía Giannakis al Panionios y se retiraría Subotic, con lo que la plantilla quedaría
casi huérfana de los jugadores de la generación
de oro. La transición hacia una nueva época había empezado de la mano de Lipiridis, Angelidis, Vourtzoumis, Misounov y Liadelis.
Giannakis contra Galis en la final de la Copa de 1993.
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